miércoles, 16 de junio de 2021

Gerónimo, el famoso guerrero

 Jefe de los apaches. Cuando en 1609 unos pocos inmigrantes ingleses fundaron la ciudad de Jamestown, en Virginia, entre ellos y el remoto Pacífico se extendía un vasto territorio ocupado por aproximadamente medio millón de indios de distintas tribus.

Justo trescientos años después, cuando en el Fort Sill, Oklahoma el 17 de febrero de 1909 falleció el último gran jefe apache, Gerónimo, el genocidio prácticamente se había consumado y apenas quedaban, reducidos a condiciones de degradación y miseria próximas a la esclavitud, doscientos mil indios confinados en inhóspitas reservas. Habían sido vencidos por millones de inmigrantes, rudos colonos procedentes de todo el mundo que, protegidos por el ejército de los casacas azules, ocuparon sus tierras.

GERÓNIMO, JEFE DE LOS APACHES (Año 1829) Pasajes de la historia (La rosa de los vientos) .

Gerónimo había nacido en el territorio de Arizona, junto a la frontera de México, la inmemorial tierra de los apachesel 16 de junio de 1829, por la que hacia 1846 pasaron los soldados de Washington en dirección al sur. Con ocasión de ello, un indio pacífico, un jefe de los apaches mimbreños llamado Dasodahae, criado junto al río Mimbres en las proximidades de una misión hispanomexicana, tomó contacto, sin la más mínima aversión, con un pueblo al que no conocía.

Gerónimo

Más tarde llegarían a aquellos parajes los mineros atraídos por el oro de Palo Alto, y Dasodahae, a quien un fraile había puesto como sobrenombre Mangas Rojas y que sería conocido por los nortemericanos como Mangus Colorado, fue a visitarles amistosamente. Los mineros lo insultaron y lo amenazaron con sus prepotentes revólveres y fusiles y, en el curso de una segunda visita, lo azotaron cruelmente y lo abandonaron medio muerto.

La venganza de Mangus Colorado no se hizo esperar; en una emboscada segó la vida de diez de los mineros, desatando con ello una guerra abierta que había de concluir con una irreversible y definitiva derrota de su pueblo unos cuarenta años después. Las diversas tribus apaches extendidas por la región (chiricauas, mescaleros, coyoteros, pinals) comprendieron que su territorio iba a ser progresivamente invadido por comerciantes, granjeros y soldados que abusaban de la superioridad de sus armas; entonces, dos grandes jefes de la misma nación se unieron al desafío de Mangus Colorado: Shi-Ka-She, conocido como Cochise, y Go-Hhla-Ye, Gerónimo.

Juntos combatieron contra el coronel James Carleton y sus voluntarios californianos en 1863. Después de una primera victoria apache, Mangus Colorado se entrevistó con el enemigo, sin tener en cuenta los consejos de sus aliados. Violando la bandera blanca de la paz, los oficiales lo hicieron detener y lo entregaron a la tropa. Durante la noche, uno de los soldados que lo custodiaban calentó al fuego su machete y pinchó al prisionero medio dormido, que contuvo su dolor comprendiendo el juego de sus agresores. No obstante, otro centinela le lanzó a las rodillas un leño encendido; Mangus se levantó mecánicamente y una ráfaga de balas, legitimadas por el pretexto de una tentativa de evasión, acribillaron su cuerpo indefenso.

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Durante los diez años siguientes, hasta 1873, fue Cochise quien encabezó la lucha, pero los saqueos y los incendios tendentes a reducir la soberbia del invasor resultaron infructuosos. Obtuvo algunas significativas victorias, pero su pueblo también sufrió cruentas represalias. Por ejemplo, el 30 de abril de 1871, ciento ocho ancianos, mujeres y niños apaches fueron exterminados en Camp Grant, aprovechando un día en que ningún hombre útil para la guerra quedaba en el campamento por haber salido todos a cazar a las montañas.

Gerónimo (derecha) con otros guerreros apaches

En 1873, el general Cook consiguió firmar un tratado con los apaches para que cesaran las hostilidades, al que se sometió Cochise y por el cual algunas tribus hallaron asilo en la reserva de San Carlos, en las tierras que se extienden a lo largo del río White, pero otras, como los chiricahuas, huyeron a México. Estos últimos, entre cuyos jefes destacaba el vigoroso Gerónimo, ocuparon posiciones inexpugnables en el macizo montañoso de Candelaria y durante un tiempo tuvieron por aliados a los mescaleros, dirigidos por Vittorio, que moriría en combate en 1880, momento en el que Gerónimo asumió también la jefatura del pueblo hermano.

Sus bandas acrecentaron la violencia por el territorio de Sonora en marzo de 1883, mientras otro jefe indio, Chato, imponía el terror a los blancos en Arizona. De ese modo, la frontera de Río Grande se convirtió en un verdadero infierno y el general George Cook se decidió a intervenir de nuevo, esta vez ayudado por un desertor chiricahua, Panayotishn, el cual se ofreció a servir de guía hasta el refugio secreto de los apaches. El 8 de mayo de 1883, la compañía del 6º de caballería, reforzada por doscientos guías indios, penetró en Sierra Madre. Un mes más tarde Gerónimo y Chato fueron conminados a rendirse. En julio pasaron a la reserva de San Carlos, donde permanecerían durante dos pacíficos años.

Agotados por una guerra sin esperanza, los apaches parecían resignados a la forma de vida onerosa y precaria impuesta por los vencedores, quienes al principio pagaban a un precio razonable los forrajes y la leña que los indios talaban en los bosques. No obstante, en mayo de 1885, un centenar de disidentes aglutinados alrededor de Nachez (segundo hijo de Cochise), de Chihuahua Mangas y del valeroso Gerónimo huyeron de la reserva y se refugiaron en las montañas próximas de Nuevo México.

Durante algún tiempo arreciaron los ataques, pero el gobierno estadounidense no tardó en enviar sus tropas, al mando del capitán Crawford, para reducir a los rebeldes. Meses después, Gerónimo y Nachez solicitaron una entrevista con el militar enemigo mientras Chihuahua Mangas, el resentido vástago de Mangus Colorado, permanecía al frente de una decena de guerreros irreductibles y ajeno a toda negociación.

Pese a todo, Crawford aceptó las condiciones de capitulación de Gerónimo y Nachez, pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba. Fue en ese momento cuando entraron en escena inopinadamente los mexicanos, quienes rodearon el campamento de los guías indios empleados por el ejército y se entregaron a una auténtica orgía de sangre en la que pereció incluso el capitán Crawford. Los jefes indios pudieron huir, pero este incidente costó el cargo al más alto responsable militar en la zona, el general Cook, quien fue destituido inmediatamente y hubo de ceder su puesto al general Nelson A. Miles.

Tras una frenética persecución de los resistentes, el nuevo responsable de la represión, menos sensible aún a los sufrimientos de los apaches que su predecesor, logró que Gerónimo y Nachez se rindieran por segunda vez en junio de 1886 y no concedió a los vencidos otro estatuto que el de malhechores entregados al pillaje, condenándolos por lo tanto a trabajos forzados.

Gerónimo capturado junto con otros guerreros apaches (1886)

El pueblo de Gerónimo, que si las cifras no mienten contaba con veinte mil miembros en 1871, había sido reducido hacia 1890 a unos pocos centenares. Ya no había para el orgulloso jefe apache ninguna batalla que entablar ni ninguna esperanza de futuro. Los veintitrés años de vida que le restaban debían servirle únicamente para que apurase hasta las heces el cáliz de la derrota y para que sus nuevos dueños lo escarneciesen convirtiéndolo en objeto de curiosidad y pasto de desaprensivos gacetilleros.

Geronimo 

Los supervivientes fueron malviviendo al principio en la reserva de San Carlos, donde en 1888 los describió así Frederick Remington: "Los apaches fueron siempre los más peligrosos de todos los indios del oeste. En el ardiente desierto y en las vastas extensiones rocosas de su país, ningún hombre blanco pudo jamás capturarlos durante una persecución". Pero allí, en San Carlos, se alimentaban a medias de sus exiguos cultivos y a medias de la caridad racionada del gobierno, vestían con andrajos y su honor yacía por el suelo, quebrada y adolorida su memoria por sus héroes muertos.

Dos episodios vejatorios le restaban por vivir a Gerónimo antes de su muerte, acaecida en 1909. El primero, su presencia oportunista en el desfile que fue organizado en Washington con motivo de la elección como presidente de Theodore Roosevelt; el segundo, a los setenta y siete años de edad, la renuncia a los dioses de sus antepasados para abrazar el cristianismo.

Gerónimo, un anciano piel roja hostigado desde su juventud por los poderosísimos invasores, pasó en los últimos años de su vida a convertirse en un símbolo útil para la flamante conciencia nacional norteamericana. El inclemente punto de vista impuesto por Hollywood se encargó de desposeerlo de los últimos vestigios de su dignidad y así pasó a engrosar la epopeya de los pioneros, tanto más gloriosa cuanto más temibles, salvajes y valientes habían sido los enemigos a los que habían tenido que enfrentarse. El extraño destino de Gerónimo consistió al fin en alcanzar una indeseable popularidad universal y alimentar una de las más engañosas mitologías del siglo XX.

El cine, siguiendo el precedente del circo y otros espectáculos populares, convirtió a los indios en mero objeto de la curiosidad masiva y morbosa de un público de feria. Desde Edison, que ya en 1884 los utilizaba en producciones precinematográficas como Sioux Ghost Dance, hasta los actuales telefilmes, una falaz mitología se ha erigido a costa de su secular humillación. Sin embargo, entre sus filas siempre se hallaron bravos guerreros, celosos de su independencia, que se resistieron a la violenta invasión de aquellas tierras por las cuales, hasta donde alcanzaba su memoria, sus antepasados habían cabalgado siempre orgullosos y libres. Así fue Gerónimo, que en la ficción era temido por los viajeros de La diligencia (John Ford, 1939) y protagonizó numerosos filmes como Gerónimo (Paul Sloan, 1939) o El salvaje (George Marshall, 1951), pero que en la realidad fue el postrero y noble jefe de un pueblo orillado por la historia, abolido por un nuevo episodio de la incesante crónica de la infamia.

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/geronimo.htm



miércoles, 9 de junio de 2021

Théophile Gautier

Poeta, escritor y dramaturgo francés, considerado una de las figuras literarias más influyentes del siglo XIX en lengua francesa. Fue director de la Révue de Paris y de L'Artiste. Antes de decantarse por la poesía se dedicó a la pintura y frecuentó los ambientes bohemios de París. Defensor del movimiento romántico encabezado por Victor Hugo, cultivó los géneros más diversos. En el campo de la novela destacan Mademoiselle de Maupin (1835), que contenía un prólogo en el que defendía la concepción del arte por el arte, y El capitán Fracasse (1863), en la que con vivo colorido y humor narra las aventuras de una compañía de comediantes. De entre sus obras líricas cabe mencionar Esmaltes y camafeos (1852), que sirvió de inspiración a los poetas parnasianos; se trata de un conjunto de poemas breves que recogen la rápida impresión causada en el autor por un paisaje o un sentimiento. Un sutil juego de imágenes y una muy elaborada concisión técnica constituyen los mayores logros de estos poemas. Escribió asimismo novela histórica (La novela de la momia, 1858) y relatos de viajes. Cultivó, por último, el ensayo de crítica literaria en Historia del Romanticismo (1874), y el de arte en Las bellas artes en Europa (1855).

Introducido en los medios románticos por Gérard de Nerval, quien lo presentó a Victor Hugo, el poeta y novelista francés Théophile Gautier se sitúa en el cruce de las corrientes literarias del siglo XIX. Partiendo del romanticismo, se convertiría en alguna medida en fundador del parnasianismo e inspirador de la generación de poetas de 1850, entre los cuales se contaba Charles Baudelaire. Nació en Tarbes, Francia el 30 de agosto de 1811 de una familia realista, fue llevado a la capital de Francia a la edad de tres años; allí hizo sus estudios, y fue siempre parisiense por sus gustos, maneras y espíritu. Su padre, antiguo oficial de las guerras napoleónicas, alentó sus primeros intentos poéticos. Atraído primero por las artes figurativas, fue alumno del pintor Rioult, pero pronto se inclinó hacia la lírica. Decidió finalmente abandonar la plástica por los versos, conoció a Víctor Hugo y, entusiasmado por la nueva literatura, abrazó con fervor el romanticismo.

La muerta enamorada de Théophile Gautier 9/6/21

Sus primeras obras, agrupadas bajo el título de Primeras poesías, aparecieron en plena revolución de julio de 1830, razón por la cual pasaron desapercibidas. El mismo año asistió a la famosa batalla desatada por el estreno de Hernani, de Victor Hugo, ataviado con un chaleco rojo rabioso que produjo estupor entre los buenos burgueses. Junto con Gérard de Nerval se convirtió en el alma del círculo de la Rue du Doyenné, en el que artistas y literatos, de pleno acuerdo para "épater les bourgeois", alardeaban de un dandismo teñido de rojo satánico y gestaban las bases de la nueva doctrina estética destinada a convertirse en inspiradora de los parnasianos. En 1832 publicó Albertus, ou l'Âme et le péché, poema impregnado de un romanticismo a lo Byron, al mismo tiempo que sus primeros cuentos: La Cafetière (1831) y Onofre Gizon (1832), donde hacía uso de elementos fantásticos, a la manera de E.T.A. Hoffmann.

Théophile Gautier - El último deseo 32/10/21

El compendio Les Jeunes-France (1833) reunía cuentos que hacían un retrato irónico de las "preciosas ridículas del romanticismo", y anunciaban los principios estéticos que expuso en el prólogo de su novela Mademoiselle de Maupin, en 1835, donde criticaba los excesos medievales de esta corriente, atacaba el utilitarismo de la crítica literaria de la época y enunciaba los principios de la escuela de "el arte por el arte": culto exclusivo de la belleza, ausencia de intencionalidad política o moral del arte e independencia del artista.

A partir de 1836, Gautier se alejó del medio bohemio de sus años de juventud. Llevó una vida amorosa inestable, y las figuras femeninas fueron con frecuencia fuente de inspiración, como testimoniaron el ballet Giselle (1841) y la novela Spirite (1865). Gozó de una enorme popularidad y diversos editores financiaron sus desplazamientos. El capitán Fracasse (1863) fue escrito tras un viaje a Bélgica, y los que hizo a España (1840), Argelia (1845), Italia (1850) y Constantinopla (1852) fueron costeados con los relatos de sus andanzas, como Viaje por España (1843), Viaje por Italia (1852) y Viaje por Rusia (1867).

En 1845 publicó sus Poesías completas, y ese mismo año formó parte del "club des hachichins", donde conoció a Charles Baudelaire, quien doce años después le dedicó Las flores del mal y que le inspiró el ensayo Le Club des hachichins (1846). De producción constante pero irregular, Gautier publicó en 1844 Los grotescos, estudios sobre antiguos autores franceses, y en 1852, su famosa colección de poesía Esmaltes y camafeos. Expresó su veta fantástica en obras como Le pied de momie (1840), Arria Marcella (1852), Avatar (1856) y Jettatura (1856), así como en Spirite, su última gran obra de ficción.

A pesar de ser el bibliotecario de la princesa Mathilde, prima de Napoleón III, Gautier no obtuvo el reconocimiento oficial que esperaba y murió en Paris el 23 de octubre de  1872, muy afectado por un cuádruple fracaso en la Academia. Su editor publicó una obra colectiva en la que participaron numerosos poetas, entre los cuales destacan Victor Hugo (con el poema "À Théophile Gautier") y Stéphane Mallarmé.

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gautier.htm