Compositor alemán. Considerado por muchos como el más grande compositor de todos los tiempos, Johann Sebastian Bach nació en Eisenach (Alemania) el 31 de marzo de 1685 en el seno de una dinastía de músicos e intérpretes que desempeñó un papel determinante en la música alemana durante cerca de dos siglos y cuya primera mención documentada se remonta a 1561.
Hijo de Johann Ambrosius, trompetista de la corte de Eisenach y director de los músicos de dicha ciudad, la música rodeó a Johann Sebastian Bach desde el principio de sus días. A la muerte de su padre en 1695, se hizo cargo de él su hermano mayor, Johann Christoph, a la sazón organista de la iglesia de San Miguel de Ohrdruf. Bajo su dirección, el pequeño Bach se familiarizó rápidamente con los instrumentos de teclado, el órgano y el clave, de los que sería un consumado intérprete durante toda su vida.
J. S. Bach - Brandenburg Concertos 28/7/19
Su formación culminó en el convento de San Miguel de Lüneburg, donde estudió a los grandes maestros del pasado, entre ellos Heinrich Schütz, al tiempo que se familiarizaba con las nuevas formas instrumentales francesas que podía escuchar en la corte.
Toccata and Fugue in D Minor (Best Version Ever) 31/3/20
A partir de estos años, los primeros del siglo XVIII, Bach estaba ya preparado para iniciar su carrera como compositor e intérprete. Una carrera que puede dividirse en varias etapas, según las ciudades en las que el músico ejerció: Arnstadt (1703-1707), Mühlhausen (1707-1708), Weimar (1708-1717), Köthen (1717-1723) y Leipzig (1723-1750).
Lo mejor de Bach 31/3/21
Si en las dos primeras poblaciones, sobre todo en Mühlhausen, sus proyectos chocaron con la oposición de ciertos estamentos de la ciudad y las propias condiciones locales, en Weimar encontró el medio adecuado para el desarrollo de su talento. Nombrado organista de la corte ducal, Bach centró su labor en esta ciudad sobre todo en la composición de piezas para su instrumento músico: la mayor parte de sus corales, preludios, tocatas y fugas para órgano datan de este período, al que también pertenecen sus primeras cantatas de iglesia importantes.
Johann Sebastian Bach: Concertos For Oboe & Oboe D'Amore 28/7/20
En 1717 Johann Sebastian Bach abandonó su puesto en Weimar a raíz de haber sido nombrado maestro de capilla de la corte del príncipe Leopold de Anhalt, en Köthen, uno de los períodos más fértiles en la vida del compositor, durante el cual vieron la luz algunas de sus partituras más célebres, sobre todo en el campo de la música orquestal e instrumental: los dos conciertos para violín, los seis Conciertos de Brandemburgo, el primer libro de El clave bien temperado, las seis sonatas y partitas para violín solo y las seis suites para violoncelo solo.
Durante los últimos veintisiete años de su vida fue Kantor de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, cargo éste que comportaba también la dirección de los actos musicales que se celebraban en la ciudad. A esta etapa pertenecen sus obras corales más impresionantes, como sus dos Pasiones, la monumental Misa en si menor y el Oratorio de Navidad. En los últimos años de su existencia su producción musical descendió considerablemente debido a unas cataratas que lo dejaron prácticamente ciego.
Casado en dos ocasiones, con su prima Maria Barbara Bach la primera y con Anna Magdalena Wilcken la segunda, Bach tuvo veinte hijos, entre los cuales descollaron como compositores Wilhelm Friedemann Bach, Carl Philipp Emanuel Bach, Johann Christoph Friedrich Bach y Johann Christian Bach.
Pese a que tras la muerte del maestro en Leipzig (Alemania) el 28 de julio de 1750, su música, considerada en exceso intelectual, cayó en un relativo olvido, compositores de la talla de Mozart o Beethoven siempre reconocieron su valor. Recuperada por la generación romántica, desde entonces la obra de Johann Sebastian Bach ocupa un puesto de privilegio en el repertorio. La razón es sencilla: al magisterio que convierte sus composiciones en un modelo imperecedero de perfección técnica, se une una expresividad que las hace siempre actuales.
Filósofo y matemático francés. Después del esplendor de la antigua filosofía griega y del apogeo y crisis de la escolástica en la Europa medieval, los nuevos aires del Renacimiento y la revolución científica que lo acompañó darían lugar, en el siglo XVII, al nacimiento de la filosofía moderna.
El primero de los ismos filosóficos de la modernidad fue el racionalismo; Descartes, su iniciador, se propuso hacer tabla rasa de la tradición y construir un nuevo edificio sobre la base de la razón y con la eficaz metodología de las matemáticas. Su «duda metódica» no cuestionó a Dios, sino todo lo contrario; sin embargo, al igual que Galileo, hubo de sufrir la persecución a causa de sus ideas.
Biografía
René Descartes nacio en La Haye, Francia, el 31 de marzo de 1596 se educó en el colegio jesuita de La Flèche (1604-1612), por entonces uno de los más prestigiosos de Europa, donde gozó de un cierto trato de favor en atención a su delicada salud. Los estudios que en tal centro llevó a cabo tuvieron una importancia decisiva en su formación intelectual; conocida la turbulenta juventud de Descartes, sin duda en La Flèche debió cimentarse la base de su cultura. Las huellas de tal educación se manifiestan objetiva y acusadamente en toda la ideología filosófica del sabio.
Biografias Universales : René Descartes 11/2/20
El programa de estudios propio de aquel colegio (según diversos testimonios, entre los que figura el del mismo Descartes) era muy variado: giraba esencialmente en torno a la tradicional enseñanza de las artes liberales, a la cual se añadían nociones de teología y ejercicios prácticos útiles para la vida de los futuros gentilhombres. Aun cuando el programa propiamente dicho debía de resultar más bien ligero y orientado en sentido esencialmente práctico (no se pretendía formar sabios, sino hombres preparados para las elevadas misiones políticas a que su rango les permitía aspirar), los alumnos más activos o curiosos podían completarlos por su cuenta mediante lecturas personales.
.¿QUÉ ES EL DISCURSO DEL MÉTODO DE DESCARTES? 31/3/20
Años después, Descartes criticaría amargamente la educación recibida. Es perfectamente posible, sin embargo, que su descontento al respecto proceda no tanto de consideraciones filosóficas como de la natural reacción de un adolescente que durante tantos años estuvo sometido a una disciplina, y de la sensación de inutilidad de todo lo aprendido en relación con sus posibles ocupaciones futuras (burocracia o milicia). Tras su etapa en La Flèche, Descartes obtuvo el título de bachiller y de licenciado en derecho por la facultad de Poitiers (1616), y a los veintidós años partió hacia los Países Bajos, donde sirvió como soldado en el ejército de Mauricio de Nassau. En 1619 se enroló en las filas del Maximiliano I de Baviera.
63 Bonitas Frases de René Descartes [Narradas] . 2/5/20
Según relataría el propio Descartes en el Discurso del Método, durante el crudo invierno de ese año se halló bloqueado en una localidad del Alto Danubio, posiblemente cerca de Ulm; allí permaneció encerrado al lado de una estufa y lejos de cualquier relación social, sin más compañía que la de sus pensamientos. En tal lugar, y tras una fuerte crisis de escepticismo, se le revelaron las bases sobre las cuales edificaría su sistema filosófico: el método matemático y el principio del cogito, ergo sum. Víctima de una febril excitación, durante la noche del 10 de noviembre de 1619 tuvo tres sueños, en cuyo transcurso intuyó su método y conoció su profunda vocación de consagrar su vida a la ciencia.
Supuesto retrato de Descartes
Tras renunciar a la vida militar, Descartes viajó por Alemania y los Países Bajos y regresó a Francia en 1622, para vender sus posesiones y asegurarse así una vida independiente; pasó una temporada en Italia (1623-1625) y se afincó luego en París, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época.
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES 8/6/21
En 1628 decidió instalarse en Holanda, país en el que las investigaciones científicas gozaban de gran consideración y, además, se veían favorecidas por una relativa libertad de pensamiento. Descartes consideró que era el lugar más favorable para cumplir los objetivos filosóficos y científicos que se había fijado, y residió allí hasta 1649.
Los cinco primeros años los dedicó principalmente a elaborar su propio sistema del mundo y su concepción del hombre y del cuerpo humano. En 1633 debía de tener ya muy avanzada la redacción de un amplio texto de metafísica y física titulado Tratado sobre la luz; sin embargo, la noticia de la condena de Galileo le asustó, puesto que también Descartes defendía en aquella obra el heliocentrismo de Copérnico, opinión que no creía censurable desde el punto de vista teológico. Como temía que tal texto pudiera contener teorías condenables, renunció a su publicación, que tendría lugar póstumamente.
DESCARTES - LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO 31/3/21
El 8 de junio de 1637 Descartes publica su Discurso del Método proponía en el Discurso una duda metódica, que sometiese a juicio todos los conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos, la suya era una duda orientada a la búsqueda de principios últimos sobre los cuales cimentar sólidamente el saber. Este principio lo halló en la existencia de la propia conciencia que duda, en su famosa formulación «pienso, luego existo». Sobre la base de esta primera evidencia pudo desandar en parte el camino de su escepticismo, hallando en Dios el garante último de la verdad de las evidencias de la razón, que se manifiestan como ideas «claras y distintas».
El método cartesiano, que Descartes propuso para todas las ciencias y disciplinas, consiste en descomponer los problemas complejos en partes progresivamente más sencillas hasta hallar sus elementos básicos, las ideas simples, que se presentan a la razón de un modo evidente, y proceder a partir de ellas, por síntesis, a reconstruir todo el complejo, exigiendo a cada nueva relación establecida entre ideas simples la misma evidencia de éstas. Los ensayos científicos que seguían al Discurso ofrecían un compendio de sus teorías físicas, entre las que destaca su formulación de la ley de inercia y una especificación de su método para las matemáticas.
Los fundamentos de su física mecanicista, que hacía de la extensión la principal propiedad de los cuerpos materiales, fueron expuestos por Descartes en las Meditaciones metafísicas (1641), donde desarrolló su demostración de la existencia y la perfección de Dios y de la inmortalidad del alma, ya apuntada en la cuarta parte del Discurso del método. El mecanicismo radical de las teorías físicas de Descartes, sin embargo, determinó que fuesen superadas más adelante.
Conforme crecía su fama y la divulgación de su filosofía, arreciaron las críticas y las amenazas de persecución religiosa por parte de algunas autoridades académicas y eclesiásticas, tanto en los Países Bajos como en Francia. Nacidas en medio de discusiones, las Meditaciones metafísicas habían de valerle diversas acusaciones promovidas por los teólogos; algo por el estilo aconteció durante la redacción y al publicar otras obras suyas, como Los principios de la filosofía (1644) y Las pasiones del alma (1649).
Descartes con la reina Cristina de Suecia
Cansado de estas luchas, en 1649 Descartes aceptó la invitación de la reina Cristina de Suecia, que le exhortaba a trasladarse a Estocolmo como preceptor suyo de filosofía. Previamente habían mantenido una intensa correspondencia, y, a pesar de las satisfacciones intelectuales que le proporcionaba Cristina, Descartes no fue feliz en "el país de los osos, donde los pensamientos de los hombres parecen, como el agua, metamorfosearse en hielo". Estaba acostumbrado a las comodidades y no le era fácil levantarse cada día a las cuatro de la mañana, en plena oscuridad y con el frío invernal royéndole los huesos, para adoctrinar a una reina que no disponía de más tiempo libre debido a sus obligaciones. Los espartanos madrugones y el frío pudieron más que el filósofo, que murió de una pulmonía a principios de 1650, cinco meses después de su llegada. el 11 de febrero de 1650
La filosofía de Descartes
Descartes es considerado como el iniciador de la filosofía racionalista moderna por su planteamiento y resolución del problema de hallar un fundamento del conocimiento que garantice su certeza, y como el filósofo que supone el punto de ruptura definitivo con la escolástica. En el Discurso del método (1637), Descartes manifestó que su proyecto de elaborar una doctrina basada en principios totalmente nuevos procedía del desencanto ante las enseñanzas filosóficas que había recibido.
Convencido de que la realidad entera respondía a un orden racional, su propósito era crear un método que hiciera posible alcanzar en todo el ámbito del conocimiento la misma certidumbre que proporcionan en su campo la aritmética y la geometría. Su método, expuesto en el Discurso, se compone de cuatro preceptos o procedimientos: no aceptar como verdadero nada de lo que no se tenga absoluta certeza de que lo es; descomponer cada problema en sus partes mínimas; ir de lo más comprensible a lo más complejo; y, por último, revisar por completo el proceso para tener la seguridad de que no hay ninguna omisión.
René Descartes
El sistema utilizado por Descartes para cumplir el primer precepto y alcanzar la certeza es «la duda metódica». Siguiendo este sistema, Descartes pone en tela de juicio todos sus conocimientos adquiridos o heredados, el testimonio de los sentidos e incluso su propia existencia y la del mundo. Ahora bien, en toda duda hay algo de lo que no podemos dudar: de la misma duda. Dicho de otro modo, no podemos dudar de que estamos dudando. Llegamos así a una primera certeza absoluta y evidente que podemos aceptar como verdadera: dudamos.
Pienso, luego existo
La duda, razona entonces Descartes, es un pensamiento: dudar es pensar. Ahora bien, no es posible pensar sin existir. La suspensión de cualquier verdad concreta, la misma duda, es un acto de pensamiento que implica inmediatamente la existencia del "yo" pensante. De ahí su célebre formulación: pienso, luego existo (cogito, ergo sum). Por lo tanto, podemos estar firmemente seguros de nuestro pensamiento y de nuestra existencia. Existimos y somos una sustancia pensante, espiritual.
A partir de ello elabora Descartes toda su filosofía. Dado que no puede confiar en las cosas, cuya existencia aún no ha podido demostrar, Descartes intenta partir del pensamiento, cuya existencia ya ha sido demostrada. Aunque pueda referirse al exterior, el pensamiento no se compone de cosas, sino de ideas sobre las cosas. La cuestión que se plantea es la de si hay en nuestro pensamiento alguna idea o representación que podamos percibir con la misma «claridad» y «distinción» (los dos criterios cartesianos de certeza) con la que nos percibimos como sujetos pensantes.
Clases de ideas
Descartes pasa entonces a revisar todos los conocimientos que previamente había descartado al comienzo de su búsqueda. Y al reconsiderarlos observa que las representaciones de nuestro pensamiento son de tres clases: ideas «innatas», como las de belleza o justicia; ideas «adventicias», que proceden de las cosas exteriores, como las de estrella o caballo; e ideas « ficticias», que son meras creaciones de nuestra fantasía, como por ejemplo los monstruos de la mitología.
René Descartes
Las ideas «ficticias», mera suma o combinación de otras ideas, no pueden obviamente servir de asidero. Y respecto a las ideas «adventicias», originadas por nuestra experiencia de las cosas exteriores, es preciso obrar con cautela, ya que no estamos seguros de que las cosas exteriores existan. Podría ocurrir, dice Descartes, que los conocimientos «adventicios», que consideramos correspondientes a impresiones de cosas que realmente existen fuera de nosotros, hubieran sido provocados por un «genio maligno» que quisiera engañarnos. O que lo que nos parece la realidad no sea más que una ilusión, un sueño del que no hemos despertado.
Del Yo a Dios
Pero al examinar las ideas «innatas», sin correlato exterior sensible, encontramos en nosotros una idea muy singular, porque está completamente alejada de lo que somos: la idea de Dios, de un ser supremo infinito, eterno, inmutable, perfecto. Los seres humanos, finitos e imperfectos, pueden formar ideas como la de "triángulo" o "justicia". Pero la idea de un Dios infinito y perfecto no puede nacer de un individuo finito e imperfecto: necesariamente ha sido colocada en la mente de los hombres por la misma Providencia. Por consiguiente, Dios existe; y siendo como es un ser perfectísimo, no puede engañarse ni engañarnos, ni permitir la existencia de un «genio maligno» que nos engañe, haciéndonos creer que es real un mundo que no existe. El mundo, por lo tanto, también existe. La existencia de Dios garantiza así la posibilidad de un conocimiento verdadero.
Esta demostración de la existencia de Dios constituye una variante del argumento ontológico empleado ya en el siglo XII por San Anselmo de Canterbury, y fue duramente atacada por los adversarios de Descartes, que lo acusaron de caer en un círculo vicioso: para demostrar la existencia de Dios y así garantizar el conocimiento del mundo exterior se utilizan los criterios de claridad y distinción, pero la fiabilidad de tales criterios se justifica a su vez por la existencia de Dios. Tal crítica apunta no sólo a la validez o invalidez del argumento, sino también al hecho de que Descartes no parece aplicar en este punto su propia metodología.
Res cogitans y res extensa
Admitida la existencia del mundo exterior, Descartes pasa a examinar cuál es la esencia de los seres. Introduce aquí su concepto de sustancia, que define como aquello que «existe de tal modo que sólo necesita de sí mismo para existir». Las sustancias se manifiestan a través de sus modos y atributos. Los atributos son propiedades o cualidades esenciales que revelan la determinación de la sustancia, es decir, son aquellas propiedades sin las cuales una sustancia dejaría de ser tal sustancia. Los modos, en cambio, no son propiedades o cualidades esenciales, sino meramente accidentales.
René Descartes
El atributo de los cuerpos es la extensión (un cuerpo no puede carecer de extensión; si carece de ella no es un cuerpo), y todas las demás determinaciones (color, forma, posición, movimiento) son solamente modos. Y el atributo del espíritu es el pensamiento, pues el espíritu «piensa siempre». Existe, por lo tanto, una sustancia pensante (res cogitans), carente de extensión y cuyo atributo es el pensamiento, y una sustancia que compone los cuerpos físicos (res extensa), cuyo atributo es la extensión, o, si se prefiere, la tridimensionalidad, cuantitativamente mesurable en un espacio de tres dimensiones. Ambas son irreductibles entre sí y totalmente separadas. Es lo que se denomina el «dualismo» cartesiano.
En la medida en que la sustancia de la materia y de los cuerpos es la extensión, y en que ésta es observable y mesurable, ha de ser posible explicar sus movimientos y cambios mediante leyes matemáticas. Ello conduce a la visión mecanicista de la naturaleza: el universo es como una enorme máquina cuyo funcionamiento podremos llegar a conocer mediante el estudio y descubrimiento de las leyes matemáticas que lo rigen.
La comunicación de las sustancias
La separación radical entre materia y espíritu es aplicada rigurosamente, en principio, a todos los seres. Así, los animales no son más que máquinas muy complejas. Sin embargo, Descartes hace una excepción cuando se trata del hombre. Dado que está compuesto de cuerpo y alma, y siendo el cuerpo material y extenso (res extensa), y el alma espiritual y pensante (res cogitans), debería haber entre ellos una absoluta incomunicación.
No obstante, en el sistema cartesiano esto no ocurre, sino que el alma y el cuerpo se comunican entre sí, no al modo clásico, sino de una manera singular. El alma está asentada en la glándula pineal, situada en el encéfalo, y desde allí rige al cuerpo como «el nauta rige la nave», por medio de los espíritus animales, sustancias intermedias entre espíritu y cuerpo a manera de finísimas partículas de sangre, que transmiten al cuerpo las órdenes del alma. La solución de Descartes no resultó satisfactoria, y el llamado problema de la comunicación de las sustancias sería largamente discutido por los filósofos posteriores.
Su influencia
Tanto por no haber definido satisfactoriamente la noción de sustancia como por el franco dualismo establecido entre las dos sustancias, Descartes planteó los problemas fundamentales de la filosofía especulativa europea del siglo XVII. Entendido como sistema estricto y cerrado, el cartesianismo no tuvo excesivos seguidores y perdió su vigencia en pocas décadas. Sin embargo, la filosofía cartesiana se convirtió en punto de referencia para gran número de pensadores, unas veces para intentar resolver las contradicciones que encerraba, como hicieron los pensadores racionalistas, y otras para rebatirla frontalmente, como los empiristas.
Así, Nicolás Malebranche intentó, con su doctrina ocasionalista, conciliar el cartesianismo con la filosofía de San Agustín. El filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz y el holandés Baruch Spinoza establecieron formas de paralelismo psicofísico para explicar la comunicación entre cuerpo y alma. Spinoza, de hecho, fue aún más lejos, y afirmó que existía una sola sustancia, que englobaba en sí el orden de las cosas y el de las ideas, y de la que la res cogitans y la res extensa no eran sino atributos, con lo que se llegaba al panteísmo.
Desde un punto de vista completamente opuesto, los empiristas británicos Thomas Hobbes, John Locke y David Hume negaron que la idea de una sustancia espiritual fuera demostrable; afirmaron que no existían ideas innatas y que la filosofía debía reducirse al terreno de lo conocido por la experiencia. La concepción cartesiana de un universo mecanicista, en fin, influyó decisivamente en la génesis de la física clásica, cuyo hito fundacional sería la publicación de los Principios matemáticos de la filosofía natural (1687), obra en que Newton estableció los tres principios fundamentales de la dinámica, también llamados leyes de Newton.
No resulta exagerado afirmar, en suma, que si bien Descartes no llegó a resolver muchos de los problemas que planteó, tales problemas se convirtieron en cuestiones centrales de la filosofía occidental. En este sentido, la filosofía moderna (racionalismo, empirismo, idealismo, materialismo, fenomenología) puede considerarse como un desarrollo o una reacción al cartesianismo.
Filósofo, médico y teólogo judío de al-Ándalus, fue la principal figura intelectual del judaísmo. Sus contribuciones a
la religión, filosofía y medicina han influido en eruditos judíos y no
judíos por igual
Moses Ben Maimón, nació el 30 de de marzo de 1135 en una distinguida familia de Córdoba (España). El jóven Moses
estudió con su instruído padre Maimón, y otros maestros y ya desde
pequeño asombró a sus profesores por su notable profundidad y
versatilidad. Antes de cumplir 13 años, su pacífico mundo fue
repentinamente perturbado por los estragos de la guerra y la
persecución.
Como parte de la España islámica,
Córdoba había concedido a sus ciudadanos la plena libertad religiosa.
Pero entonces el mundo mediterráneo islámico fue sacudido por una secta
islámica revolucionaria y fanático, los Almohades (unitarios), que
capturaron Córdoba en 1148, dejando a los judíos frente a la sombría
alternativa de convertirse al Islam o abandonar la ciudad. Los Maimon
practicaban su judaísmo en la intimidad de sus hogares, mientras que, en
la medida de lo posible, disimulaban sus formas en público para
aparecer como musulmanes. Permanecieron en Córdoba por unos 11 años, y
Maimónides continuó su educación en estudios judaicos y en las
disciplinas científicas, en boga en ese momento.
Cuando esta doble vida resultó ser demasiado complicada, hacia 1159 la familia Maimón
finalmente abandonó la ciudad para instalarse en Fez, Marruecos. Aunque
también estaba bajo el dominio almohade, Fez era más prometedora que
Córdoba porque ya que allí eran extraños, su fachada tendría más
probabilidades de pasar desapercibida. Moses continuó
sus estudios en sus temas favoritos: estudios rabínicos, filosofía
griega y medicina. Fez resultó ser no más que un breve respiro ya que,
en 1165, el rabino Judah Ibn Shoshan, con el que Moses
había estudiado, fue detenido por practicar el judaísmo y ejecutado
luego de ser encontrado culpable. Esta fue una señal para la familia de
que era hora de emigrar nuevamente, esta vez a Palestina ciudad que, sin
embargo atravesaba una depresión económica y no podía ofrecerles una
adecuada subsistencia. Al cabo de unos meses se mudaron a Egipto,
estableciéndose en Fustat, cerca de El Cairo. Allí los judíos eran
libres de practicar su fé abiertamente y la familia encontró un refugio
contra el acoso y la persecución. Sin embargo, pronto llegaron los
problemas personales.
Maimónides: El gran filósofo de Al-Ándalus
Su padre murió poco después de la llegada a Egipto. Su hermano menor, David, un próspera comerciante de joyas del que Moses dependía económicamente, murió en un naufragio, llevando toda la fortuna familiar con él; Moses
quedó entonces como el único sostén de su familia. No podía convertirse
en rabino ya que en esos días el rabinato era concebido como un
servicio público que no ofrecía ninguna remuneración a sus practicantes.
Presionado por la necesidad económica, aprovechó sus estudios de
medicina y se convirtió en médico practicante. Su fama como médico se
extendió rápidamente, y pronto ya era médico de la corte del sultán
Saladino, y de su hijo al-Afdal. También continuó la práctica privada y
daba conferencias ante sus colegas médicos en el hospital estatal. Al
mismo tiempo, se convirtió en dirigente de la comunidad judía, enseñando
en público y ayudando a su gente con sus problemas personales y
comunales.
Maimónides se casó ya grande, tuvo un hijo, Abraham, que dejó su propia marca en el mundo de la erudición judía.
Los escritos de Maimónides fueron numerosas y variadas. Su primera obra, compuesta en árabe a la edad de 16 años, fue el Millot ha-Higgayon ("Tratado
sobre la terminología lógica"), es un estudio de varios términos
técnicos que se emplean en la lógica y la metafísica. Otra de sus
primeras obras, también en árabe, fue el "Ensayo sobre el Calendario" (título hebreo: Ma'amar ha'ibur).
La primera de sus grandes obras, que inició a la edad de 23 años, fue su comentario sobre la Mishná, Kitab al-Siraj,
también escrito en árabe. La Mishná es un compendio de decisiones en la
ley judía que data de los primeros tiempos hasta el siglo III. La
característica más llamativa de la obra es una serie de ensayos
introductorios que se ocupan de cuestiones filosóficas generales
abordadas en esta Mishná. Uno de estos ensayos se resume las enseñanzas
del judaísmo en un credo de Trece artículos de Fé.
Maimónides: El gran filósofo de Al-ÁndalusAñadir leyenda
Completo el comentario sobre la
Mishná a la edad de 33 años, comenzando a continuación su obra magna, el
código de la ley judía, en el que también trabajó durante 10 años. Con
el título Mishne Torá ("La Torá Revisada") y escrito en
un estilo hebreo lúcido, el código ofrece una brillante sistematización
de toda la ley y doctrina judía. Escribió otras dos obras de menor
alcance sobre la ley judía: Sefer ha-mitzwot (libro de los Preceptos), un resumen de la ley para un lector menos sofisticado, escrito en árabe; y Hilkhot ha-Yerushalmi ("Leyes de Jerusalén"), un compendio de las leyes del Talmud palestino, escritos en hebreo.
MAIMONIDES 30/3/21
Su siguiente obra importante, que
comenzó en 1176 y en la que trabajó durante 15 años, fue su clásico de
la filosofía religiosa, La Guía para los Perplejos, más tarde conocido bajo su título hebreo Moreh nevukhim y
traducida al hebreo durante su vida y posteriormente al latín y la
mayoría de los idiomas europeos. También escribió una serie de obras
menores, ensayos ocasionales obre los problemas que enfrentaba la
comunidad judía, y mantuvo una extensa correspondencia con académicos,
estudiantes y líderes de la comunidad.
Maimónides se quejaba
a menudo de que las presiones de sus muchas obligaciones le privaban de
paz y minaban su salud. Murió el 13 de diciembre de 1204 y fue sepultado en Tiberíades, en
Tierra Santa, donde su tumba sigue siendo un santuario vivitado por un
flujo constante de devotos peregrinos.
Religioso
español, defensor de los derechos de los indígenas en los inicios de la
colonización de América. Nacio en Sevilla el 24 de agosto de 1474. Tuvo una formación más bien autodidacta,
orientada hacia la teología, la filosofía y el derecho. Pasó a las
Indias en 1502, diez años después del descubrimiento de América;
en La Española (Santo Domingo) se ordenó sacerdote en 1512 (fue el
primero que lo hizo en el Nuevo Mundo) y un año después marchó como
capellán en la expedición que conquistó Cuba.
Conmovido por los abusos de los colonos
españoles hacia los indígenas y por la gradual extinción de éstos,
Bartolomé de Las Casas emprendió desde entonces una campaña para
defender los derechos humanos de los indios; para dar ejemplo, empezó
por renunciar él mismo a la encomienda que le había concedido el
gobernador de Cuba, denunciando dicha institución castellana como una
forma de esclavitud encubierta de los indios (1514).
Bartolomé de Las Casas
Insistiendo en la evangelización como única
justificación de la presencia española en América, propuso a la Corona
reformar las Leyes de Indias, que en la práctica se habían demostrado
ineficaces para poner coto a los abusos. Las Casas proyectaba suprimir
la encomienda como forma de premiar a los colonos y replantear la
colonización del continente sobre la base de formar comunidades mixtas
de indígenas y campesinos castellanos (hacia una economía colonial más
agrícola que minera); para la isla de La Española, dado el hundimiento
de la población indígena y su supuesta incapacidad para el trabajo,
sugería una colonización enteramente castellana, reforzada con la
importación de esclavos negros africanos (cuya explotación consideraba
legítima, en un exceso de celo por proteger a los indios).
Bartolomé de Las Casas
El acceso al trono de Carlos I de España
permitió a Las Casas ser escuchado en la corte, de manera que en 1520
la Corona le encargó un plan de colonización en Tierra Firme según sus
propuestas; pero el proyecto fracasó por la resistencia de los indios,
las represalias de los colonizadores y la mala selección del personal
(se enrolaron muchos participantes en el movimiento de las Comunidades
de Castilla, huyendo de la persecución consiguiente a su derrota);
obligado a transigir en los principios para obtener apoyos locales,
acabó por desistir del empeño en 1522.
BARTOLOMÉ DE LAS CASAS "PROTECTOR DE LOS INDIOS" 30/3/20
Por entonces decidió ingresar en la orden
dominicana (1523) por motivos religiosos y estratégicos, pues dicha
orden venía defendiendo la dignidad de los indios desde el comienzo de
la conquista, mientras que los franciscanos sostenían el punto de vista
de los colonizadores. En 1537-38 dirigió otra empresa de colonización
en Guatemala, esta vez con más éxito, pues obtuvo el control del
territorio por medios pacíficos y desterró de allí la práctica de la
encomienda, aunque el tributo indígena que implantó en su lugar conducía
muchas veces a la servidumbre personal como forma de pago.
Bartolome de las Casas 1 de 3 . 24/8/19
Las ideas de Las Casas tuvieron eco en la metrópoli,
donde hacia 1540 se desató el debate sobre los títulos con los que
España ejercía el dominio sobre las Indias. De la misma época data la
revisión de la legislación indiana, con la adopción de las llamadas
Leyes Nuevas (1542-43), en las que quedaron reflejados algunos puntos de
vista lascasianos: la consideración de los indios como hombres libres
que no podían ser esclavizados ni sometidos a trabajos penosos y la
prohibición de crear nuevas encomiendas, disolviendo de inmediato las de
eclesiásticos y oficiales reales.
El 30 de marzo de 1544 fue consagrado Obispo de Chiapas (México) en el convento dominico de San Pablo, de Sevilla, aunque la hostilidad de sus feligreses por sus
rigurosas exigencias morales le hizo regresar a Castilla en 1547 para no
volver nunca. Una nueva controversia sostenida con Juan Ginés de Sepúlveda
acerca de la licitud de la guerra contra infieles a los que no se
hubiera dado a conocer el Evangelio (1550) se plasmó en las
Instrucciones de 1556, que exigieron de los colonizadores españoles una
actitud pacífica y misional hacia los pueblos de América aún no
conquistados.
Desde 1551 hasta su muerte en Madrid el 18 de julio de 1566, Las Casas fue nombrado
procurador de indios, con la misión de transmitir a las autoridades las
quejas de la población indígena de toda la América española.
Insatisfecho con lo logrado y dispuesto a seguir luchando (a pesar de
recibir una pensión vitalicia de la Corona), Las Casas publicó en 1552
una serie de escritos críticos, entre los que se incluía la Brevísima relación de la destrucción de las Indias;
en ella denunciaba los abusos de la colonización española con una
amplitud de miras incomprensible para su época, pero con tal acritud que
sería empleada con fines propagandísticos por los enemigos de los
Habsburgo, contribuyendo a engrosar la llamada «leyenda negra».
Pintor holandés uno de los principales exponentes del postimpresionismo.. En las décadas finales del siglo
XIX, el impresionismo marcó el inicio de una profunda renovación de las artes plásticas que tendría continuidad en
la sucesión de ismos o corrientes del arte
contemporáneo. Algunos de los mejores maestros de este periodo, sin
embargo,
no pueden encasillarse en ninguna escuela, y abrieron por sí
solos nuevos caminos; entre ellos, el holandés Vincent van Gogh ocupa
una posición señera.
Encarnación del artista torturado e incomprendido, Van Gogh
no llegó a vender más que uno de aquellos centenares de cuadros
suyos que actualmente alcanzan desorbitadas cotizaciones en las
subastas. El reconocimiento de su obra no empezó hasta un año después
de su muerte, a raíz de una exposición retrospectiva organizada
por el Salón de los Independientes; en nuestros días,
Van Gogh es considerado unánimemente uno de los grandes genios
de la pintura moderna. Su producción ejerció una influencia
decisiva en todo el arte del siglo XX, especialmente en el
fauvismo y el expresionismo; y tras más de un siglo de experimentos
artísticos,
la pincelada tosca y atormentada del artista holandés,
alimentada por el vigor de su pasión interior, conserva toda su
fascinante
fuerza expresiva.
Detalle de un Autorretrato de 1890
Biografía
Vincent van Gogh nacio en Groot-Zundert, Países Bajos, el 30 de marzo de 1853, era el mayor de los seis hijos de un pastor
protestante, y mantuvo con su hermano Theo, cuatro años menor que él,
una relación que sería determinante en su existencia y en su
trayectoria artística. La correspondencia que ambos intercambiaron
a lo largo de sus vidas testimonia la intimidad de esta relación
y las pasiones y angustias humanas y creativas que atormentaron
a Van Gogh en sus últimos años. Tras recibir una esmerada
educación en un internado privado, a los dieciséis años
entró como aprendiz en la filial de La Haya de la galería de
arte parisina Goupil, una sociedad de comerciantes de arte fundada por
su tío Vincent.
Noche estrellada (1889)
En 1873 pasó a la sucursal de la galería Goupil en Londres, donde
hubo de padecer el primero de sus fracasos sentimentales; en
1875 fue trasladado a la filial parisina; en 1876 se despidió y
regresó a Holanda. Trabajó después como profesor, ayudante
de un pastor metodista y empleado de una librería; ninguno de
estos empleos le duró mucho tiempo. Por aquel entonces sentía
sobre todo la necesidad espiritual de entregarse a sus
semejantes; de hecho, siempre había querido ser pastor, como su padre, y
tal vocación
lo llevó a Ámsterdam para seguir los estudios de teología, que
suspendió.
Biografía Vincent Van Gogh 30/3/21
Pasó entonces a la Escuela de Evangelización Práctica de Bruselas, y
en 1878 fue enviado por sus superiores a la zona minera
del Borinage. Establecido en el pueblo de Pâturages, próximo a
Mons, realizó una serie de dibujos de los mineros. La Escuela
de Evangelización lo expulsó por su excesiva implicación:
impresionado por sus infrahumanas penurias, Van Gogh llegó a
dar a los mineros lo poco que tenía y a vivir más pobremente que
ellos.
Van Gogh pintando girasoles (1888), de Paul Gauguin
El contacto con tal miseria y desolación socavó su fe, y Van Gogh
pasó esta crisis espiritual vagando por Francia y Bélgica
y escribiendo a su hermano Theo, que ocupaba ahora su antiguo
empleo en la galería Goupil de París. Animado por Theo, en 1880 decidió
dedicarse
a la pintura y fue a Bruselas, donde conoció al pintor Anthon
Van Rappard (con quien mantendría una larga relación) y llevó a
cabo las primeras copias de Millet.
Biografía de Vincent van Gogh🎨 Quién fue ¿Que Hizo?😱Historia de Vincent van Gogh 27/7/21
Tras otro fracaso sentimental con su prima Kate, conoció a
una prostituta llamada Sien, cuyos infortunios despertaron su siempre
infinita
compasión. En 1882 vivió en Schenkweg con Sien y con sus hijos,
que tomó a su cargo; seguía dibujando, y realizó sus
primeros cuadros. Tras descubrir Theo su relación con Sien,
rompió con ella a instancias de su hermano y marchó al norte,
donde permaneció hasta finales de 1883. Fue luego a Nuenen,
donde se aproximó de nuevo a su familia y pintó febrilmente; de
esos dos años (1884-1885) son sus primeras telas de importancia.
Cuadros como Los comedores de patatas (1885), diversas
representaciones
de tejedores y cabezas y figuras de campesinos forman, junto
con innumerables dibujos, el conjunto de obras de esta etapa de
formación.
En 1886 se reunió con su hermano en París; allí, en la
capital artística de Europa, el contacto con el impresionismo
reorientó visiblemente su estilo. Se relacionó con los
impresionistas y postimpresionistas en la tienda de colores del "père
Tanguy" (de quien pintó el conocido retrato) y descubrió el arte
japonés. Su hermano le presentó a Camille Pissarro,
Georges Seurat y Paul Gauguin; conoció asimismo a Toulouse-Lautrec
y Émile Bernard, y bajo ese nuevo ambiente llegaría a la
definición de su pintura. Su paleta se tornó definitivamente
clara y colorista y sus composiciones menos tradicionales, dando forma
a su personal visión del postimpresionismo.
Genios de la Pintura 13 de 024 Van Gogh [Documental] 29/7/20
Los consejos de su hermano y su interés por el color y por la
captación de la naturaleza lo indujeron a trasladarse en febrero
de 1888 a Arlés, en la soleada Provenza, donde su obra fue
progresivamente expresando con mayor claridad sus sentimientos sobre lo
representado
y sus propios estados de ánimo. Trabajó intensamente, pintó la
mayoría de sus telas más célebres y puras
y escribió sus páginas más claras y profundas. Pero la soledad
se le hacía insoportable, y con el propósito
de formar un taller colectivo, Van Gogh alquiló una casa donde
invitó a los artistas con quienes compartía intereses.
¿Cómo perdió la oreja Vincent Van Gogh? 23/12/20
A instancias suyas, Paul Gauguin
se instaló en la "casa amarilla" (así llamada por el color de sus
paredes)
en octubre de 1888, pero la relación
fue haciéndose
más y más difícil por el fuerte temperamento de ambos. En el
transcurso de una discusión, Van Gogh llegó a atacar
a Gauguin con una navaja de afeitar; luego, arrepentido de aquel
arranque el 23 de diciembre de 1888, se cortó el lóbulo de la oreja para expiar su culpa y
lo hizo llegar a Gauguin, quien, lejos de conmoverse ante
aquella muestra de contrición, lo juzgaba ya como un loco peligroso con
el que
no tenía ninguna intención de convivir. De este confuso lance
(pues existen otras versiones del mismo) dan fe dos célebres
autorretratos del pintor con una oreja vendada; en el segundo de
ellos aparece fumando melancólicamente su pipa, ensimismado y sombrío.
Autorretrato con la oreja cortada y pipa (1889)
Tras la marcha de Gauguin, Theo le visitó e hizo que
ingresara en el hospital de Arlés. En mayo de 1889, ante el temor a
perder
su capacidad para trabajar, pidió ser ingresado en el hospital
psiquiátrico de Saint-Rémy-de-Provence, donde permaneció doce
meses. También en este período Van Gogh pintó intensamente; tras
sufrir diversos ataques y ante la imposibilidad de salir
al exterior, realizó obras relacionadas con el hospital,
retratos de médicos y reinterpretaciones de obras de Rembrandt, Delacroix
y Millet. La pérdida de contacto con la realidad y una
progresiva sensación de tristeza son las claves de este período, durante
el cual desarrolló un estilo basado en formas dinámicas y en el
uso vigoroso de la línea, de lo cual resultó una pintura
más intrépida y visionaria que la de Arlés.
Sin conseguir superar el estado de melancolía y soledad en
que se encontraba, en mayo de 1890 se trasladó a París para
visitar a su hermano Theo. Por consejo de éste viajó a
Auvers-sur-Oise, donde fue sometido a un tratamiento homeopático por
el doctor y pintor aficionado Paul-Ferdinand Gachet. En este
pequeño pueblo retrató el paisaje y sus habitantes, intentando captar
su espíritu. Su estilo evolucionó formalmente hacia una pintura
más expresiva y lírica, de formas imprecisas y colores
más brillantes.
La siesta (1890)
Pese a que unos meses más tarde el doctor Gachet consideró
que se encontraba plenamente curado, su estado de ánimo no
mejoró; asediado por sentimientos de culpa debidos a la
dependencia de su hermano Theo y a su fracaso como artista, su espíritu
se encontraba irremediablemente perturbado por una tristeza
inconsolable. El 27 de julio de 1890, en el silencio de los campos bajo
el sol, Van
Gogh se descerrajó un disparo
en el pecho; murió dos días más tarde, sin haber cumplido los
treinta y siete años. Al cabo de seis meses, sumido en
el dolor, le siguió su hermano Theo, enterrado a su lado en el
pequeño cementerio de Auvers.
La obra de Van Gogh
Menos de diez años de dedicación a la pintura bastaron para
otorgar a Van Gogh un lugar entre los genios de la
historia del arte, y es difícil imaginar cuál hubiera sido su
aportación de no haber truncado él mismo su trayectoria.
Debe decirse, sin embargo, que su dedicación fue tan breve como
ardiente: componen su legado más de ochocientos cuadros, además
de numerosos dibujos y aguafuertes. Las obras realizadas antes
de su estancia en París conforman lo que podría llamarse el periodo
oscuro del pintor; de hecho, sus primeras telas importantes
datan de los dos años inmediatamente anteriores a su llegada a la
capital francesa
(1884-1885). Admirador entusiasta de Millet, Van Gogh retrató con rudeza en estas primeras obras el sufrimiento
de los trabajadores humildes sometidos a considerables esfuerzos físicos y sus miserables condiciones de vida.
Los comedores de patatas (1885)
La obra más ambiciosa y que mejor refleja esta etapa del pintor es Los comedores de patatas
(1885, Museo Vincent van Gogh, Ámsterdam).
Cinco personajes se reúnen a las siete de la tarde en un lúgubre
comedor para tomar patatas y café. Con crudeza y dramatismo,
Van Gogh transmite en los rostros deformados una miseria sin
esperanza. Una tenue lámpara de gas ilumina levemente los alimentos,
la mesa y los cuatro personajes del fondo. En primer plano, a
contraluz, se halla una mujer en una escala exageradamente reducida.
Las facciones son caricaturescas, los cuerpos deformes y el
ambiente claustrofóbico. Desde el punto de vista formal, la obra se
caracteriza
por pinceladas gruesas y agitadas en tonos muy oscuros. La
identificación del artista con el sufrimiento de los pobres y marginados
encuentra
su vehículo en esta inmediatez de los medios pictóricos
utilizados, totalmente ajenos a los convencionalismos academicistas.
En París
El mismo año que Georges Seurat presentó al público Tarde de domingo en la isla de
la Grande Jatte (1886),
Van Gogh llegó a París, donde permaneció hasta 1888. Durante
esos dos años su estilo pictórico cambió de
modo radical: se alejó de la tradición holandesa para inclinarse
por las tonalidades claras, por los colores puros y por las pequeñas
pinceladas divisionistas que le enseñaron Camille Pissarro y Paul Signac.
A pesar de que sus inclinaciones por la disciplina divisionista
fueron escasas, aprendió, sin embargo, la importancia de la pincelada y
la yuxtaposición de colores,
que utilizaría posteriormente para fines más subjetivos y
personales.
Autorretrato con sombrero de paja (1887-88)
Uno de los cuadros representativos de la estancia en París es el Autorretrato con sombrero de paja
(1887-88, Museo de Arte Metropolitano,
Nueva York). La paleta y las pinceladas evidencian la influencia
del divisionismo o puntillismo, especialmente el practicado en las
obras de Seurat
y Signac. Van Gogh consigue en esta obra una total asimilación
de los principios neoimpresionistas, y el autorretrato refleja el fuerte
temperamento de quien, en diciembre de 1885, había escrito a su
hermano: "Prefiero pintar ojos de seres humanos en vez de catedrales,
ya que hay algo en los ojos que no está en las catedrales, no
importa lo solemne e imponentes que éstas puedan ser. El alma de un
hombre, así sea la de un pobre vagabundo, es más interesante
para mí".
Arlés
En febrero de 1888 Van Gogh se trasladó a la localidad de
Arlés, en el sur de Francia. Pretendía encontrar allí la
luminosidad que tanto había admirado en los grabados japoneses.
Le fascinaron el sol deslumbrante, el cielo azul intenso y la viveza de
los colores. Realidad y pintura parecían ponerse de acuerdo;
atrás quedaban los cielos cubiertos de Holanda, Bélgica y París.
En Sembrador con el sol poniente (1888, Museo Vincent
van Gogh, Ámsterdam), el sol meridional irradia los campos con su
energía,
mientras un campesino -inspirado en Millet- siembra la tierra.
La obra expresa la alegría del autor ante un lugar que estimuló su
fuerza creativa y le permitió avanzar en su trabajo artístico.
Sembrador con el sol poniente (1888)
Van Gogh intentó convencer a Émile Bernard y Paul Gauguin para que se trasladaran a vivir a este paraíso meridional y crear,
así, una pequeña comunidad de artistas. Vincent se dejó seducir por los contornos nítidos y los extensos planos de
color puro que caracterizaba el estilo de sus compañeros, y se dejó influir por ellos en obras como El café de noche de
Arlés (1888, Yale University Art Gallery, New Haven, Connecticut).
Pero Van Gogh, instalado en Arlés ocho meses antes de la
llegada de Gauguin, había encontrado su propio estilo más allá del
impresionismo y del divisionismo. Las divergencias y
enfrentamientos entre ambos artistas fueron múltiples. Gauguin rechazaba
los empastes
que Van Gogh utilizaba porque le parecían desordenados; se veía a
sí mismo como un primitivo refinado, mientras que consideraba
a Vincent un artista impulsivo y romántico.
En una serie que tenía como tema Les Alyscamps, un parque de Arlés, Van Gogh siguió los consejos de Gauguin de hacer una
pintura "de memoria", inspirada en el cuadro Mujeres en el jardín (1888, Art Institute, Chicago) pintado por su
compañero.
Es también el caso de Mujeres de Arlés (1888, Museo del
Hermitage, San Petersburgo), uno de los escasos trabajos del artista
no creados al natural. Gauguin le imponía con insistencia tal
procedimiento, el cual terminaría siendo otro motivo de desavenencia
artística entre ambos maestros, ya que Van Gogh consideraba que
el trabajo al natural era el único medio a través del cual
podía expresar sus ideas.
Mujeres de Arlés (1888)
Mujeres de Arlés también es conocido con el título Recuerdo del jardín de Etten
(pequeña
ciudad del norte de Holanda en la que trabajó el pintor algún
tiempo). Probablemente fue este hecho, el del recuerdo, el que hizo
innecesario el trabajo al natural. Las figuras y el paisaje se
extienden sin profundidad, paralelamente a la superficie del lienzo, en
zonas peculiares,
de acuerdo a un método adquirido de los pintores japoneses. A
primera vista parece que el cuadro está pintado en anchas extensiones
de colores, pero una mirada atenta nos demuestra que estas
extensiones están saturadas de pequeñas y precipitadas pinceladas, que
crean el dinamismo interno de las formas y las hace sumamente
expresivas. Los rostros de las mujeres, pensativos y tristes, transmiten
al espectador
un sentimiento de angustia.
En el plano artístico, su estancia de poco más de un año en Arlés se tradujo en unos doscientos lienzos. La
habitación de Van Gogh en Arlés (1889, Museo de Orsay,
París) es uno de los más célebres. Representa el
dormitorio del pintor, tema que trató en varias ocasiones con el
deseo de expresar la idea de un "completo descanso" a través únicamente
del uso de colores claros y empastados. En él, con una extrema
concisión, el pintor mostró el ambiente de la pieza, amueblada
con suma sencillez con una cama, una mesa, dos sillas, un
espejo, varios cuadros y dos dibujos. Una de las versiones de este
lienzo fue acabada
por Van Gogh en 1889, durante su estancia en el asilo de
Saint-Rémy-de-Provence.
La habitación de Van Gogh en Arlés (1889)
De la estancia en Arlés hay que destacar también otras obras famosísimas: Los girasoles
(1888,
National Gallery, Londres) formaba parte de una serie destinada a
decorar el estudio donde trabajaban juntos Van Gogh y Gauguin; en
algunos de
los lienzos las flores están colocadas sobre un fondo azul, pero
en éste todo está pintado en distintas gamas de amarillo,
color que en el artista se asocia a la luz del sol y a la
felicidad. Pintó también paisajes, naturalezas muertas y retratos, así
como
sus conocidos lienzos de campos de trigo luminosos y
resplandecientes bajo un cielo azul intenso.
27 cuadros de Van Gogh con música de Beethoven HD 29/7/19
Los últimos años
Cuando a principios de diciembre de 1888 Gauguin realizó un retrato de Vincent, Van Gogh pintando girasoles
(1888, Museo Vincent
van Gogh, Ámsterdam), Van Gogh creyó ver representada su propia
locura. Después, con el lance turbulento de la mutilación
de la oreja (nunca del todo esclarecido) terminó una tempestuosa
convivencia de dos meses y, con ella, la utopía de crear una comunidad
de artistas en el sur de Francia. Todo ello lo sumió en una
gravísima crisis mental que acabaría con su internamiento en un
hospital.
Van Gogh sufriría desde entonces varias crisis nerviosas,
aunque sólo ocasionalmente afectaron a su acelerado ritmo de trabajo;
estuvo internado, primero, en el sanatorio mental de Saint-Rémy,
y luego, bajo la atención del doctor Gachet, en Auvers-sur-Oise.
En los varios cuadros que dedicó a su médico (como el Retrato del doctor Gachet,
1890, Museo de Orsay, París) subraya
su pasividad y melancolía en un gesto plenamente romántico. Las
obras de este período final acusan un fuerte contraste y reflejan
su íntima desdicha y los tormentos interiores que le afligían;
el tratamiento formal, nervioso y desasosegado hasta el paroxismo,
las pinceladas gruesas y ondulantes y los bruscos colores de su
paleta expresan su zozobra.
Detalle de un Autorretrato (1890, Museo de Orsay, París)
También en esta última etapa abundan las obras maestras; a ella pertenecen sus mejores autorretratos, entre los que sobresale
el Autorretrato de 1890 (Museo de Orsay, París), que
regaló al doctor Gachet. El predominio de los tonos azules contrasta
con los rojos y naranjas del pelo y el rostro; azules son
también los ojos, cuya mirada fija y penetrante atrae inmediatamente la
atención
del espectador. En cierta ocasión escribió a su hermano Theo:
"Se ha dicho -y estoy dispuesto a creerlo- que no es fácil
conocerse uno mismo, ni tampoco pintarse uno mismo". El cuadro
es uno de los resultados culminantes del laborioso ejercicio de
introspección
a que se sometió Van Gogh.
Aunque también puedan encontrarse lienzos de límpido esplendor, en sus últimos paisajes la belleza natural aparece a menudo
turbada por una subterránea agitación, reflejo de la ansiedad del artista. Las barracas
(1889, Museo del Hermitage, San
Petersburgo) presenta en apariencia un sencillo paisaje, con un
campo en primer plano, un grupo de barracas, unos cerros y el cielo como
telón
de fondo. Sin embargo, ni una sola parcela del lienzo se halla
libre de inquietud: todo está en tensión y todo se encuentra en
impetuoso
movimiento. El cielo, pintado con grandes pinceladas, parece
precipitarse sobre los cerros, los cuales a su vez se asemejan a fuertes
oleadas de
agua que se abalanzan sobre las construcciones. Las imágenes de
las barracas
tampoco irradian tranquilidad con sus quebradas siluetas. La
misma tensón posee la gama cromática: predominan los tonos verdes
variados,
pero de golpe un tejado casi rojo rompe el equilibrio.
Cipreses (1889)
En Cipreses (1889, Metropolitan Museum, Nueva York),
esos infamados árboles que simbolizaron siempre la hospitalidad se
yerguen
como dos llamaradas desde una espesura de matas bajas,
diabólicamente inquietas contra un luminoso cielo azul arremolinado de
nubes
blancas. Las pinceladas son espesas, se arraciman y se
superponen en torbellino, y el conjunto del paisaje queda traspasado por
una turbadora ansiedad.
Una proyección aún más intensa de su estado de ánimo en el
paisaje se encuentra en Noche estrellada (1889,
MOMA, Nueva York), donde las ondulaciones sacuden una visionaria
representación del cielo, reflejo de una abrumadora angustia interior.
La fuerza de tales obras ha valido al artista la consideración
de genial precursor del expresionismo.
Noche estrellada (1889)
No siempre fue sombrío el ánimo de Van Gogh en esta fase
final. De hecho, muchas de las cartas a Theo de los últimos meses
están iluminadas por una alta y feliz embriaguez creadora, por
el gozo de una liberación artística finalmente alcanzada en íntima
comunión con la libre naturaleza. La desazón interior convivía
con una pasión creativa inextinguible y con su exacerbada
sensibilidad por la belleza, y tal tensión está en la base de
muchas obras. Campo de trigo con cipreses (1889, National
Gallery, Londres) muestra el espíritu inquieto de un hombre al
borde de la locura, pero también expresa la admiración del
artista por la belleza y el poder de la naturaleza, como se
manifiesta en los cipreses flameantes y en las espigas dobladas por el
viento.
Campo de trigo con cipreses (1889)
Análoga complejidad anímica se refleja en obras como Las lilas
(1889, Museo del Hermitage, San Petersburgo). La espesa
hierba y las flores del primer plano son especialmente hermosas,
y los radiantes colores con los cuales está pintado el arbusto en flor
suenan como un himno a la belleza y al poder de la naturaleza;
pero el azul del segundo plano presenta una tonalidad tan intensa que
hace pensar
en el estado anímico del pintor. Cada forma pictórica y cada
pincelada manifiestan el máximo de tensión: los tallos
y los pétalos de las filas se retuercen como si estuvieran en el
fuego.
Pero la naturaleza, que alegraba y sorprendía al maestro con
su belleza, no lograba sosegar su atormentada alma. Dos semanas antes de
su suicido pintó una de sus obras más sobrecogedoras, Trigal con cuervos
(1890, Museo Van Gogh), que ha sido objeto de dispares
interpretaciones. Un premonitorio cielo oscuro con una bandada
de cuervos cubre uno de sus amados trigales, atravesado a medias por un
camino cortado.