Poeta español. Su obra, que parte de la angustia
metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más
importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio
interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el
franquismo ejercida desde la propia España.
Blas de Otero nacio en Bilbao el 15 de marzo de 1916. Educado
con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en
Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido
Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano
(1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con
Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia
(1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y
reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en
España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título
formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos
volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.
Ancia
es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en
calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y
de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa
energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el
soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de
niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía
imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.
Pido la paz y la palabra . 29/6/20
Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro
que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir
de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para
proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad
de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad
con la tragedia viva", lo que consiguió a través de un credo poético
combativo y comprometido.
BLAS DE OTERO [A LA INMENSA MAYORÍA] . 15/3/21
En castellano
(1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que,
frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como
destinataria de sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las
gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría
(1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada
del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de
Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).
Blas de Otero fallecio en Majadahonda, Madrid el 29 de junio de 1979
Ana Mendoza de la Cerda, Noble
española.
Hija de Diego Hurtado de Mendoza, y miembro de una de las más
importantes familias de la nobleza castellana, casó muy joven con Ruy
Gómez de Silva, príncipe de Éboli, persona muy allegada al
rey Felipe II y líder del partido pacifista de la corte,
que propugnaba una salida negociada al problema de Flandes.
Muerto su esposo en 1573, ella misma se convirtió en una de las figuras
más
destacadas de este grupo, junto a Antonio Pérez, el secretario
del rey. Su estrecha relación con Antonio Pérez, de quien quizás
era la amante, la acabó mezclando en los turbios sucesos que
provocaron la caída del secretario real. Así, cuando Pérez
fue acusado de instigar el asesinato de Rafael de Escobedo,
secretario de Juan de Austria y antiguo colaborador suyo, para que no
descubriese sus
contactos secretos con los rebeldes holandeses, la princesa de
Éboli se vio implicada y fue arrestada. Privada de la tutela de sus
hijos,
fue exiliada a Pastrana, donde falleció.
Ana Mendoza de la Cerda nacio en Cifuentes, Guadalajara el 29 de junio de 1540, era la única hija de
Diego Hurtado de Mendoza, virrey de Perú, príncipe de Mélito y duque de
Francavilla, y de Catalina de Silva, hermana del conde de Cifuentes. Se
concertó su matrimonio con el príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva y
Téllez de Meneses, en 1552, aunque la unión (que había sido proyectada
por Felipe II) no se llevó efectivamente a cabo hasta siete años
después. Durante su estancia en la Corte entabló una estrecha amistad
con la reina Isabel de Valois.
Ana Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli
Poseedora de una de las mayores fortunas de
España, a la muerte de su esposo en 1573 se retiró al convento de
carmelitas de Pastrana, casa que había sido fundada a expensas suyas por
Santa Teresa.
Después de seis meses de agitada vida conventual fue
obligada por el rey a renunciar a los hábitos y a hacerse cargo, en
conformidad con el testamento de su esposo, de la tutoría de sus hijos y
de la administración de los bienes heredados por éstos.
A raíz de su regreso a la Corte comenzó una
etapa de su vida caracterizada por la intriga y el escándalo, fruto de
su personalidad caprichosa y voluble y de las supuestas relaciones
amorosas (no han sido aceptadas por todos los historiadores) con el
propio monarca, con Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, y
con Antonio Pérez, secretario real y cabeza visible de la facción ebolista desde la muerte del príncipe.
La princesa de Éboli, documental 29/6/19
Parece probable que la princesa de Éboli y
Antonio Pérez mantuvieran negociaciones secretas con los rebeldes
flamencos y portugueses, hecho del que habría tenido conocimiento Juan
de Escobedo; para evitar que Escobedo revelase el secreto se le acusó de
una grave conspiración política pretendidamente urdida con Juan de Austria. El 31 de marzo de 1578, Escobedo fue asesinado por orden de Antonio Pérez, seguramente con el consentimiento real.
La princesa de Éboli aprovechó la influencia de
Pérez y su conocimiento de los secretos de Estado para satisfacer sus
ambiciones políticas y sus necesidades económicas. La concesión de
dignidades eclesiásticas y la venta de información política reservada
figuran entre los negocios más fructíferos en que ambos intervinieron. A
la muerte del rey Sebastián de Portugal (1578), la princesa volvió a
colaborar con Pérez con el fin de apoyar la candidatura de la duquesa de
Braganza al trono portugués, oponiéndose así a las pretensiones
dinásticas de Felipe II en este mismo sentido.
La Princesa de Eboli 1x01 . 29/6/20
Al tener conocimiento de estas intrigas y al
percatarse de que había sido engañado en el asunto de Escobedo, el
monarca se vio en la necesidad de ordenar, el 18 de julio de 1579, el
encarcelamiento de la princesa de Éboli y de Antonio Pérez, hecho que
dio lugar al episodio más importante de las llamadas Alteraciones de
Aragón. Acusada de pródiga, Ana Mendoza de la Cerda fue encerrada en la
Torre de Pinto (Madrid) y luego en la fortaleza de Santorcaz (en las
cercanías de Pastrana); en 1581 el rey le permitió retirarse a su villa
de Pastrana, donde permaneció hasta su muerte el 2 de febrero de 1592, confinada y exonerada de
la tutela de sus hijos.
Ana Mendoza de la Cerda ha pasado a la historia
como una mujer de gran belleza, aunque en los retratos conservados
aparece con un parche, lo que permite suponer que tenía alguna tara en
uno de sus ojos. Este defecto únicamente aparece citado en la
documentación escrita (y muy veladamente) a partir del siglo XVIII. Al
parecer, Ana Mendoza se expresaba de forma populachera, y en sus
escritos solía hacer crítica del aplebeyamiento de la aristocracia
española.
De su numerosa descendencia (diez hijos, nacidos
entre los años 1561 y 1573) cabe señalar al primogénito Rodrigo de
Silva, II duque de Pastrana y soldado en Portugal y Flandes, quien pudo
ser fruto (según algunos historiadores) de las relaciones entre la
princesa y el rey; Diego de Silva, duque de Francavilla, quien fue
muerto por los turcos en la batalla de Lepanto (1571); Ana Mendoza de
Silva, duquesa de Medina-Sidonia; Ruy Gómez, marqués de la Eliseda;
Fernando, quien profesó con el nombre de fray Pedro González de Mendoza y
llegó a ocupar las sedes episcopales de Osma (Soria) y Sigüenza
(Guadalajara) y las arzobispales de Granada y Zaragoza; y Ana, quien
acompañó a su madre durante su prisión y tomó el hábito de monja
carmelita.
Filósofo, polímatasuizofrancófono. Fue a la vez escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista,
y aunque definido como un ilustrado, presentó profundas contradicciones
que lo separaron de los principales representantes de la Ilustración. Junto con Voltaire y Montesquieu,
se le sitúa entre los grandes pensadores de la Ilustración en
Francia. Sin embargo, aunque compartió con los ilustrados el
propósito de superar el oscurantismo de los siglos precedentes,
la obra de Jean-Jacques o Juan Jacobo Rousseau presenta puntos
divergentes,
como su concepto de progreso, y en general más avanzados: sus
ideas políticas y sociales preludiaron la Revolución Francesa,
su sensibilidad literaria se anticipó al romanticismo y, por los
nuevos y fecundos conceptos que introdujo en el campo de la educación,
se le considera el padre del pedagogía moderna.
Jean-Jacques Rousseau nacio en Ginebra, Suiza el 28 de junio de 1712. Huérfano de madre desde temprana edad, Jean-Jacques Rousseau
fue criado por su tía materna y por su padre, un modesto relojero.
Sin apenas haber recibido educación, trabajó como aprendiz con
un notario y con un grabador, quien lo sometió a un trato tan
brutal que acabó por abandonar Ginebra en 1728.
Jean-Jacques Rousseau (retrato de Maurice Quentin de La Tour, 1753)
Fue entonces acogido bajo la protección de la baronesa de
Warens, quien le convenció de que se convirtiese al catolicismo (su
familia era calvinista). Ya como amante de la baronesa,
Jean-Jacques Rousseau se instaló en la residencia de ésta en Chambéry
e inició un período intenso de estudio autodidacto.
Jean Jaques Rosseau 2/7/21
En 1742 Rousseau puso fin a una etapa que más tarde evocó como la
única feliz de su vida y partió hacia París,
donde presentó a la Academia de la Ciencias un nuevo sistema de
notación musical ideado por él, con el que esperaba alcanzar
una fama que, sin embargo, tardó en llegar. Pasó un año
(1743-1744) como secretario del embajador francés en Venecia,
pero un enfrentamiento con éste determinó su regreso a París,
donde inició una relación con una sirvienta inculta,
Thérèse Levasseur, con quien acabó por casarse civilmente en
1768 tras haber tenido con ella cinco hijos.
Confesiones de un niño ginebrino Jean Jacques Rousseau 28/6/19
Rousseau trabó por entonces amistad con los ilustrados, y fue invitado a contribuir con artículos de música a la Enciclopedia
de D'Alembert y Diderot; este último lo impulsó a presentarse en 1750 al concurso convocado por
la Academia de Dijon, la cual otorgó el primer premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio
de su fama.
Jean-Jacques Rousseau (óleo de Allan Ramsay, 1766)
En 1754 visitó de nuevo Ginebra y retornó al protestantismo para readquirir sus derechos como ciudadano ginebrino, entendiendo
que se trataba de un puro trámite legislativo. Apareció entonces su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
escrito también para el concurso convocado en 1755 por la
Academia de Dijon. Rousseau se opuso en esta obra a la concepción
ilustrada
del progreso, considerando que los hombres en estado natural son
por definición inocentes y felices, y que son la cultura y la
civilización
las que imponen la desigualdad entre ellos (en especial a partir
del establecimiento de la propiedad) y acarrean la infelicidad.
En 1756 se instaló en la residencia de su amiga Madame d'Épinay en Montmorency, donde redactó algunas de sus obras más
importantes. Julia o la nueva Eloísa (1761) es una novela sentimental inspirada en su pasión -no correspondida- por la cuñada
de Madame d'Épinay, la cual fue motivo de disputa con esta última.
En El contrato social (1762), Rousseau intenta
articular la integración de los individuos en la comunidad; las
exigencias de
libertad del ciudadano han de verse garantizadas a través de un
contrato social ideal que estipule la entrega total de cada asociado a
la
comunidad, de forma que su extrema dependencia respecto de la
ciudad lo libere de aquella que tiene respecto de otros ciudadanos y de
su egoísmo
particular. La voluntad general señala el acuerdo de las
distintas voluntades particulares, por lo que en ella se expresa la
racionalidad
que les es común, de modo que aquella dependencia se convierte
en la auténtica realización de la libertad del individuo, en
cuanto ser racional.
Ilustración de Emilio o De la educación (1762)
Finalmente, Emilio o De la educación (1762) es una
novela pedagógica, cuya parte religiosa le valió la condena
inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a
Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades
locales,
de modo que, en 1766, aceptó la invitación de David Hume
para refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente regresó al
continente convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo. A
partir de entonces Rousseau cambió sin cesar de residencia,
acosado por una manía persecutoria que lo llevó finalmente de
regreso a París en 1770, donde transcurrieron los últimos
años de su vida, en los que redactó sus escritos
autobiográficos.
Considerado unánimemente una de las máximas figuras de la Ilustración, Jean-Jacques Rousseau aportó obras fundamentales
a la teorización del deísmo (Profesión de fe del vicario saboyano), la creación de una nueva pedagogía
(Emilio), la crítica del absolutismo (Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres, El
contrato social), la controversia sobre el sentido del progreso humano (Discurso sobre las ciencias y las artes), el auge de la novela
sentimental (Julia o la nueva Eloísa) y el desarrollo del género autobiográfico (Confesiones).
En suma,
Rousseau abordó los grandes temas de su época y participó
activamente en todos los debates intelectuales que apasionaron al
siglo.
Frases de Rousseau . 21/3/20
Sin embargo, al tiempo que es un hombre representativo de la
ideología ilustrada (con sus presupuestos basados en la razón, la
naturaleza, la tolerancia y la libertad), Rousseau anuncia
algunas corrientes que se difundirán a partir de la Revolución. Así,
por un lado, el pensador ginebrino puso en circulación
determinadas ideas que cuestionaban el optimismo radical de las Luces:
la perfección
del estado de naturaleza frente a la corrupción de la sociedad
comprometía la confianza en el progreso de los ilustrados; la
idealización
del buen salvaje se enfrentaba a la del "innoble salvaje" de los
economistas que estudiaban los medios para el desarrollo material de
la humanidad, y el énfasis sobre el sentimiento y la voluntad
podía mermar la confianza ilustrada en el imperio de la razón.
Por otro lado, sus propuestas políticas no sólo desbarataban las
ilusiones puestas en el reformismo benevolente de los déspotas
ilustrados, sino que ofrecían un modo alternativo de
organización de la sociedad y lanzaban una inequívoca consigna contra
el absolutismo de derecho divino al defender el principio de la
soberanía nacional y la voluntad general de la comunidad de los
ciudadanos, postulando en consecuencia como justas aquellas formas de
gobierno (como la democracia) en que dicha voluntad general puede expresarse.
De este modo, Rousseau se situaba en la encrucijada de la
Ilustración, alimentando al mismo tiempo las corrientes subterráneas
que inspiraron el prerromanticismo y las fuentes doctrinales de
donde brotará pujante la Revolución. Pese a esgrimir argumentos no
demasiado sólidos, su primer texto importante, el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), es la clave para entender su
reticencia frente al optimismo racionalista que creía firmemente en el progreso de la civilización.
Rousseau se alejaba ya en esta obra del pensamiento ilustrado
al atribuir escasa importancia al perfeccionamiento de las ciencias y
conceder
mayor valor a las facultades volitivas que a la razón.
Contestando la unilateralidad de una visión del progreso ceñida al
ámbito
técnico y material, en detrimento del moral y cultural, denunció
la incongruencia que suponía denominar progreso humano a
lo que era un mero desarrollo tecnológico. Aunque se había
avanzado en el dominio de la naturaleza y se había aumentado el
patrimonio artístico, la civilización no había hecho al hombre
más libre, más feliz o más bondadoso.
Jean-Jacques Rousseau
La empresa de dilucidar los efectos de la organización social sobre la naturaleza humana la acometió en el Discurso sobre
el origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombres
(1755). Si en escritos anteriores ya había teorizado sobre la bondad
natural del hombre y el efecto corruptor de la sociedad, ahora
pasó a desarrollar la idea del buen salvaje. En un primitivo estado de
naturaleza
no existían entre los humanos desigualdades relevantes (sólo las
derivadas de la biología) y los hombres no eran ni buenos
ni malos, sino simplemente "amorales". Una serie de causas
externas empujaron a los hombres a agruparse y prestarse ayuda mutua
para
determinadas empresas, y en el transcurso de esa asociación
nacieron las pasiones que transformaron su espíritu.
Ese "estado de naturaleza" era esencialmente un concepto
teórico, pero ofrecía a Rousseau la base para condenar las
injusticias del mundo de su tiempo, advertir sobre la corrupción
reinante y desenmascarar el desorden de la sociedad civil. Así,
partiendo de un estadio asociativo primitivo e idílico, nucleado
en torno a la familia y más tarde traspasado a la comunidad (a la
que inspiraba la solidaridad y guiaba la costumbre y no la ley,
repartiéndose el fruto de la caza), llegó a determinar el momento
de la fractura: la aparición de la agricultura, la minería y,
por ende, la propiedad privada y la acumulación de riquezas
en manos de unos pocos.
El proceso continuaba con la aparición de la servidumbre,
consistente en que los desposeídos ofrecían su trabajo a cambio
de la protección de los poderosos. Los abusos propiciaron la
desconfianza mutua y la necesidad de prevenir el crimen, por lo que se
hizo
necesaria la instauración de un gobierno y la promulgación de
leyes para la protección de la propiedad privada. Si hasta aquí el
esbozo de esta evolución no era nuevo (ya había sido apuntado
por John Locke),
la originalidad
consistía en matizar que el proceso se había operado en defensa
de la propiedad de los ricos; de ahí el carácter revolucionario
de la hipótesis.
Primera edición de El contrato social (1762)
Claro es que Rousseau no abogaba por la abolición de la
propiedad privada, a la que consideraba un hecho irreversible
y por tanto inherente al estado de sociedad, sino que apuntaba
hacia la mejora de la situación a través del perfeccionamiento de
la organización política. En cuanto diagnosis del origen de la
injusticia social y la infelicidad del hombre, el Discurso tiene en efecto su necesario complemento en otra
de sus obras fundamentales, El contrato social
(1762), con su propuesta de una nueva sociedad fundada sobre un pacto
libremente
aceptado por los individuos, de los que emana una voluntad general que
se expresa en la ley y que concilia la libertad individual con un orden
social justo.
El Contrato Social - Rousseau 28/6/21
Si bien no es posible contraponer una Ilustración de la razón
y otra del sentimiento (pues precisamente entre los fenómenos
más característicos de las Luces se encuentran la exaltación de
la naturaleza, la revolución de la afectividad o el
triunfo de la privacidad), no cabe duda de que el énfasis
rousseauniano sobre la reivindicación del sentimiento frente a la razón
pura, la idealización arcádica de la naturaleza y la indagación
obstinada en el secreto reducto de la intimidad son elementos
que preludian la aparición del nuevo clima espiritual del
prerromanticismo.
En este sentido, Rousseau colaboró decisivamente en la difusión de una estética del sentimiento con la publicación
de su novela La nueva Eloísa (1761), aunque no sea ni el único escritor de novelas sentimentales ni el único responsable
de los melodramas lacrimógenos que siguieron (las denominadas pleurnicheries). La bondad del hombre en un ideal estado de naturaleza
es la base de una obra destinada a inaugurar la pedagogía moderna: Emilio o De la
educación (1762); por ello la labor educativa ha de llevarse a
cabo al margen de la sociedad y de sus instituciones y no consiste
en imponer normas o dirigir aprendizajes, sino en impulsar el desarrollo
de las inclinaciones espontáneas del niño facilitando su contacto
con la naturaleza, que es sabia y educativa.
Por otro lado, sus Confesiones (publicadas
póstumamente en 1782 y 1789) representan, en un siglo inclinado a la
autobiografía,
un ejemplo excepcional de introspección personal y de exhibición
extremada de la propia intimidad, en un grado que no se alcanzaría
hasta el pleno romanticismo. Finalmente, no resulta extraño que
la muerte le sorprendiera meditando en la soledad de los jardines a la
inglesa
del castillo de Ermenonville, donde le había invitado el marqués
de Girardin, mientras se entregaba al ilustrado placer de la
herborización,
tal como había dejado descrito en Las ensoñaciones del paseante solitario, publicadas también póstumamente
en 1782.
La dualidad de la figura y la obra de Rousseau no pasó desapercibida a sus coetáneos, como demuestran las palabras de Goethe:
"Con
Voltaire termina un mundo, con Rousseau comienza otro". Un mundo
que, por un lado, conducía al romanticismo (debido al avance del
irracionalismo,
la exacerbación del sentimentalismo, el auge de los
nacionalismos y la revalorización de las oscuras edades medievales) y,
por otro,
a la Revolución.
Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda, perteneciente a la dinastía Tudor. Menos conocido por los logros de su reinado que
por sus seis esposas, el celebérrimo Enrique VIII de Inglaterra ha
pasado a la cultura popular con una imagen con frecuencia distorsionada.
Se suele recordar a sus esposas engañadas, repudiadas o ejecutadas,
olvidando que el propio monarca, en su legítima ansia de tener hijos
varones en quien perpetuar la dinastía, fue a menudo víctima de las
malas artes de sus mujeres, de consejeros poco competentes o
simplemente de la fortuna.
Si bien la vida de alcoba de Enrique VIII fue
fascinante y merece ser contada y conocida, no menos cierto es que poca
incidencia histórica tuvo en su reinado, con la decisiva excepción de la
triste historia de Ana Bolena: la amante y luego segundo esposa de
Enrique VIII fue uno de los detonantes del cisma anglicano. Desligado de
Roma, el rey pasó a ser cabeza de la Iglesia de Inglaterra, disolvió
las órdenes religiosas e incautó sus bienes.
ENRIQUE VIII DE INGLATERRA, EL ORIGEN DEL ANGLICANISMO (El Rey de las 6 esposas) 22/4/21
Las consecuencias fueron profundas: el poder real se
vio fortalecido, y las riquezas obtenidas favorecieron una incipiente
industrialización y el desarrollo de la marina inglesa, base de un
futuro poderío militar y comercial que se manifestaría en la era isabelina,
es decir, en el reinado de Isabel I de Inglaterra (1558-1603), hija
precisamente de Ana Bolena. En política exterior, Enrique VIII supo
mantener el difícil equilibrio de las potencias europeas, lo que da fe
de su capacidad como estadista.
Biografía
Enrique nació en el palacio de Placentia en Greenwich el 28 de junio de 1491. Segundo hijo de Enrique VII de Inglaterra, el
futuro Enrique VIII tenía nueve años cuando asistió como infante a los
desposorios de su hermano mayor Arturo, príncipe de Gales, con Catalina
de Aragón, hija menor de los Reyes Católicos. Arturo era el primogénito y
en consecuencia el heredero del trono de Enrique VII, quien con esta
unión pretendía consolidar su alianza con España y asegurar una
prolífica descendencia a su linaje.
Biografía Enrique VIII . 28/1/20
Todo parecía ir viento en popa para los Tudor
cuando, cinco meses después, siendo aún recientes los jubilosos ecos de
la boda, el príncipe Arturo moría víctima de una gripe aguda ante la que
los médicos de la época se mostraron impotentes. Súbitamente, todo
pareció venirse abajo. La salud del rey Enrique VII era notoriamente
mala y su único hijo superviviente, el futuro Enrique VIII, no había
alcanzado aún la mayoría de edad. Inmediatamente fue declarado sucesor
en previsión de cualquier contingencia.
Enrique VIII de Inglaterra, el rey tirano . 22/4/20
En 1509 falleció Enrique VII, y el 22 de abril de 1509, Enrique VIII
ocupó el trono destinado a su difunto hermano. Enrique VIII tenía
entonces diecisiete años y era un apuesto mozo a quien no faltaba
entendimiento ni habilidad política. Tras ceñir la corona en sustitución
de su hermano, consideró que por razones de Estado era preciso
reemplazarle también como esposo. Desprenderse de Catalina de Aragón y
devolverla a su país suponía perder la cuantiosa dote aportada por sus
padres y, lo que era aún más importante, cortar un lazo de inestimable
valor con la corona española, más necesario que nunca en el revuelto
contexto político europeo de aquel entonces.
La solución consistió en declarar nulo el enlace
de la Catalina con Arturo. La propia Catalina de Aragón reconoció ante
un tribunal eclesiástico que la unión anterior no se había consumado por
incapacidad del cónyuge y que, por tanto, ella continuaba siendo
doncella. La Santa Sede no tuvo inconveniente en otorgar la dispensa y, casi dos meses después de subir al trono, Enrique VIII se casó el 11 de junio de 1509, con Catalina
de Aragón, cinco años mayor que él.
Catalina de Aragón
Desde el súbito fallecimiento de Arturo, Catalina de Aragón
había permanecido recluida en la fortaleza galesa de Ludlow, entregada a
rezos y lutos y en espera de lo que le deparase el destino. El largo
encierro la había convertido en una matrona de marchita apariencia y
exageradas costumbres devotas. Tras su boda con Enrique VIII dio a luz
seis veces, pero el único varón nacido con vida sólo alentó durante
cincuenta y dos días.
Catalina de Aragón
Enrique VIII empezó a tener interesados
escrúpulos de conciencia y a considerar que el origen del maleficio
estaba en la Biblia: "No debes descubrir la desnudez de la mujer de tu
hermano", sentencia el Levítico. Su matrimonio con su cuñada, pensaba,
no había sido válido, sino pecaminoso y prohibido; Catalina estaba
maldita y era preciso deshacerse de ella. La coyuntura internacional
permitió la adopción de medidas drásticas. La preponderancia en Europa
del todopoderoso soberano español Carlos V, emperador romano-germánico y
dueño de medio mundo, indujeron a Enrique VIII a aproximarse a Francia
para contrarrestar su fuerza. Podía, pues, desembarazarse de Catalina
sin perder aliados, aunque no iba a ser fácil encontrar un modo legal o
aparentemente legal de hacerlo.
Catalina de Aragón, la reina de los ingleses. 11/6/20
No menos determinante que la falta de
descendencia y la coyuntura europea fue la entrada en escena de Ana
Bolena, noble inglesa que, tras ser educada en Francia, había regresado
en 1522 a la corte como dama de la reina Catalina. Su atractivo despertó
pasiones entre personajes encumbrados, entre ellos el mismo Enrique
VIII, que trató de seducirla y obstaculizó su boda con lord Henry Percy.
Pero la ambiciosa Ana Bolena no estaba dispuesta a convertirse en mera
amante; quería ser reina y, mediante una fríamente calculada alternancia
de favores y desdenes, consiguió que Enrique VIII se enamorase
perdidamente de ella.
El cisma anglicano
Culto e inteligente, Enrique VIII había mostrado
desde su juventud su ferviente catolicismo. Había empleado su
brillantez contra la reforma protestante lanzada por Lutero
en 1520, mostrándose como un enérgico defensor de la fe católica.
«Defensor de la fe» fue exactamente el título que le dio el papa León X por el Tratado de los siete sacramentos, que el monarca había escrito en 1521.
Pero esta situación cambiaría a raíz del
conflicto desatado con la Iglesia por el acuciante problema sucesorio:
el matrimonio con Catalina de Aragón no le había dado herederos varones.
En 1527, Enrique VIII pidió al papa Clemente VII
la anulación del matrimonio so pretexto del parentesco previo entre los
cónyuges. El papa, presionado por Carlos V (que era sobrino de
Catalina), negó la anulación, y Enrique VIII decidió romper con Roma,
aconsejado por Thomas Cranmer y Thomas Cromwell.
Para ello, Enrique VIII se armó de argumentos
recabando de diversas universidades europeas dictámenes favorables a su
divorcio (1529); y aprovechó el descontento reinante entre el clero
secular inglés por la excesiva fiscalidad papal y por la acumulación de
riquezas en manos de las órdenes religiosas para hacerse reconocer jefe
de la Iglesia de Inglaterra (1531).
En 1533 hizo que Thomas Cranmer (a quien había
nombrado arzobispo de Canterbury) anulara su primer matrimonio y
coronara reina a su amante, Ana Bolena. El papa Clemente VIII respondió
con la excomunión del rey. La reacción de Enrique VIII no fue menos
contundente: hizo aprobar en el Parlamento el Acta de Supremacía
(1534), en virtud de la cual se declaraba la independencia de la Iglesia
Anglicana y se erigía al rey en máxima autoridad de la misma.
La Iglesia de Inglaterra quedó así desligada de
la obediencia de Roma y convertida en una Iglesia nacional independiente
cuya cabeza era el propio rey, lo cual permitiría a la Corona expropiar
y vender el patrimonio de los monasterios; los católicos ingleses que
permanecieron fieles a Roma fueron perseguidos como traidores; su
principal exponente, el humanista Tomás Moro, autor de Utopía, fue ejecutado en 1535.
Sin embargo, Enrique VIII no permitió que se
pusieran en entredicho los dogmas fundamentales del catolicismo; para
evitarlo dictó el Acta de los Seis Artículos (1539). Obviamente
no pudo impedir que, después de su muerte, Cranmer llevase a cabo la
reforma de la Iglesia Anglicana, que se situó definitivamente en el
campo del cristianismo protestante, con la introducción de elementos
luteranos y calvinistas.
Ana Bolena
Aun habiendo sido excomulgado y hallándose
descontento consigo mismo y víctima de los remordimientos, nada impidió a
Enrique VIII disfrutar de los favores de Ana Bolena, que se le había entregado con pasión en cuanto los acontecimientos comenzaron a favorecerla. tuvierón una boda secreta que se celebro el 25 de enero de 1533 en la capilla privada del rey en el Palacio de Whitehall
Ana Bolena
A mediados de marzo de 1533, Ana Bolena comunicó
a su regio amante que estaba embarazada. Enrique, loco de júbilo,
dispuso la ceremonia, que tuvo lugar el 1 de junio en la abadía de
Westminster. Pocos vítores se escucharon entre la multitud: las gentes
veían en ella a la concubina advenediza carente de escrúpulos que había
hechizado a su buen rey con malas artes.
Tres meses después, la nueva reina dio a luz una
hija que se llamaría Isabel y llegaría a ser una de las más grandes
soberanas inglesas, pero Enrique VIII no podía saberlo y se sintió muy
decepcionado: todo el escándalo no había servido para asegurar la
sucesión. El alumbramiento de una hembra debilitó considerablemente la
situación de Ana Bolena.
El 7 de enero de 1536 fallecía Catalina de
Aragón, sola, abandonada y lejos de la corte. Veinte días después, Ana
Bolena parió de nuevo, esta vez un hijo muerto. Enrique ni siquiera se
dignó visitarla; acusada de adulterio, que hubo de confesar tras ser
torturada, la altiva y calculadora cabeza de Ana no tardó en caer (19 de
mayo de 1536) y el matrimonio fue declarado nulo por los prelados
ingleses.
Juana Seymour
Mientras, el rey no había perdido el tiempo. Su nueva favorita se llamaba Juana Seymour y era una joven dama descendiente por rama colateral de Eduardo III.
En contraste con la frialdad manipuladora y enérgica de Ana Bolena,
Juana Seymour era una mujer tímida y dócil, pero también culta e
inteligente, y fue probablemente, de entre todas sus esposas, la que más
amó a Enrique VIII.
Juana Seymour
El monarca se prometió oficialmente con Juana
dos días después de la ejecución de Ana Bolena. En 1537, Juana Seymour
lo colmó de felicidad al darle un hijo varón, Eduardo, que sucedería a
su padre como Eduardo VI. Se alejaba así el fantasma de la maldición que
parecía pesar sobre la dinastía; el niño había nacido débil y
enfermizo, pero el rey podía abrigar la esperanza de tener pronto más
hijos varones, fuertes y sanos. De ahí que se sumiera en la tristeza
cuando, dos semanas después del parto, Juana Seymour falleció de unas
fiebres puerperales. Enrique VIII la hizo enterrar en el panteón real de
Windsor; oficialmente, Juana Seymour había sido la primera reina.
Ana de Clèves
Transcurrieron dos años antes de que se
decidiera a contraer nuevas nupcias. El 6 de enero de 1540, Enrique VIII volvió a
casarse con Ana de Clèves para fortalecer la alianza de Inglaterra con
los protestantes alemanes. Cumplidos los cuarenta y siete años y
repuesto ya de la desaparición de Juana, se había decidido a probar
fortuna una vez más alentado por su valido Thomas Cromwell, quien le
mostró un cautivador retrato de la princesa Ana de Clèves pintado por Hans Holbein el Joven, en el que aparecía una muchacha adorable de angelicales facciones.
Ana de Clèves (retrato de Hans Holbein)
Perteneciente a la nobleza alemana, Ana de
Clèves vivía lejos de Londres y jamás había pisado Inglaterra, pero ello
no fue óbice para que se firmaran solemnemente las capitulaciones y
para que se dispusiera el encuentro del rey con su futura esposa. Por
desgracia para Enrique, el maestro Holbein había sido en exceso piadoso
con su modelo; Ana tenía el semblante marcado por la viruela, la nariz
enorme y los dientes horrorosamente saltones. Además, desconocía otro
idioma que no fuera el alemán y su voz recordaba el relincho de un
caballo.
Ana de Cleves, la cuarta esposa de Enrique VIII . 6/1/20
El desdichado marido aceptó el yugo que se le
imponía y accedió al casamiento por tratarse de una obligación contraída
de antemano, pero no pudo consumar la unión porque, según sus palabras,
le era imposible vencer la repugnancia que sentía "en compañía de
aquella yegua flamenca de pechos flácidos y risa destemplada".
Apenas seis meses después de la boda, la reina
fue "expedida" al palacio de Richmond y se iniciaron los trámites para
sentenciar la disolución del vínculo. Ana de Clèves fue compensada con
dos vastas residencias campestres y una jugosa pensión a cambio de no
aparecer nunca más por la corte. Nombrada honoríficamente "Su Gracia la
Hermana del Rey", permaneció recluida en sus posesiones el resto de su
existencia y cumplió con los términos del pacto.
Catalina Howard
El caso de la siguiente esposa, Catalina Howard,
tuvo un comienzo completamente opuesto. Si bien los retratos que se
conservan de ella no le hacen justicia, hoy se sabe que en persona
resultaba deslumbrante. En presencia de aquella ninfa, el rey creyó
estar soñando. Sus avellanados ojos, sus cabellos rojizos y su figura
perfecta hechizaron de tal modo al monarca que la boda fue dispuesta con
una inusual celeridad.
Catalina Howard
Todo el boato de la corte de los Tudor,
extinguido tras la muerte de Juana Seymour, apareció de nuevo bajo el
estímulo de la nueva reina, esplendorosa, vivaz y siempre risueña.
Enrique VIII parecía estar viviendo una segunda juventud, pero su
entusiasmo fue breve. Cuanto se había inventado para desacreditar a Ana
Bolena y llevarla al patíbulo resultó ser una verdad incontrovertible en
el caso de Catalina Howard: al parecer, la caprichosa muchacha había
sostenido relaciones amorosas con su preceptor y con varios músicos
desde la edad de trece años, actividad que había continuado incluso
después de su enlace con el rey.
MdNBio - Catherine Howard: la quinta reina 13/2/20
La nómina de sus amantes se incrementó por
momentos y algunos galanes de la corte fueron descuartizados tras
confesar sus relaciones con Catalina. La reina fue tildada crudamente de
"ser ramera antes del matrimonio y adúltera después de él". El 13 de
febrero de 1542 fue ejecutada en el mismo lugar que Ana Bolena y por el
mismo verdugo.
Catalina Parr
Con este currículum a sus espaldas, no es de
extrañar que, cuando una bellísima duquesa recibió años después a unos
comisionados reales encargados de pedir su mano en nombre de Enrique
VIII, ella respondiese sin pestañear: "Digan a Su Majestad que me
casaría con él si tuviera una cabeza de repuesto". Porque el rey, a
pesar de haber engordado considerablemente y ser víctima de intensos
ataques de gota, deseaba una nueva esposa.
Catalina Parr
El príncipe heredero era demasiado débil y no
hacía concebir esperanzas, así que para asegurar la sucesión era
necesaria una nueva reina que le diese más hijos. Sin embargo, Enrique
VIII era el primero en mostrarse escéptico, sobre todo después de las
muchas decepciones y pesadumbres que las mujeres le habían proporcionado
en sus matrimonios y amoríos anteriores: "Ahora soy viejo y necesito
más una enfermera que una esposa; dudo que haya alguna mujer dispuesta a
soportarme y a cuidar de mi pobre cuerpo."
MdNBio - Catherine Parr: la sexta reina 12/7/19
Sin embargo, esa mujer apareció en la vida del
anciano rey. Se trataba de Catalina Parr, dama de noble condición que
había estado casada dos veces, poseía una considerable fortuna y era
extraordinariamente culta para su tiempo. Hacendosa, responsable,
estudiosa e inteligente, no había duda de que se trataba de la persona
idónea para acompañar al rey en sus últimos años.Se casaron el 12 de julio de 1543. Al acceder al trono no
dio ni una sola muestra de arrogancia. Discretamente pero con eficacia
tomó a su cargo todos los asuntos domésticos y supo proporcionar a
Enrique, tras sus trágicos matrimonios anteriores, cinco años de paz y
sosegada vejez.
El soberano murió el 28 de enero de 1547. En su
entierro, junto al estandarte real, se colocaron las enseñas familiares
de Juana Seymour y Catalina Parr, las dos únicas mujeres que
oficialmente habían contraído matrimonio con Enrique VIII y por lo tanto
figuraban como reinas. Atrás quedaban la devota Catalina de Aragón, la
ambiciosa Ana Bolena, la poco agraciada Ana de Clèves y la lujuriosa
Catalina Howard, forjadoras de un funesto destino del que la casa Tudor
escapó milagrosamente.
Le sucedió en el trono su único hijo varón,
Eduardo VI, nacido del matrimonio con Juana Seymour, que contaba sólo
nueve años y falleció en 1553. Se abrió entonces un periodo de reacción
católica bajo el reinado de María I Tudor,
hija mayor de Enrique VIII, nacida de su matrimonio con Catalina de
Aragón. Al morir María Tudor en 1558, ocupó el trono otra hija de
Enrique VIII, Isabel I, nacida del matrimonio con Ana Bolena.
El reinado de Enrique VIII
Es preciso señalar que el episodio de Catalina
de Aragón y Ana Bolena tuvo una incidencia fundamental en su reinado; a
consecuencia del Acta de Supremacía (1534), los destinos de Inglaterra tomaron un rumbo bien distinto a los que podían señalarse como probables. El Acta de Supremacía
creó una Iglesia anglicana desligada de la católica y sometida a la
autoridad real, aunque sin renunciar a los dogmas y condenando las
doctrinas reformadas (Acta de los Seis Artículos, 1539). Pero si
bien esta Iglesia fue al principio tan sólo cismática, no heterodoxa, no
tardaría en distanciarse del dogma y en acercarse al luteranismo.
La hegemonía del monarca sobre la Iglesia sería
el firme fundamento sobre el que se asentó una nueva era. La monarquía
se enriqueció con los beneficios obtenidos con la venta de los bienes
eclesiásticos (en 1539 fueron disueltas las órdenes religiosas e
incautados todos sus bienes), lo que abrió una etapa de prosperidad
económica que favoreció una naciente industrialización y condujo a la
creación de una poderosa flota marítima, base del posterior poderío
militar y comercial.
El reinado de Enrique VIII de Inglaterra, en
suma, se caracterizó por un fortalecimiento de la autoridad real, al
someter por entero a la Iglesia y eliminar las últimas estructuras
feudales. Ello no impidió la consolidación del Parlamento, a la vez como
instrumento de la política del rey y como órgano representativo del
reino. El País de Gales fue asimilado a Inglaterra (1536) y se
centralizó la jurisdicción sobre las Marcas. Se anexionó además Irlanda,
de la que Enrique VIII fue proclamado rey en 1541.
Otro capítulo importante fueron las campañas
victoriosas contra Escocia en 1512-1513 y en 1542-1545, que no fueron
suficientes para unificar Gran Bretaña bajo su poder. Por otra parte,
Inglaterra incrementó su protagonismo en Europa, gracias al crecimiento
de su marina de guerra y a una política exterior dominada por la
búsqueda del equilibrio entre las potencias continentales: primero luchó
contra Francia aliándose con Carlos V,
pero cuando, tras la victoria de Pavía (1525), le pareció que el
emperador español alcanzaba un poderío excesivo, Enrique VIII se alió
contra él al lado del monarca francés Francisco I.
Enrique VIII falleció el 28 de enero de 1547 en el palacio de Whitehall,
el día en que su padre hubiera cumplido noventa años. Fue sepultado en
la Capilla de San Jorge en el castillo de Windsor, al lado de su tercera esposa, Jane Seymour.
Escritora
norteamericana. Invidente y sordomuda, se especializó en educación
especial para discapacitados. Helen Adams Keller nacio en Tuscumbia, Alabama el 27 de junio de 1880. A causa de una grave enfermedad que la
acometió a los diecinueve meses de edad, Keller perdió la vista y el
oído, lo que le impidió desarrollar el habla durante sus primeros años
de vida. Cuando cumplió los seis años, sus padres contrataron a una
institutriz irlandesa, Ann Sullivan, quien le enseñó el lenguaje de los
sordomudos y que marcaría un giro radical en su vida.
Posteriormente, y junto con su institutriz,
prosiguió sus estudios especiales en la institución Horace Man School
para sordos, de Boston, y en la Wright-Humason Oral School, en Nueva
York. Allí no sólo aprendió a hablar, leer y escribir, sino que se
capacitó para cursar estudios superiores. Siempre acompañada por Ann
Sullivan, desde 1900 hasta 1904 completó su formación en el Radcliffe
College, donde se graduó con la mención "cum laude".
BIOGRAFÍAS: HELEN KELLER El mundo en tus manos 27/6/19
Tras su graduación, Keller realizó diversos viajes a
Europa y África. Su obra publicada es, básicamente, autobiográfica, ya
que Keller encontró en la escritura el modo de objetivar y hacer
comunicable su difícil experiencia. Sus libros pronto se convirtieron en
un ejemplo de tenacidad y resistencia frente a las adversidades de la
vida, especialmente las limitaciones físicas.
Un Milagro para Helen Keller 27/6/20
Entre sus publicaciones destacan La historia de mi vida (1902), Optimismo (1903) y especialmente El mundo en el que vivo
(1908), libro que le valió su fama internacional y en el que narra el
contraste entre la riqueza de la vida íntima que su alma albergaba y la
menguada vida sensorial de la que Helen Keller era víctima.
Otros títulos de su producción son Canción del muro de piedra (1910), Fuera de la oscuridad (1913), Mi religión (1927), El medio de una corriente (1929), Paz en el atardecer (1932), El diario de Hellen Keller (1938) y Déjanos tener fe
(1940). En 1934 Keller tuvo ocasión de devolver los favores prestados y
la persistente dedicación a su institutriz Ann Sullivan cuando ésta
perdió la vista imprevisiblemente. Keller publicó también algunos
artículos en la prensa y en revistas especializadas.
Helen Adams Keller, fallecio en Easton, Connecticut el 1 de junio de 1968
Arquitecto, pintor y teórico del arte italiano. Personalidad destacada
de su tiempo, trabajó como arquitecto y como pintor y recibió
importantes encargos. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus
realizaciones prácticas han quedado eclipsadas en buena medida por su
obra como teórico, en particular como biógrafo de las principales
figuras del Renacimiento italiano.
Giorgio Vasari nacio en Arezzo el 30 de julio de 1511. En 1550 publicó la primera edición de sus Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, de la que en 1568 apareció una segunda edición muy ampliada. Esta obra, conocida sencillamente como las Vidas,
constituye un documento inigualable para el conocimiento del período
artístico al que se refiere y es, al mismo tiempo, una obra amena,
escrita con soltura y salpicada de numerosas anécdotas.
Giorgio Vasari 30/7/19
Los
juicios artísticos que vierte mantienen en casi todos los casos su
validez, y el principal reproche que se le puede hacer es el de que
considera la Edad Media como un período de decadencia artística y el de
concebir el arte tan sólo como una imitación lo más perfecta posible de
la naturaleza.
GIORGIO VASARI- Juan Diego Florez-Qui sedes 27/6/20
Como arquitecto, su obra principal fue el
palacio de los Uffizi, en Florencia, edificio de un clasicismo simétrico
y muy elegante. Sus numerosas realizaciones como pintor no han
resistido el paso del tiempo y en la actualidad se consideran
artificiosas y carentes de verdadero genio. Se le deben los frescos del
gran salón del palacio de la Cancillería, en Roma (exaltación de la vida
del papa Paulo III) y algunos de los frescos decorativos del Palazzo
Vecchio de Florencia. Fue también un gran coleccionista de dibujos, que
en algunos casos le sirvieron para formular los juicios artísticos que
incluyó en sus Vidas.
Giorgio Vasari, fallecio en Florencia el 27 de junio de 1574.
Médico cirujano y político chileno, líder del Partido Socialista, del que
también fue cofundador en 1933. Fue presidente de Chile desde 1970 hasta
el golpe de estado dirigido por el general Augusto Pinochet el 11 de
septiembre de 1973, día en que falleció en el Palacio de la Moneda, que
fue bombardeado por los golpistas.
Salvador Allende nacio en Valparaiso el 26 de junio de 1908, perteneció a una familia de
clase media acomodada. Estudió medicina y, ya desde su época de
estudiante universitario, formó parte de grupos de tendencia
izquierdista. Más tarde, alternó su dedicación a la política con el
ejercicio profesional. Participó en la elección parlamentaria de 1937, y
salió elegido diputado por Valparaíso. Fue ministro de sanidad del
gabinete de Pedro Aguirre Cerdá entre 1939 y 1942. A partir de entonces
se convirtió en líder indiscutible del partido socialista.
En 1952, 1958 y 1962 se presentó a las
elecciones presidenciales. En la primera ocasión fue temporalmente
expulsado del partido por aceptar el apoyo de los comunistas, que habían
sido ilegalizados, y quedó en cuarto lugar. En 1958, con el apoyo
socialista y comunista, quedó en segundo lugar tras Jorge Alessandri.
Salvador Allende
En 1964 fue derrotado por Eduardo Frei Montalva,
que propugnaba un programa de "revolución en libertad", cuyos puntos
sustantivos eran la reforma agraria, el establecimiento de un programa
destinado a incrementar la participación de la ciudadanía, la
chilenización del cobre (es decir, el control por el estado de los
beneficios de su explotación) y la realización de una reforma
educacional. La candidatura de Allende, que encabezaba el FRAP,
conformado por la alianza de socialistas y comunistas, sólo suponía
diferencias de ritmo y envergadura. El FRAP proponía nacionalizar la
totalidad de las empresas cupríferas, transformándolas en propiedad
social por medio del Estado, y una reforma agraria de mayor alcance.
Salvador Allende Documental 26/6/20
El resultado de las elecciones presidenciales del 4 de
septiembre de 1964 fue claro y definitivo. Eduardo Frei obtuvo el 56,9%
de los votos, en tanto que Salvador Allende lograba el 38,93% del
total. La "revolución en libertad" estaba concebida como un intento de
modificar las estructuras fundamentales del país, pero en el marco de la democracia
y el respeto al orden institucional. Las críticas que desde un comienzo
surgieron hacia el gobierno de Frei tuvieron su origen en la naturaleza
de las medidas a tomar. Para la derecha, las transformaciones
propuestas tenían un repudiable carácter socialista. Para la izquierda,
eran sólo intentos reformistas, condenados al fracaso por su propia
banalidad.
En paralelo con el avance de importantes medidas
sociales, el panorama político durante el gobierno de Frei Montalva fue
de aumento de la polarización, incluso en el interior del Partido
Democratacristiano, que sufrió importantes divisiones, así como el
desligamiento de sectores de su juventud hacia posturas más vinculadas a
la izquierda. Por fin, las elecciones parlamentarias de 1969 mostraron
la nueva situación política del país, en tanto sus resultados apuntaron a
perfilar tercios irreconciliables, en gran medida debido a la
disminución del apoyo al centro político y el fortalecimiento de las
opciones de izquierda y de derecha.
Salvador Allende y el golpe de Estado de 1973 . 11/9/19
Esta situación se
reflejaría con mayor claridad en las elecciones presidenciales de 1970,
marcadas por el enfrentamiento de proyectos de sociedad antagónicos e
imposibles de conciliar. En ellas resultó victoriosa la alianza de
comunistas, socialistas, sectores del radicalismo y el MAPU en la
llamada Unidad Popular, que estaba encabezada por Allende, con el 36, 3 %
de los sufragios. El estrecho margen de diferencia con los votos
recibidos por los otros dos candidatos, Jorge Alessandri por la derecha y
Radomiro Tomic por la Democracia Cristiana, obligó a que la elección de
Allende fuera ratificada por el congreso, en el que se enfrentó a una
fuerte oposición. Por fin, el 24 de octubre de 1970, tras lograr el
apoyo del Partido Demócrata Cristiano con la firma de un Estatuto de
Garantías Democráticas que se incorporaría al texto constitucional,
Salvador Allende fue proclamado presidente.
La presidencia de Allende
Desde la fecha de comienzo del mandato (el 3 de
noviembre), las dificultades que el nuevo gobierno debió enfrentar
fueron inmensas. Ya antes de la asunción presidencial se realizaron
intentos por abortar el proceso, el más grave de los cuales terminó con
el asesinato por parte de un comando de ultraderecha apoyado por la CIA
del Comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, que era un
decidido partidario de la subordinación del poder militar al civil.
A
pesar de ello, la Unidad Popular, una vez en el gobierno, emprendió la
realización de su plan de acción, el cual ponía énfasis en la
profundización de las medidas reformistas iniciadas por la
administración anterior. Así, se amplió el volumen de tierras
expropiadas y se inició la socialización de importantes empresas hasta
entonces en manos privadas, las cuales pasaron a ser dirigidas por
cooperativas de trabajadores asesorados por funcionarios proclives al
Gobierno. Además, se concretó la nacionalización del cobre, sin pago de
indemnizaciones a las empresas norteamericanas, lo cual significó el
enfrentamiento con los Estados Unidos, quienes a partir de ese momento
apoyaron abiertamente a los grupos opositores al gobierno socialista.
Esta
oposición se estructuró en distintos frentes; en lo político, en un
parlamento en el cual representantes de derecha y democratacristianos
actuaban unidos; en el plano de lo ilegal, en los grupos de carácter
terrorista que dinamitaron torres de alta tensión y líneas férreas. A
pesar de esta rígida oposición, el Gobierno de Allende contó con un
apoyo importante por parte de la ciudadanía, en particular de los
sectores populares, que se veían directamente beneficiados. En efecto,
el Estado subsidiaba gran parte de los servicios básicos, además de
apoyar a organizaciones de trabajadores, campesinos y pobladores urbanos
en sus demandas de participación.
Este apoyo a la presidencia de Allende se demostraría
claramente en las elecciones parlamentarias de 1971 y las municipales de
1973, en las cuales los partidos de la Unidad Popular crecieron en
número de votos. Junto con ello, el discurso político de los partidos de
izquierda fue adquiriendo tintes cada vez más radicales, en tanto que
el enfrentamiento abierto con los grupos opositores se hacía realidad en
las calles e indicaba una situación de lucha de clases a sus ojos
inevitable.
Acciones de grupos como el MIR y
sectores del Partido Socialista venían a confirmar este diagnóstico, al
considerar urgente la creación y el fortalecimiento de instancias de
"Poder Popular" que fueran alternativas a los estrechos marcos que la
institucionalidad prefijaba para una posible construcción de una
sociedad socialista. Este intento, conocido como la "Vía chilena al
socialismo", conoció el interés y el apoyo de sectores de todo el mundo,
en particular desde el Bloque Soviético, Cuba y los Países No
Alineados, lo que se traducía en el envío de ayuda material y asesores
industriales.
A pesar de todo ello, una serie de
problemas vinieron a polarizar aún más a la sociedad chilena bajo la
presidencia de Allende, en gran medida debido a causas económicas. La
inflación se hizo incontrolable, ya que las alzas salariales y los
gastos del Estado fueron financiados con emisión de circulante sin base
de sustentación en la producción, la cual se vio disminuida y contraída
como consecuencia del bloqueo iniciado por los Estados Unidos y el
permanente conflicto que vivían muchas empresas, en virtual paralización
permanente por la falta de recursos. A ello se agregaban problemas de
distribución de alimentos y bienes, lo que hacía difíciles las
condiciones de vida del común de la población.
Este
clima de desabastecimiento y crisis, azuzado por los distintos sectores
políticos, se tradujo en numerosas movilizaciones a favor y en contra
del gobierno de Allende, la más importante de las cuales fue la
paralización del yacimiento de cobre de El Teniente, junto a la huelga
de los gremios de transportistas, que prácticamente inmovilizó el
traslado de bienes de un punto a otro del país. A ello se sumaban
conflictos en la universidad y en los colegios profesionales (médicos y
profesores fundamentalmente), que dibujaban una división profunda en
todos los ámbitos de la vida nacional.
Pese al bombardeo del Palacio de la Moneda por los golpistas, Allende se negó a entregar el poder
Ante tal situación, el presidente decidió tomar, ya en
1973, medidas que sirvieran como vehículos de diálogo y negociación con
la oposición democratacristiana, tales como el ingreso de importantes
figuras militares al gabinete, representadas por el Comandante en Jefe,
general Carlos Prats, y la oferta de realizar un plebiscito para
consultar a la ciudadanía en torno a la continuidad del régimen o la
convocatoria a nuevas elecciones. A estas medidas siguió un
endurecimiento en las posiciones más radicales de la izquierda, que
proponían al Primer Mandatario el cierre del Congreso y la utilización
de Facultades Extraordinarias para gobernar.
La derecha y algunos sectores de la Democracia
Cristiana consideraron la situación insoluble, por lo que decidieron, de
forma más o menos abierta, recurrir al recurso del golpe de estado
militar contra el presidente Allende. En junio de 1973 hubo un primer
intento de golpe, conocido como "El Tancazo": un regimiento de blindados
de la capital se alzó contra el gobierno, pero las fuerzas leales,
encabezadas por Prats, lograron dominar la situación.
Finalmente, en Santiago de Chile el 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet
encabezó un golpe militar, durante el cual bombardeó el palacio de la
Moneda, sede del gobierno. El presidente Allende rechazó las exigencias
de rendición y murió en el palacio presidencial. En 1990 su cuerpo fue
exhumado de la tumba anónima en la que se hallaba, y recibió en Santiago
un enterramiento formal y público.
Emperador romano Sobrino de Constantino I el Grande, fue uno de los pocos miembros de su familia que escaparon a la matanza que el emperador Constantino ordenó en el 337 para eliminar rivales a sus descendientes directos.
Juliano nacio en Constantinopla, 331. A causa de esta persecución, Juliano hubo de
pasar su juventud exiliado en Capadocia, donde recibió una cuidada
educación en la cultura helenística; tomó contacto con los filósofos
griegos de la época y se convirtió al paganismo clásico, si bien hubo de
fingir que seguía la religión cristiana oficial en el Imperio. El
emperador Constancio II le nombró césar en el 355 y le casó con su hija.
Destinado a la frontera del Rin, luchó eficazmente
contra los germanos y reforzó las fortificaciones de la Galia; el
prestigio militar que adquirió en aquellas campañas hizo que las tropas,
amotinadas contra la orden de trasladarse a Oriente, le proclamaran
emperador en Lutecia (París) en el 360. Marchó contra Constancio II,
pero no llegó a combatir con él, pues la muerte del emperador en el 361
le franqueó a Juliano la entrada en Constantinopla.
El emperador Juliano 26/6/20
Durante
su breve reinado, restableció el paganismo como religión oficial,
protegió a los judíos y trató de desmontar la influencia adquirida por
los cristianos, aunque sin lanzar persecuciones religiosas (les prohibió
ocupar cargos públicos y dedicarse a la enseñanza). Emprendió un
programa de reformas tendente a aligerar la burocracia y combatir la
corrupción.
Su última acción fue una campaña victoriosa contra los
persas, que le llevó hasta el corazón de Mesopotamia (363); sin
embargo, cuando se retiraba por falta de víveres, fue herido de muerte
el 26 de junio de 363, en una escaramuza. Le sucedió al frente de las tropas (y también del
Imperio, en cuanto Juliano murió) un militar panonio llamado Joviano,
que restableció oficialmente el cristianismo, ya muy arraigado entre las
masas populares.