Psicólogo y filósofo norteamericano, destacado representante del pragmatismo y uno de los artífices de la constitución de la psicología como ciencia. Hermano mayor del novelista Henry James, es el pensador norteamericano moderno más apreciado y admirado. Sus antepasados fueron inmigrantes irlandeses enriquecidos en su nueva patria. William James nació en Nueva York el 11 de enero de 1842. Durante la infancia William James, como su hermano, acompañó a la familia en sus largas peregrinaciones por Europa, frecuentó numerosas escuelas en seis países distintos y participó en las conversaciones que su fogoso y patriarcal progenitor dirigía en las tertulias de importantes personalidades.
La irregularidad de los estudios y la profusión de sus facultades innatas le hicieron difícil la elección de una carrera, que orientó finalmente hacia la ciencia. A los cursos de la Harvard Medical School, interrumpidos por una expedición a la cuenca del Amazonas en compañía del naturalista Louis Agassiz y luego reanudados, siguió una estancia de dieciocho meses en Alemania. Fue un período de lecturas, observaciones y reflexiones al cual cabe remontar la aparición de su ideología, pero también una etapa de inquietas decisiones y de un desaliento que rayó casi en la desesperación suicida.
William James había heredado de su progenitor no solamente la tendencia a las especulaciones no ortodoxas (llamado Henry James, como el hermano menor, el padre era un notable seguidor del teósofo Emanuel Swedenborg), sino también un profundo interés por los valores morales y espirituales, la necesidad de una fe religiosa y una acusada propensión al misticismo, que sus estudios científicos, y más particularmente la lectura de Darwin, pusieron en grave aprieto. A lo largo de toda su vida se sentiría acuciado por el problema de la conciliación de la tendencia interior a la fe con el pensamiento científico que parecía minarla; ello constituyó uno de los principales móviles de su obra.
El resultado inmediato de este clásico dilema del siglo XIX, unido en tal caso a un drama psicológico personal, fue, a su regreso a América en 1868, un período de torturadas vacilaciones, aguda melancolía y grave crisis nerviosa que le llevó al borde de la locura y dio lugar más tarde a un casi místico "juicio" cuya formulación filosófica, expresada con crudeza, es la siguiente: aun cuando la mente, según afirma Darwin, sea en verdad un producto de la evolución biológica y un instrumento elaborado para que el organismo humano pueda afrontar el medio ambiente, la voluntad del hombre permanece, a pesar de ello, "libre" bajo cualquier aspecto; la fe, siquiera privada de su contenido teológico, mantiene sea como fuere sus propios derechos de íntima función al mismo tiempo inextirpable e indispensable para el mantenimiento de la existencia; la vida merece, por sí misma, ser vivida.
El "optimismo" intencional con que la mentalidad sensitivamente equilibrada de William James logró superar, de esta forma, su propio desequilibrio fundamental, daría lugar a un complicado sistema de pensamiento especulativo. En 1872 el filósofo inició en Harvard su carrera docente, que desempeñaría a lo largo de toda su existencia; sus cursos de fisiología fueron ampliándose gradualmente, y llegaron a incluir la biología, la filosofía, la psicología y sus relaciones mutuas. A su matrimonio en 1878, del cual tuvo cinco hijos, siguieron años de ardua investigación intelectual, de los que surgirían en 1890 los monumentales Principios de psicología, obra que por primera vez en América hizo de esta materia una disciplina científica independiente y, quizá por última vez, la reveló susceptible de ser también una forma de literatura humanística.
Echados los fundamentos psicológicos de su pensamiento, William James se aprestó a elaborar sus derivaciones filosóficas. En 1897 La voluntad de creer ofreció una justificación "interior" (o sea psicológica) del fenómeno de la fe. Largas investigaciones en el campo de la psicología y de la filosofía de las religiones le llevaron en 1902 al texto Las varias formas de la experiencia religiosa, en el que culminaba una tradición ideológica norteamericana iniciada un siglo y medio antes por Jonathan Edwards con su Treatise Concerning Religious Affections.
En esta obra, William James examinó la fe a la luz no de la "exactitud científica" de las religiones particulares, sino de la validez psicológica (y, por consiguiente, "pragmática") de la misma experiencia religiosa, y se preguntó si era o no favorable a la supervivencia humana, a la perpetuación de la vida y al bienestar espiritual y social. En realidad, este experto de la dolencia y la locura se había transformado en el gran rapsoda norteamericano de la salud física, el vigor, la alegría, la energía, la iniciativa, la animación, la exaltación y la aventura; al emerger de las sombras de la muerte, el perito de la desesperación se convertía en un poeta filósofo que entonaba alabanzas a la infinita variedad y abundancia de la vida, y en un apóstol de la sólida "confianza en sí mismo" de Emerson, de la "disponibilité" intelectual de Gide, del espíritu libre y de la mente y el mundo abiertos.
El criterio pragmático, ampliado al campo de las ideas, apareció plenamente descrito como una confirmación de "verdad" filosófica en Pragmatismo (1907); tal doctrina quedó ulteriormente elaborada, como respuesta a las críticas, en El sentido de la verdad (1909). El que amaba la ilógica abundancia y la infinita y centelleante variedad de la vida, y odiaba cuanto redujera la existencia a una engañosa unidad sistemática cualquiera, se vio alentado por las páginas de su amigo Henri Bergson referentes a la "continuidad de la experiencia viva" a llevar a cabo en Un universo pluralista (1909) una exposición de las implicaciones del pragmatismo y del temperamento "jamesiano".
A lo largo de toda su vida William James mantuvo estrechas relaciones con filósofos y psicólogos de Europa, donde estuvo con frecuencia. En los últimos años se vio abrumado por una serie de honores oficiales, recibidos tanto en su patria como en el extranjero. Falleció en Chocorua, el 26 de agosto de 1910 Después de su muerte aparecieron diversos tomos con sus textos dispersos: artículos, comunicaciones, etc. Entre estas obras cabe citar Memories and Studies (1911), Ensayos sobre el empirismo radical (1912), y la más humana de todas, las Letters, publicadas en 1920 por su hijo Henry.