Filósofo, sociólogo y musicólogo alemán, destacado representante de la llamada «teoría crítica de la sociedad» y de la Escuela de Frankfurt, corriente filosófica surgida en torno al Instituto para la Investigación Social de la Universidad de Frankfurt.
Theodor Wiesengrund Adorno nació en Francfort del Main, el 11 de septiembre de 1903. Era hijo de un comerciante judío alemán y de una cantante de origen corso-genovés que estimuló su amor por la música, y de quien tomó el apellido con el que se le conoce. En 1924 se graduó en filosofía en la Universidad de Frankfurt con la tesis Die Transzendenz des Dinglichen und Noematischen in Husserls Phänomenologie, y en 1931 se doctoró en la misma universidad con el trabajo Kierkegaard. Konstruktion des Aestetischen (1933).
Theodor W. Adorno enseñó filosofía en la Universidad de Frankfurt hasta que, con la ascensión del nazismo, se vio obligado a emigrar, primero a París, después a Oxford (Inglaterra) y, finalmente, a Estados Unidos (New York, Princeton, Berkeley y Los Ángeles). Regresó a Europa en cuanto terminó la guerra, y en 1950 reanudó sus clases de filosofía y sociología en la Universidad de Frankfurt, desempeñando además los cargos de codirector del Institut für die Sozialforschung, anexo desde 1952 a la Johann Wolfgang Goethe Universität de aquella ciudad.
Además de su estimulante amistad con Siegfried Krakauer y con Walter Benjamin, que influyeron en su obra, en su vida fue decisivo su encuentro con Max Horkheimer, pensador afín con quien comenzó una larga y fructuosa colaboración en la revista del Instituto, además de una provechosa experiencia de reflexión teórica común que culminó principalmente en la redacción a cuatro manos de la Dialéctica de la Ilustración (1944).
Obras de Theodor W. Adorno
En cuanto a su interés por la musicología, tuvo gran importancia su relación con la vanguardia musical vienesa (Arnold Schönberg, Eduard Steuermann y Alban Berg, de quien fue alumno). Las consideraciones sociológico-musicales que desarrolló, sobre todo en la Filosofía de la nueva música (1949), en Versuch über Wagner (1952), en Disonancias. Música de un mundo administrado (1956), en Mahler (1960) y en Der gertreue Korrepetitor (1963) constituyen una parte sustancial de su obra teórica.
El mismo Thomas Mann se valió del asesoramiento del "consejero secreto" Adorno para la parte musicológica de su novela El doctor Fausto (1947), que sintoniza sustancialmente con las tesis de la Filosofía de la nueva música, en la que al intérprete de la infracción sistemática de la tradición y de lo convencional (Mahler) se le contrapone Stravinsky, es decir, el intérprete (como Paul Hindemith y Wagner) del retorno a lo arcaico, lo ingenuo y lo naturalista, con gran riesgo de falsificación.
Valorando la disonancia frente al oído convencional, Theodor Adorno se propone observar el potencial utópico que ésta introduce, ya que, a su juicio, la música también expresa las contradicciones de la sociedad, llevando a la crisis el estatuto de lo existente y convirtiéndose así, como cualquier otro arte, en una protesta contra la falta de libertad y una tendencia hacia un futuro diferente.
En el plano filosófico y sociológico los dos temas principales de la reflexión crítica de Adorno son, por una parte, la despiadada lucidez frente a las tendencias predominantes en la realidad moderna y, por la otra, la tensión utópica hacia una dimensión "otra" del presente cosificado y alienado, aunque la rehúsa y la declara imposible. Como consecuencia de una formación dialéctico-hegeliana que atesora el magisterio del marxismo, Adorno confirma la importancia de la "negación" como instrumento de crítica de la sociedad.
En la Dialéctica de la Ilustración, que ofrece una radiografía de la moderna sociedad de masas obtenida directamente de la estadounidense de la inmediata posguerra, ya se diseña el horizonte del hombre contemporáneo envilecido por la "industria cultural", con sus falaces libertades, y por el mito de la racionalidad científica que, desde sus remotos orígenes en la Ilustración dieciochesca, se entrelaza con el dominio, y cuya función liberadora resulta sofocada cada vez por un totalitarismo más o menos explícito. De aquí su constante polémica con el pensamiento instrumental, con el culto a la exactitud y con cualquier forma de historicismo progresista.
Estos temas se desarrollan, además de en la summa filosófica que constituye la Dialéctica de la Ilustración, en el fascinante collage de aforismos titulado Mínima moralia (1951), en el ensayo sociológico La personalidad autoritaria (1950), en su monumental Dialéctica negativa (1966) y en Stichworte. Kritische Modelle (1969).
En el plano filosófico, junto a la relectura de Hegel en los Tres estudios sobre Hegel (1963), a quien habría que atribuir el mérito de haber abandonado el intelectualismo abstracto de la Ilustración sin rehuir por ello la idealización de la razón dialéctica, la intervención de Adorno se caracteriza por un repudio de la fenomenología, a la que, en el discutido ensayo sobre Edmund Husserl titulado Zur Metakritik der Erkenntnistheorie (1968), acusa de abstracción y distanciamiento de las contradicciones histórico-sociales, así como de una sospecha constante hacia el irracionalismo, en cuyo ámbito hay que colocar la misma ontología de Heidegger (Jargon der Eigentlichkeit, 1964).
La función dialéctico-negativa, inspirada al principio por el rechazo de lo que es en nombre de lo que todavía no es, apoya también la crítica adorniana de la cultura y sus intervenciones a propósito de la literatura, recogidas principalmente en Prismas. Crítica cultural y social (1955) y en los cuatro volúmenes de Notas de literatura (1958 y 1974). Poco antes de morir, Adorno terminó una Teoría estética (publicada póstumamente en 1970), en la que reafirmó una vez más la urgencia, para el arte mismo, del nexo entre crítica y utopía. El arte sólo puede justificarse como recuerdo de los sufrimientos que se han acumulado en el transcurso de la historia, los cuales exigen un rescate de la vida "ofendida" y un acto de reparación respecto a ella, en virtud de un futuro cualitativamente diferente.
Si bien el particular tipo de análisis que ha adoptado el pensador alemán no facilita una distinción clara de los campos que estudia, algunas de sus obras se incluyen con todo derecho en el campo específico de los estudios sociológicos. Durante su exilio en Estados Unidos, Adorno colaboró con Frenkel-Brunswik, Levinson y Sanford en una investigación fundamental sobre la psicología del antisemitismo, La personalidad autoritaria (1950).
En esta obra la contribución de Adorno se despliega no sólo en una sección dedicada al material de la entrevista, sino también en la conocidísima elaboración de las escalas de medida de las tendencias fascistoides potencialmente presentes incluso entre los miembros de sociedades democráticas como la estadounidense, actitudes ligadas al prejuicio y a la adhesión a modelos de comportamiento estereotipados y conformistas.
La crítica de la sociología positivista (que Adorno identifica casi totalmente con la de Estados Unidos) dejó su sello en Sociológica (1956), redactada en colaboración con Max Horkheimer; para Theodor Adorno, esta sociología, en cuanto ligada al detalle, pierde de vista la realidad social, lo que priva a esta disciplina de una orientación racional que esté centrada en las necesidades primarias de la existencia. En sus Soziologische Schriften (1972), Adorno insiste en la importancia de aplicar el método dialéctico al conocimiento de la sociedad contemporánea como el único capaz de escapar a la imagen petrificada que ésta ofrece de sí misma. Otra obra de interés sociológico es Sociología de la música (1962), y cabe citar también Impromptus.
Adorno falleció en Visp, Suiza el 6 de agosto de 1969