La novia del viento la historia de Alma Mahler una mujer apasionada y
apasionante que quiso desarrollar su arte pero terminó siendo solamente
la musa de grandes artistas. En la Europa de principios del siglo XX en
la que la pintura, la música y el arte en general vivieron un tiempo de
gran creatividad, Alma sacrificó su talento para vivir al lado de
grandes genios. Pero la sumisión duró poco en un espíritu libre como era
Alma. Se casó en varias ocasiones, se divorció otras tantas, tuvo hijos
a los que vio morir en una constante maldición, tuvo amantes artistas,
músicos, científicos e incluso religiosos. Una vida diferente a la del
resto de mortales. Pero una vida que no le dio la verdadera felicidad.
La señora Mahler
Alma Marie Schindler nació el 31 de agosto de 1879 en Viena. Era hija
del pintor Emil Jakob Schindler y su esposa Anna von Bergen. Alma tuvo
una infancia feliz ensombrecida por la muerte de su padre cuando era una
jovencita de doce años. Su madre se volvió a casar con otro artista,
Carl Moll, que había sido discípulo de su difunto esposo.
Alma Mahler - 5 Lieder for voice and piano (audio + sheet music) 31/8/19
En la casa familiar, Alma respiró siempre un ambiente artístico, gracias a las constantes visitas de los amigos de sus padres.
Cuando Alma se casó con el compositor Gustav Mahler el 9 de marzo de
1902, ya había tenido varios romances con artistas como el pintor Gustav
Klimt, el compositor Alexander von Zemlinsky o el director de teatro
Max Burckhard.
Mahler, veinte años mayor que Alma, amaba a su esposa y admiraba su
talento como compositora, pero antepuso sus intereses como esposo y
obligó a Alma a abandonar cualquier actividad creativa para centrarse
exclusivamente en sus tareas domésticas.
Alma y Gustav tuvieron dos hijas, María, que moriría con tan sólo cinco
años, y Anna, quien se convertiría en escultora. Los primeros años de
matrimonio, el único contacto que tuvo Alma con el mundo de la música
fue en su papel como copista y lectora de las obras que componía su
esposo. Pero Alma pronto se cansaría de esta situación.
En el verano de 1910 Alma dejó a su marido en Toblach para que
continuara trabajando en sus composiciones y se marchó una temporada al
balneario de Tobelbad donde intentaría reponerse de la dramática pérdida
de su hija, hecho que la había sumido en una depresión. Allí vivió un
idilio con Walter Gropius, un joven y prometedor arquitecto que con el
tiempo fundaría la Bauhaus. Cuando Mahler descubrió el engaño de su
mujer quedó muy afectado e intentó recuperarla dejándole más libertad
artística. Pero ya era tarde.
La señora Gropius
Cuando terminó su relación con Gropius, Alma inició una nueva relación,
esta vez con el pintor Oscar Kokoscha. Alma fue inmortalizada por el
artista en "La novia del viento". Pero el amor apasionado terminó y
Kokoscha acabó tan trastocado que decidió hacerse una muñeca a imagen y
semejanza de su amor perdido.
La novia del viento | Kokosch
Las locuras de Oskar no dejaron indiferente a Alma quien se volvió a
refugiar en su antiguo amante Gropius. Con Walter se casaría en 1915.
Gustav Mahler había muerto en 1911. La hija que tuvieron en común,
Manon, moriría con dieciocho años de poliomielitis.
Antes de volverse a casar, Alma tuvo una relación, también tortuosa, con
el biólogo Paul Kammerer, del que se dice que acabó tan trastocado por
la atracción que sentía por Alma que la amenazó con pegarse un tiro
sobre la tumba de Mahler. Otras voces la acusaron de haber boicoteado
alguno de los experimentos científicos de Kammerer.
Estando casada con Gropius, Alma tuvo un amante, el novelista Franz
Werfel, con el que tuvo un niño que también murió prematuramente.
La señora Werfel
En 1920 Alma se divorciaba y se volvía a casar con su amante Franz.
También fue infiel a Werfel, esta vez con un sacerdote, Johannes
Hollnsteiner.
Cuando en 1938 Alemania invadía Austria y hacía efectiva la anexión,
Alma y Franz huyeron a Francia donde no permanecieron demasiado tiempo.
Los orígenes judíos de Werfel les obligó a escapar de la Francia ocupada
e instalarse en Nueva York.
Alma se quedaba viuda en 1945. Durante el tiempo que vivió sola en Nueva
York se convirtió en una celebridad. En aquellos años publicó parte de
las cartas de su primer marido y sus propias memorias, bajo el título
Mein Leben (El puente es el amor).
Al final de sus días, Alma Mahler había amado a una larga lista de
hombres, había sido madre, perdiendo a casi todos sus hijos, y había
intentado ser compositora. Hermosa y atrayente, Alma enamoró a muchos
hombres pero al final estuvo siempre sola. Su talento estuvo siempre
ahogado a la sombra de sus amantes a los que inspiró grandes obras.
Alma Mahler fallecía con 85 años, el 11 de diciembre de 1964.
Fue una narradora, dramaturga, ensayista, filósofa y biógrafa británica, reconocida sobre todo por ser la autora de la novela góticaFrankenstein o el moderno Prometeo, nació el 30 de agosto de 1797 en Londres
(Inglaterra). Era hija única del filósofo William Godwin y de la
escritora feminista Mary Wollstonecraft (escribió en el año 1792
“Reivindicación De Los Derechos De La Mujer”), quien tenía una hija de
soltera llamada Fanny, concebida tras sus relaciones con Gilbert Imlay.
Su madre falleció pocos días después de su nacimiento a causa de unas
fiebres contraídas en el momento del parto. Su padre se casó con
posterioridad con la viuda Mary Jane Clairmont, quien ya tenía dos hijos
de su anterior matrimonio.
MdNBio - Mary Shelley: la creadora de la ciencia ficción 30/8/19
Mary creció y se educó en un ambiente intelectual y progresista que
marcó fuertemente su personalidad. En el año 1814 dio inicio una
relación amorosa con el poeta romántico Percy B. Shelley, quien en aquellos momentos se encontraba casado con otra mujer llamada Harriet.
Shelley
visitaba muy a menudo a Godwin, a quien admiraba por su capacidad
intelectual. Al mismo tiempo iba estrechando lazos emocionales con su
hija Mary, con la que terminó escapándose a Francia. Harriet, la primera
esposa de Percy, se suicidó en 1816, año en el que contrajo matrimonio
la pareja fugada.
La obra literaria más importante de Mary fue creada en unas
vacaciones que los Shelley estaban disfrutando en la residencia suiza de
Lord Byron.
En una noche tormentosa, Byron propuso la elaboración de un relato de
terror por parte de cada uno de los asistentes en su mansión. Además de
Lord Byron y el matrimonio Shelley, en su casa se encontraba el
secretario y médico de Byron, Polidori, y la amante de Byron y
hermanastra de Mary Shelley, Jane (Claire) Clairmont.
Mary Shelley, La desdichada vida de la madre de Frankenstein y de la Ciencia Ficción. 30/8/21
Unos días después de la propuesta, Mary les leyó su creación, “Frankenstein o El Moderno Prometeo” (1817), magistral historia que se convirtió en un clásico de la novela gótica.
Mary Shelley publicó 'Frankenstein o el moderno Prometeo' el libro apareció sin firma. Fue oficialmente el 11 de marzo de 1818, aunque tres meses antes de esta fecha el 1 de enero, algunas cartas documenta una edición muy chapucera y hoy perdida de 500 ejemplares.
MARY SHELLEY, AUTORA DE FRANKENSTEIN(Año 1797) Pasajes de la historia (La rosa de los vientos) 1/2/20
Desde
1818 Mary residió con Percy en Italia hasta que su marido falleció
ahogado en el año 1822. Tras esta muerte retornó a Inglaterra junto a su
hijo Percy Florence, continuando su labor literaria.
Además de “Frankenstein”, Mary Shelley también es autora de otros
títulos menos conocidos, como la novela futurista “El Último Hombre”
(1826), la novela histórica “Valperga” (1823) o “Mathilda”, un relato
incestuoso escrito en 1819 que no vio la luz hasta el año 1959.
Mary Shelley y la Historia detrás de Frankenstein o el Moderno Prometeo 11/3/21
Murió a causa de un tumor cerebral el 1 de febrero de 1851. Tenía 53 años. Está enterrada en la iglesia de San Pedro, ubicada en la localidad británica de Bournemouth.
Pensador
británico, uno de los máximos representantes del empirismo inglés,
que destacó especialmente por sus estudios de filosofía
política. Este hombre polifacético nacio en Wrington, Somerset el 29 de agosto de 1632, estudió en la Universidad
de Oxford, en donde se doctoró en 1658. Aunque su especialidad
era la medicina y mantuvo relaciones con reputados científicos de
la época (como Isaac Newton),
John Locke fue también diplomático, teólogo, economista, profesor de
griego antiguo y de retórica, y alcanzó renombre por sus
escritos filosóficos, en los que sentó las bases del pensamiento
político liberal.
Locke se acercó a tales ideas como médico y secretario que fue del conde de Shaftesbury, líder del partido Whig, adversario
del absolutismo monárquico en la Inglaterra de Carlos II y de Jacobo II.
Convertido a la defensa del poder parlamentario, el propio Locke
fue perseguido y tuvo que refugiarse en Holanda, de donde regresó tras el triunfo de la «Gloriosa Revolución» inglesa
de 1688.
JOHN LOCKE EN 4 MINUTOS 29/8/20
Locke fue uno de los grandes ideólogos de las élites protestantes inglesas que, agrupadas en torno a los whigs, llegaron
a controlar
el Estado en virtud de aquella revolución; y, en consecuencia,
su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución
política del Reino Unido hasta la actualidad. Defendió la
tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las
religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial
de su liberalismo quedó de manifiesto al excluir del derecho a la
tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo el
enfrentamiento de estos últimos con los protestantes la clave de los
conflictos religiosos que venían desangrando a las islas
Británicas y a Europa entera).
John Locke
En su obra más trascendente, Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690),
sentó los principios básicos del constitucionalismo
liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos
derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger:
fundamentalmente,
la vida, la libertad y la propiedad.
Partiendo del pensamiento
de Thomas Hobbes,
Locke apoyó la idea de que el Estado nace
de un «contrato social» originario, rechazando la doctrina
tradicional del origen divino del poder; pero, a diferencia de Hobbes,
argumentó que
dicho pacto no conducía a la monarquía absoluta, sino que era
revocable y sólo podía conducir a un gobierno limitado.
3 John Locke Fernando Savater 8/11/21
La autoridad de los Estados resultaba de la voluntad de los
ciudadanos, que quedarían desligados del deber de obediencia en cuanto
sus
gobernantes conculcaran esos derechos naturales inalienables. El
pueblo no sólo tendría así el derecho de modificar el poder
legislativo según su criterio (idea de donde proviene la
práctica de las elecciones periódicas en los Estados liberales),
sino también la de derrocar a los gobernantes deslegitimados por
un ejercicio tiránico del poder (idea en la que se apoyarían Thomas
Jefferson y los revolucionarios norteamericanos para
rebelarse e independizarse de Gran Bretaña en 1776, así como la
burguesía y el campesinado de Francia para alzarse contra el absolutismo
de Luis XVI en la Revolución Francesa).
Locke defendió la separación de poderes como forma de
equilibrarlos entre sí e impedir que ninguno degenerara hacia el
despotismo; pero, por inclinarse por la supremacía de un poder
legislativo representativo de la mayoría, se puede también
considerar a John Locke como un teórico de la democracia,
hacia la que acabarían evolucionando los regímenes liberales. Por
legítimo que fuera, sin embargo, ningún poder debería sobrepasar
determinados límites (de ahí la idea de ponerlos
por escrito en una Constitución). Este tipo de ideas inspirarían
al liberalismo anglosajón (reflejándose puntualmente
en las constituciones de Gran Bretaña y Estados Unidos) e,
indirectamente, también al del resto del mundo (a través de ilustrados
franceses, como Montesquieu, Voltaire y Rousseau).
Menos incidencia tuvo el pensamiento propiamente filosófico de Locke, basado en una teoría del conocimiento empirista inspirada
en Francis Bacon y en René Descartes. Al igual que Hobbes, John Locke profundizó en el empirismo
de Bacon y rechazó la teoría cartesiana de las ideas innatas; a la refutación de tal teoría dedicó la primera
parte de su Ensayo sobre el entendimiento humano (1690). Según Locke, la mente humana nace tamquam tabula rasa;
es decir,
en el momento de su nacimiento, la mente de un niño carece de
ideas: es como un papel en blanco en el que no hay ninguna idea escrita
(Descartes
afirmaba que contenía ideas innatas, como por ejemplo la idea de
Dios).
Todas las ideas proceden de la experiencia, y de la experiencia procede todo nuestro conocimiento. Experiencia
no significa únicamente
en Locke experiencia externa; igual que percibimos el exterior
(por ejemplo, el canto de un pájaro), percibimos nuestro interior (por
ejemplo,
que estamos furiosos). En consecuencia, dos son los ámbitos de
la experiencia: el mundo exterior, captado por la sensación,
y el de la conciencia o interior, captado por la reflexión.
Biografía John Locke 28/10/20
De este modo, cuando John Locke y los empiristas en general hablan de ideas,
no se refieren a ideas en el sentido platónico,
ni tampoco a conceptos del entendimiento, sino a contenidos de
la conciencia, es decir, a la impronta que han dejado en la misma una
sensación
o una reflexión. Hay ideas simples que se adquieren tanto en la sensación (alto, dulce, rojo) como en la reflexión
(placer, duda, deseo); e ideas complejas que se forman a partir de las simples, merced a la actividad del sujeto. Hay una gran variedad
de ideas complejas, pero pueden reducirse a las de sustancia, modo y relación, que son paralelas a los elementos
del juicio: sujeto, predicado y cópula; no en vano es el juicio la actividad sintética por excelencia del entendimiento.
Por la sensación no conocemos la sustancia de las cosas, y
puesto que, conforme a las premisas de Locke, todo lo que llega al
entendimiento
pasa por los sentidos, tampoco podemos conocerla por el
entendimiento. Por la sensación sólo percibimos las cualidades de las
cosas,
cualidades que pueden ser primarias y secundarias. Las cualidades primarias son las que se refieren a la extensión y al movimiento
con sus respectivas propiedades y son captadas por varios sentidos.
20 Frases de John Locke 👴🏻 | Padre de la tabula rasa 13/3/21
La cualidades secundarias, tales como el color, el
sonido o el sabor, son percibidas por un solo sentido. Las cualidades
primarias
tienen valor objetivo y real, es decir, existen tal como las
percibimos, pero las cualidades secundarias, aunque sean causadas por
las cosas exteriores,
son subjetivas por el modo en que las percibimos: más que
cualidades de las cosas, son reacciones del sujeto a estímulos recibidos
de ellas. Para Locke, la sustancia no es cognoscible, aunque es posible admitir su existencia como sustrato o sostén de
las cualidades primarias y como causa de las secundarias.
John Locke fallecio en Oaks,-Essex, el 28 de octubre de 1704
Poeta y dramaturgo español. Hermano mayor del gran poeta Antonio Machado,
es una figura representativa del espíritu modernista en la poesía
española de su época. Su personalidad a la vez cosmopolita y andaluza se
plasma en una lírica en la que el gusto modernista coexiste con los
motivos populares.
Nacio en Sevilla el 29 de agosto de 1874. Se trasladó con su familia a Madrid en 1883 y se
formó en la Institución Libre de Enseñanza. Vivió largas temporadas en
París, donde entró en contacto con la poesía simbolista francesa. En
1910 contrajo matrimonio con su prima Eulalia Cáceres, mujer
profundamente religiosa, y trabajó como archivero y bibliotecario.
Durante la Guerra Civil colaboró con el aparato de propaganda
nacionalista y fue elegido miembro de la Real Academia Española (1938).
Los hermanos Antonio y Manuel Machado
Dio sus primeros pasos literarios en la revista La Caricatura, fundada y dirigida por Enrique Parada, con quien colaboró en los poemarios Tristes y alegres (1894), y Etcétera (1895). Tras conocer a Rubén Darío,
a quien consideró su maestro a partir de entonces, la estética
modernista penetró profundamente en sus concepciones poéticas, forjadas
también en el simbolismo francés finisecular.
La aparición de Alma (1902), Caprichos (1905) y La fiesta nacional (Rojo y negro)
(1906) lo consagró como una de las figuras más sobresalientes de la
nueva poesía, aunque más adelante buscó una formulación más personal y
cercana a su talante andalucista con Alma. Museo. Los cantares (1907) y, sobre todo, a través de El mal poema (1909) y Cante hondo (1912), donde la musicalidad de sus versos se dirigió a la recuperación de la copla popular andaluza.
Manuel Machado - Adelfos 29/8/19
Manuel Machado - El querer 19/1/20
Junto a los indudables valores que ofrecieron estos libros y otros como Ars moriendi (1921) o Phoenix
(1936), en la última fase de su trayectoria se pudo apreciar una
propensión hacia una lírica superficial y tópica, especialmente con Horas de oro (1938), Cadencias de cadencias (1943) y Horario (1947). Publicó también la novela El amor y la muerte (1913) y los ensayos La guerra literaria (1914) y Un año de teatro (1918).
Manuel Machado - La Copla 29/8/20
Manuel Machado - Castilla 29/8/21
Asimismo, escribió en colaboración con su hermano Antonio varias obras de teatro en verso, entre las que destacan Juan de Mañara (1927), La Lola se va a los puertos (1929), La duquesa de Benamejí (1932) y El hombre que murió en la guerra (1940).
Manuel Machado Ruiz fallecio en Madrid el 19 de enero de 1947
Teólogo latino, una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano. Excelentes pintores han ilustrado la vida de San Agustín recurriendo a una escena apócrifa que no por serlo resume y simboliza con menos acierto la insaciable curiosidad y la constante búsqueda de la verdad que caracterizaron al santo africano. En lienzos, tablas y frescos, estos artistas le presentan acompañado por un niño que, valiéndose de una concha, intenta llenar de agua marina un agujero hecho en la arena de la playa. Dicen que San Agustín encontró al chico mientras paseaba junto al mar intentando comprender el misterio de la Trinidad y que, cuando trató sonriente de hacerle ver la inutilidad de sus afanes, el niño repuso: "No ha de ser más difícil llenar de agua este agujero que desentrañar el misterio que bulle en tu cabeza."
San Agustín se esforzó en acceder a la salvación por los caminos de la más absoluta racionalidad. Sufrió y se extravió numerosas veces, porque es tarea de titanes acomodar las verdades reveladas a las certezas científicas y matemáticas y alcanzar la divinidad mediante los saberes enciclopédicos. Y aún es más difícil si se posee un espíritu ardoroso que no ignora los deleites del cuerpo. La personalidad de San Agustín de Hipona era de hierro e hicieron falta durísimos yunques para forjarla.
Biografía
Aurelio Agustín nació en Tagaste, en el África romana, hoy Suq Ahras, actual Argelia el 13 de noviembre de 354. Su padre, llamado Patricio, era un funcionario pagano al servicio del Imperio. Su madre, la dulce y abnegada cristiana Mónica, luego santa, poseía un genio intuitivo y educó a su hijo en su religión, aunque, ciertamente, no llegó a bautizarlo. El niño, según él mismo cuenta en sus Confesiones, era irascible, soberbio y díscolo, aunque excepcionalmente dotado. Romaniano, mecenas y notable de la ciudad, se hizo cargo de sus estudios, pero Agustín, a quien repugnaba el griego, prefería pasar su tiempo jugando con otros mozalbetes. Tardó en aplicarse a los estudios, pero lo hizo al fin porque su deseo de saber era aún más fuerte que su amor por las distracciones; terminadas las clases de gramática en su municipio, estudió las artes liberales en Metauro y después retórica en Cartago.
Vida de San Agustín de Hipona (Pasión por la Vida) 13/11/20
A los dieciocho años, Agustín tuvo su primera concubina, que le dio un hijo al que pusieron por nombre Adeodato. Los excesos de ese "piélago de maldades" continuaron y se incrementaron con una afición desmesurada por el teatro y otros espectáculos públicos y la comisión de algunos robos; esta vida le hizo renegar de la religión de su madre. Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Sus intereses le inclinaban hacia la filosofía, y en este territorio encontró acomodo durante algún tiempo en el escepticismo moderado, doctrina que obviamente no podía satisfacer sus exigencias de verdad.
Sin embargo, el hecho fundamental en la vida de San Agustín de Hipona en estos años es su adhesión al dogma maniqueo; su preocupación por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo, la religión de moda en aquella época. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Era preciso conocer el aspecto bueno y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la salvación.
San Agustín de Hipona en su celda (c.1480),
de Sandro Botticelli
A San Agustín le seducía este dualismo y la fácil explicación del mal y de las pasiones que comportaba, pues ya por aquel entonces eran estos los temas centrales de su pensamiento. La doctrina de Mani o Manes, fundador del maniqueísmo, se asentaba en un pesimismo radical aún más que el escepticismo, pero denunciaba inequívocamente al monstruo de la materia tenebrosa enemiga del espíritu, justamente aquella materia, "piélago de maldades", que Agustín quería conjurar en sí mismo.
San Agustin - Película COMPLETA 28/8/19
Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384). Durante diez años, a partir del 374, vivió Agustín esta amarga y loca religión. Fue colmado de atenciones por los altos cargos de la jerarquía maniquea y no dudó en hacer proselitismo entre sus amigos. Se entregó a los himnos ardientes, los ayunos y las variadas abstinencias y complementó todas estas prácticas con estudios de astrología que le mantuvieron en la ilusión de haber encontrado la buena senda. A partir del año 379, sin embargo, su inteligencia empezó a ser más fuerte que el hechizo maniqueo. Se apartó de sus correligionarios lentamente, primero en secreto y después denunciando sus errores en público. La llama de amor al conocimiento que ardía en su interior le alejó de las simplificaciones maniqueas como le había apartado del escepticismo estéril.
VIDA Y FILOSOFÍA DE SAN AGUSTÍN 21/10/19
En 384 encontramos a San Agustín de Hipona en Milán ejerciendo de profesor de oratoria. Allí lee sin descanso a los clásicos, profundiza en los antiguos pensadores y devora algunos textos de filosofía neoplatónica. La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino, debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal; igualmente decisivo en la nueva orientación de su pensamiento serían los sermones de San Ambrosio, arzobispo de Milán, que partía de Plotino para demostrar los dogmas y a quien San Agustín escuchaba con delectación, quedando "maravillado, sin aliento, con el corazón ardiendo". A partir de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», San Agustín comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.
TEMA 10.4 FILOSOFIA MEDIEVAL. SAN AGUSTIN DE HIPONA I . 13/11/19
Dos años después, la convicción de haber recibido una señal divina (relatada en el libro octavo de las Confesiones) lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En 387 se hizo bautizar por San Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.
San Agustín de Hipona y Santa Mónica (1846), de Ary Scheffer
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de Hipona; desde este pequeño pueblo pescadores proyectaría su pensamiento a todo el mundo occidental. Sus antiguos correligionarios maniqueos, y también los donatistas, los arrianos, los priscilianistas y otros muchos sectarios vieron combatidos sus errores por el nuevo campeón de la Cristiandad. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de pastor, administrador, orador y juez. Al mismo tiempo elaboraba una ingente obra filosófica, moral y dogmática; entre sus libros destacan los Soliloquios, las Confesiones y La ciudad de Dios, extraordinarios testimonios de su fe y de su sabiduría teológica.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la historia cristiana. Durante los últimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió el 28 de agosto de 430.
La filosofía de San Agustín
El tema central del pensamiento de San Agustín de Hipona es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
43 Bonitas Frases de San Agustín de Hipona (Narradas) 18/3/20
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es concebido como bien y verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia. Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
Mundo, alma y Dios
En sus concepciones sobre la naturaleza y el mundo físico, Agustín de Hipona parte del hilemorfismo de Aristóteles: los seres se componen de materia y forma. Pero conforme al ideario cristiano, Agustín introduce el concepto de creación (Dios creó libremente el mundo de la nada), extraño a la tradición griega, y enriquece la teoría aristotélica con las llamadas razones seminales: al crear el mundo, Dios lo dejó en un estado inicial de indeterminación, pero depositó en la materia una serie de potencialidades latentes comparables a semillas, que en las circunstancias adecuadas y conforme a un plan divino originaron los sucesivos seres y fenómenos. De este modo, el mundo evoluciona con el tiempo, actualizando constantemente sus potencialidades y configurándose como cosmos.
El ser humano se compone de cuerpo (materia) y alma (forma). Pero siguiendo ahora a Platón, para Agustín de Hipona cuerpo y alma son sustancias completas y separadas, y su unión es accidental: el hombre es un alma racional inmortal que se sirve, como instrumento, de un cuerpo material y mortal; el santo llegó incluso a usar algunas veces el símil platónico del jinete y el caballo. Dotada de voluntad, memoria e inteligencia, el alma es una sustancia espiritual simple e indivisible, cualidades de las que se desprende su inmortalidad, ya que la muerte es descomposición de las partes.
San Agustín de Hipona (c. 1637), de Rubens
Tal concepto crearía dificultades y dudas en San Agustín a la hora de establecer el origen del alma (siempre rechazó la noción platónica de la preexistencia) y conciliarlo con el dogma del pecado original. Si el alma era generada por los padres al igual que el cuerpo (generacionismo), se entendía que el pecado original se transmitiese a los descendientes, pero, siendo simple e indivisible, ¿cómo podía el alma pasar a los hijos? Y si el alma era creada por Dios en el instante del nacimiento (creacionismo), ¿cómo podía Dios crear un alma imperfecta, manchada por el pecado original?
Para San Agustín, fe y razón se hallan profundamente vinculadas: sus célebres aforismos "cree para entender" y "entiende para creer" (Crede ut intelligas, Intellige ut credas) significan que la fe y la razón, pese a la primacía de la primera, se iluminan mutuamente. Mediante la sensación y la razón podemos llegar a percibir cosas concretas y a conocer algunas verdades necesarias y universales, pero referidas a fenómenos concretos, temporales. Sólo gracias a una iluminación o poder suplementario que Dios concede al alma, a la razón, podemos llegar al conocimiento racional superior, a la sabiduría. Por otra parte, un discurso racional correcto necesariamente ha de conducir a las verdades reveladas.
De este modo, la razón nos ofrece algunas pruebas de la existencia de Dios, de entre las que destaca en San Agustín el argumento de las verdades eternas. Una proposición matemática como, por ejemplo, el teorema de Pitágoras, es necesariamente verdadera y siempre lo será; el fundamento de tal verdad no puede hallarse en el devenir cambiante del mundo, sino en un ser también inmutable y eterno: Dios. Dios posee todas las perfecciones en grado sumo; Agustín destaca entre sus atributos la verdad y la bondad (por influjo de la idea platónica del bien), aunque establece la inmutabilidad como el atributo del que derivan lógicamente los demás. La influencia de Platón se hace de nuevo patente en el llamado ejemplarismo de San Agustín: Dios posee el conocimiento de la esencia de todo lo creado; las ideas de cada ser en la mente divina son como los modelos o ejemplos a partir de los cuales Dios creó a cada uno de los seres.
Ética y política
El hombre aspira a la felicidad, pero, conforme a la doctrina cristiana, no puede ser feliz en la tierra; durante su existencia terrenal debe practicar la virtud para alcanzar la salvación, y gozar así en la otra vida de la visión beatífica de Dios, única y verdadera felicidad. Aunque para la salvación es necesario el concurso de la gracia divina, la práctica perseverante de las virtudes cardinales y teologales es el camino que ha de seguir el hombre para alejarse de aquella tendencia al mal que el pecado original ha impreso en su alma.
Agustín de Hipona entiende el mal como no-ser, como carencia de ser. Siguiendo la tesis ejemplarista, el mundo y los seres que lo forman son buenos en cuanto que imitación o realización, aunque imperfecta, de las ideas divinas; no podemos culpar a Dios de sus carencias, ya que Dios les dio el ser, no el no-ser. Del mismo modo, las malas acciones son actos privados de moralidad; Dios no puede sino permitir que se cometan, pues lo contrario implicaría retirar al alma humana su libre albedrío.
Las ideas políticas de Agustín de Hipona deben situarse en el contexto de la profunda crisis que atravesaba el Imperio romano y de la acusación lanzada por los paganos de que el cristianismo era la causa de la decadencia de Roma. San Agustín respondió trazando en La ciudad de Dios una filosofía de la historia; la palabra "ciudad" ha de entenderse en esta obra no como conjunto de calles y edificios, sino como el vocablo latino civitas, es decir, la población o habitantes de una ciudad. Entendiendo el término en tal sentido, para San Agustín la historia de la humanidad es la de una lucha entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena, la ciudad del bien y la del mal. Entre los moradores de la ciudad terrenal impera "el amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios"; en la ciudad de Dios, "el amor a Dios hasta el deprecio de sí mismo".
Remontándose a los ángeles y a Adán y Eva y descendiendo por la Biblia hasta llegar a Jesucristo y a su propia época, Agustín de Hipona expone el desarrollo de esta constante pugna. La ciudad de Dios se inició con los ángeles, y la terrena, con Caín y el pecado original. La historia de la humanidad se divide en dos grandes épocas: la primera, desde la caída del hombre hasta Jesucristo, preparó la redención; la segunda, desde Jesucristo hasta el fin del mundo, cumplirá y realizará la redención, pues el conflicto entre ambas ciudades proseguirá hasta que, ya en el fin de los tiempos, triunfe definitivamente la ciudad de Dios.
Desde tal amplia perspectiva, la situación crítica del Imperio romano (en el que San Agustín ve un instrumento de Dios para facilitar la propagación de la fe) es solamente otro momento de esa lucha, y más debe atribuirse su crisis a la pervivencia del paganismo entre los ciudadanos que a la cristianización; una Roma plenamente cristiana podría pasar a ser un imperio espiritual y no meramente terrenal. Junto al núcleo que la motiva, se halla en esta obra su concepto de la familia y la sociedad como positivas derivaciones de la naturaleza humana (no como resultado de un pacto), así como la noción del origen divino del poder del gobernante.
Por su vasta y perdurable irradiación, puede afirmarse que Agustín de Hipona figura entre los pensadores más influyentes de la tradición occidental; es preciso saltar hasta Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) para encontrar un filósofo de su misma talla. Toda la filosofía y la teología medieval, hasta el siglo XII, fue básicamente agustiniana; los grandes temas de San Agustín -conocimiento y amor, memoria y presencia, sabiduría- dominaron la teología cristiana hasta la escolástica tomista. Lutero recuperó, transformándola, su visión pesimista del hombre pecador, y los seguidores de Jansenio, por su parte, se inspiraron muy a menudo en el Augustinus, libro en cuyas páginas se resumían las principales tesis del filósofo de Hipona.
Filósofo alemán. Nacio en Stuttgart Alemania el 27 de agosto de 1770 Hegel estudió primero en el instituto de su
ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de teología en
Tubinga, donde fue compañero del poeta Hölderlin
y del filósofo Schelling, gracias al cual se incorporó en 1801 como
docente a la Universidad de Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon en la ciudad (1806).
Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores como Friedrich Schiller, Johann Gottfried Herder, Gotthold Ephraim Lessing e Immanuel Kant, Hegel compartió con sus compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa.
Aunque al principio se hallaba muy próximo al idealismo de Fichte y
Schelling, a medida que fue elaborando su propio sistema filosófico, ya
profesor en la Universidad de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín
(1818-1831), se alejó progresivamene de ellos.
El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de «subjetivo», el de Schelling
de «objetivo» y el suyo como «Absoluto» para denunciar la incapacidad
de éstos para resolver la contradicción, tarea que para él constituía el
objetivo último de la filosofía: «La supresión de la diferencia es la
tarea fundamental de la filosofía».
Hegel, dialéctica del amo y el esclavo 14/11/19
No en vano el de Hegel es el último de los
grandes sistemas concebidos en la historia de la filosofía. La
«contradicción» significa aquí el conjunto de oposiciones que había
venido determinando la historia de las ideas desde el pensamiento
clásico: lo singular y lo universal, la Naturaleza y el Espíritu, el
bien y el mal, etc. La superación de la contradicción debe llevarse a
cabo a partir del pensamiento «dialéctico», cuyas fuentes están en Heráclito y en Platón.
Grandes Filósofos Hegel (pt-br ativar legendas) 20/6/19
Si la filosofía alemana del momento se hallaba
dominada por el concepto kantiano de noúmeno, que establecía el límite
más allá del cual el conocimiento no podía avanzar, para Hegel «la
filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al saber para ser un
efectivo y pleno "saber", para ser ciencia (Wissenschaft)». Hegel parte
de la realidad como un todo (monismo) compuesto por partes integrantes
cuyo sentido sólo puede ser aprehendido por remisión a la totalidad en
la que se inscriben.
HEGEL. LECCIONES DE FILOSOFIA 27/8/19
Pero, a diferencia de sus
antecesores, concibe una totalidad dinámica: cada cosa llega a ser lo
que es en el seno de un continuo devenir, un proceso que es producto de
la diferencia, del carácter constitutivamente contradictorio del ser. El
movimiento esencial del ser es dialéctico, por cuanto expresa la pugna
interna entre las partes para reducir su oposición a unidad. Dado que el
pensamiento debe aprehender una realidad en movimiento, Hegel
desarrolla una lógica que permite conocer el ser (el Absoluto) sin
excluir el devenir y el cambio.
De ahí que su sistema sea dialéctico, por cuanto intenta
concebir lo concreto desde el interior de lo absoluto, que se
manifiesta como tal en la oposición a lo concreto y en su negación. Por
ello, la «negatividad» es un concepto central en el sistema hegeliano,
pues explica el devenir de cada objeto en su contrario, y la resolución
de ambos en una nueva figura que a su vez será negada; al final del
proceso, la esencia del Absoluto se revela como pura negatividad, es
decir, como la ausencia (o mejor la negación) de cualquier
determinación.
Al contrario de lo que sucede en
otros sistemas, el Absoluto de Hegel se da como lo concreto, como suma
de todos los momentos del proceso a la vez que como su resultado,
superando la vaguedad de la abstracción, que constituye un momento del
todo. La distinción entre sujeto y objeto resulta también superada
(«Todo lo racional es real y todo lo real es racional»), pues la
historia del proceso de revelación del Absoluto (el Espíritu), que Hegel
desarrolla en su Fenomenología del Espíritu, se da como proceso
de autoconocimiento del propio Absoluto. La historia de los hombres es
la expresión de un conflicto que tiende a desaparecer, marcado por un
fin -telos- que consiste en la reducción de la diferencia a identidad absoluta.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel fallecio en Berlín el 14 de noviembre de 1831
Escritor argentino, una
de la grandes figuras del llamado «boom» de la literatura
hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio
merecida proyección internacional a los narradores del continente.
Emparentado con Borges como inteligentísimo
cultivador del cuento fantástico, los relatos breves de Cortázar se
apartaron sin embargo de la alegoría metafísica para indagar en las
facetas inquietantes y enigmáticas de lo cotidiano, en una búsqueda de
la autenticidad y del sentido profundo de lo real que halló siempre
lejos del encorsetamiento de las creencias, patrones y rutinas
establecidas. Su afán renovador se manifiesta sobre todo en el estilo y
en la subversión de los géneros que se verifica en muchos de sus libros,
de entre los cuales la novela Rayuela publicada el 28 de junio de 1963, con sus dos posibles órdenes de lectura, sobresale como su obra maestra.
Biografía
Nacio en Bruselas, Bélgica el 26 de agosto de 1914. Hijo de un funcionario asignado a la embajada argentina en Bélgica, su nacimiento coincidió con el inicio de la Primera Guerra Mundial,
por lo que sus padres permanecieron más de lo previsto en Europa. En
1918, a los cuatro años de edad, Julio Cortázar se desplazó con ellos a
Argentina, para radicarse en el suburbio bonaerense de Banfield.
Julio Cortázar - Fantasía, realidad y revolución 26/8/19
Tras completar sus estudios primarios, siguió los de
magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó más
tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida
ésta, su trabajo como traductor de la UNESCO le permitió afincarse
definitivamente en la capital francesa. Por entonces Julio Cortázar ya
había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia de Jorge Luis Borges.
Julio Cortázar - Documental 1994.28/6/19
En la década de 1960, Julio Cortázar se
convirtió en una de las principales figuras del llamado «boom» de la
literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento internacional.
Su nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes protagonistas
del «boom»: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti o sus compatriotas Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato,
entre otros. A diferencia de Borges, Cortázar sumó a su sensibilidad
artística su preocupación social: se identificó con las clases
marginadas y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierdas.
Julio Cortázar - El breve amor 11/6/20
En este sentido, su viaje a la Cuba de Fidel Castro
en 1962 constituyó una experiencia decisiva en su vida y el detonante
de un radical cambio de actitud que influiría profundamente en su vida y
en su obra: el intelectual introvertido que había sido hasta entonces
devendrá activista político. Merced a su concienciación social y
política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de
toma de posesión como presidente de Salvador Allende
y, más tarde, a Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista. Como
personaje público, Julio Cortázar intervino con firmeza en la defensa de
los derechos humanos, y fue uno de los promotores y miembros más
activos del Tribunal Russell.
JULIO CORTÁZAR | YO TUVE UN HERMANO 4/9/20
Como parte de este compromiso escribió numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen del general Pinochet, y Nicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza, en el que incluyó el cuento Apocalipsis en Solentiname y el poema Noticias para viajeros.
Tres años antes de morir adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin
renunciar a la argentina. Falleció en París el 12 de febrero de 1984,
poco después de enviudar de su segunda mujer, Carol Dunlop.
La obra de Julio Cortázar
La literatura de Cortázar parte de un
cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas en
la medida en que puede caracterizarse como una búsqueda de la
autenticidad, del sentido profundo de la vida y del mundo. Tal temática
se expresó en ocasiones en obras de marcado carácter experimental, que
lo convierten en uno de los mayores innovadores de la lengua y la
narrativa en lengua castellana.
Toco tu boca - Julio Cortázar 12/2/20
Como en Jorge Luis Borges, sus relatos ahondan
en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el referente de la
realidad cotidiana: de hecho, la aparición de lo fantástico en la vida
cotidiana muestra precisamente la abismal complejidad de lo "real". Para
Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros
registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples
formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente
cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de
pensamiento.
Julio Cortázar
En la obra de Cortázar, el instinto, el azar, el
goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse
con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el
mundo. Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al
lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes
posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es
llamado a completar el universo narrativo. Tales propuestas alcanzaron
sus más acabadas expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela,
considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua
castellana, y en sus relatos breves, donde, pese a su originalísimo
estilo y su dominio inigualable del ritmo narrativo, se mantuvo más
cercano a la convenciones del género. Cabe destacar, entre otros muchos
cuentos, Casa tomada o Las babas del diablo, ambos llevados al cine, y El perseguidor, cuyo protagonista evoca la figura del saxofonista negro Charlie Parker.
Happy New Year Julio Cortázar 1/1/21
Aunque su primer libro fueron los poemas de Presencia (1938, firmados con el seudónimo de «Julio Denis»), seguidos por Los reyes,
una reconstrucción igualmente poética del mito del Minotauro, esta
etapa se considera en general la prehistoria cortazariana, y suelen
darse como inicio de su bibliografía los relatos que integraron Bestiario
(1951), publicados en la misma fecha en la que inició su exilio. A esta
tardía iniciación (se acercaba por entonces a los cuarenta años) suele
atribuirse la perfección de su obra, que desde esa entrega no contendrá
un solo texto que pueda considerarse menor.
20 Frases de Julio Cortázar que te enamorarán 12/2/21
Cabe señalar, además, una singularidad
inaugurada en simultáneo con esa entrega: las sucesivas recopilaciones
de relatos de Cortázar conservarían esa especie de perfección
estructural casi clasicista, dentro de los cánones del género. El resto
de su producción (novelas extraordinariamente rupturistas y textos
misceláneos) se aleja hasta tal punto de las convenciones genéricas que
es difícilmente clasificable. De hecho, buena parte de la crítica
aprecia más su faceta de cuentista impecable que la de prosista
subversivo.
Los cuentos
En el ámbito del cuento, Julio Cortázar es un
exquisito cultivador del género fantástico, con una singular capacidad
para fusionar en sus relatos los mundos de la imaginación y de lo
cotidiano, obteniendo como resultado un producto altamente inquietante.
Ilustración de ello es, en Bestiario (1951), un cuento como "Casa
tomada", en el que una pareja de hermanos percibe cómo, diariamente, su
amplio caserón va siendo ocupado por presencias extrañas e indefinibles
que terminan provocando, primero, su confinamiento dentro de la propia
casa, y, más tarde, su expulsión definitiva.
Julior Cortázar sobre la soledad y la amistad 26/8/21
Lo mismo podría decirse a propósito de Las armas secretas
(1959), entre cuyos cuentos destaca "El perseguidor", que tiene por
protagonista a un crítico de jazz que ha escrito un libro sobre un
célebre saxofonista borracho y drogadicto. Cuando se dispone a preparar
la segunda edición del mismo, Jonnhy, el saxofonista, quiere exponerle
sus opiniones acerca de su propia música y el libro, pero, en realidad,
no le cuenta nada; no parece que tenga nada profundo que decir, como
tampoco lo tiene el autor del libro, por lo que, muerto Jonnhy, la
segunda edición únicamente se diferencia de la primera por el añadido de
una necrológica.
Julio Cortázar
En los cuentos de Final del juego (1964),
encontramos algunas de las descripciones más crueles de Cortázar, como
por ejemplo "Las ménades", una auténtica pesadilla; pero también hay
sátiras, como ocurre en "La banda", en el que su protagonista, cansado
del sistema imperante en su país (clara alusión al peronismo), se
destierra voluntariamente, como Cortázar hizo a París en 1951. En
"Axolotl", tras contemplar diaria y obsesivamente un ejemplar de estos
anfibios en un acuario, el narrador del cuento se ve convertido en uno
más de ellos, recuperando de tal manera el tema del viejo mito azteca.
De Todos los fuegos el fuego (1966),
compuesto por otros ocho relatos, hay que destacar "La autopista del
Sur", historia de un amor nacido durante un embotellamiento, cuyos
protagonistas, que no se han dicho sus nombres, son arrastrados por la
riada de vehículos cuando el atasco se deshace y no vuelven ya nunca a
encontrarse. Impresionante es asimismo el cuento que da título a la
colección, en el que se mezclan admirablemente una historia actual con
otra ocurrida cientos de años atrás.
En los también ocho cuentos de Octaedro
(1974), lo fantástico vuelve a mezclarse con la vida de los hombres,
casi siempre en el momento más inesperado de su existencia. Más cercanas
a lo cotidiano y abiertas a la normalidad son sus tres últimas
colecciones de relatos, Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a Glenda y otros relatos (1980) y Deshoras (1982), sin que por ello dejen de estar presentes los temas y motivos que caracterizan su producción.
Rayuela y la narrativa inclasificable
Pero es precisamente lejos del relato corto
donde reside la huella revolucionaria e irrepetible que Julio Cortázar
dejó en la literatura en lengua española, desde su novela inicial (Los premios, 1960) hasta la amorosa despedida textual de Nicaragua, tan violentamente dulce (1984). El momento álgido de esta propuesta innovadora que aniquilaba las convenciones genéricas fue la escritura de Rayuela (1963).
Protagonizada por un álter ego de Cortázar, Horacio Oliveira, Rayuela
narra el itinerario de un intelectual argentino en París (primera
parte) y luego en Argentina (segunda parte), para agregar, en la tercera
parte y al modo de misceláneas, una serie de anotaciones, recortes
periodísticos, poemas y citas que pueden intercalarse en la lectura de
las dos primeras, según el recorrido que decida el lector, a partir de
los dos que propone el autor.
Las desavenencias amorosas entre La Maga y
Horacio Oliveira, los conflictos intelectuales de Horacio, una amplia
red de referencias culturales, con el jazz en posición preferente, y la
invitación a la participación del lector como coautor de esa obra
abierta, encontraron en el clima de efervescencia cultural de la década
de 1960 su perfecto campo de desarrollo. Rayuela ha quedado así
como uno de los emblemas imprescindibles de la cultura argentina de ese
momento, en el que la novela de Julio Cortázar ocupó un lugar central y
fue objeto de toda clase de asedios y comentarios críticos.
Algunas de las sucesivas novelas de Cortazar fueron un intento de avanzar en la dirección de Rayuela: así, la titulada 62. Modelo para armar (1968) es un excelente comentario en paralelo, extraído de una propuesta sugerida en el capítulo 62 de su obra maestra. En el Libro de Manuel
(1973), el experimentalismo deja paso a un intento de explicar la
difícil convivencia entre el compromiso político y la libertad
individual.
Por lo que respecta al género de los
"almanaques", esa combinación específicamente cortazariana de todos los
géneros en ninguno, es imprescindible referirse a títulos como La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o Último round
(1969). Tales volúmenes, de difícil clasificación, alternan el cuento
con el ensayo, el poema y el fragmento narrativo o crítico. En este
apartado merecen mención aparte las inefables Historias de cronopios y de famas (1962), graciosos y complejos personajes simbólicos con singulares actitudes frente a la vida, Un tal Lucas (1979), irónico retrato de un personaje de extraña coherencia, y el casi póstumo Los autonautas de la cosmopista (1983), irrepetible mezcla de diario de viaje y testamento de amor.