Fue una visitadora de prisiones licenciada en Derecho, periodista y escritora española encuadrada en el Realismo literario y pionera en el feminismo español. nació en El Ferrol el 31 de enero 1820. Sorteando las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad, Concepción Arenal estudió en Madrid derecho, sociología, historia, filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre).
En 1847 casó con don Fernando García Carrasco, abogado y escritor, y ambos esposos colaboraron en La Iberia. Su primer libro fue la novela Historia de un corazón, y en 1851 publicó Fábulas en verso. Enviudó en 1855 y se retiró a Potes (Santander) con sus hijos, y más tarde a Galicia. Próxima al ideario de Karl Krausey de sus seguidores en España, como el influyente Francisco Giner de los Ríos, pronto fueron conocidas sus críticas a la injusticia social de su tiempo (particularmente contra la marginación de la mujer, la condición obrera y el sistema penitenciario), fundamento de un reformismo social de raíz católica.
Concepción Arenal, la fuerza de un ideal - Mujeres en la historia 31/1/20
En 1862 publicó su Manual del visitador del preso, traducido a casi todos los idiomas europeos. En 1864 fue nombrada visitadora general de prisiones de mujeres. Colaboró con Fernando de Castro en el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, precedente de posteriores iniciativas en pro de la educación de la mujer como medio para alcanzar la igualdad de derechos. Desarrolló una intensa actividad filantrópica: fue fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña durante la Tercera Guerra Carlista…
Frases Célebres de Concepción Arenal . 8/3/20
Al mismo tiempo elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos(Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad).Como penalista propuso una función educativa del sistema penitenciario que reformase al delincuente en lugar de castigarlo, siguiendo las ideas del reformador del derecho penal Pedro Dorado Montero.
Concepción Arenal, la madre del feminismo español. 31/1/21
Otros de sus estudios destacados son La instrucción del pueblo, La pena de deportación (premiadas por la Academia de Ciencias Morales y Políticas), Cartas a los delincuentes, Cartas a un obrero y a un señor, La condición de la mujer en España (publicada primeramente en inglés), El delito colectivo, etc. En la obra y en la vida de Concepción Arenal domina la esperanzadora certeza de que en la sociedad existen los elementos necesarios para consolar todos los dolores; no hay más que armonizarlos.
De sus obras sobre la condición femenina sobresalen La mujer de su casa y La mujer del porvenir. En La mujer de su casa (1895), estudió los problemas a que debía enfrentarse la mujer española de su tiempo para ocupar digna y eficazmente el puesto en que la sociedad humana la necesita. Sostuvo que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta "no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos". En La mujer del porvenir (1868), señaló la contradicciones en la consideración de la mujer ("Si la ley civil mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque?"), combatió los prejuicios sobre la supuesta inferioridad fisiológica, moral e intelectual de la mujer y exploró las consecuencias de su acceso a la educación y al trabajo.
Concepción Arenal falleció en Vigo el 4 de febrero de 1893
Politico y abogado uno de los presidentes estadounidenses más conocidos en el mundo, Trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos de América (1933-1945). Nació en Nueva York el 30 de enero de 1882 Era primo lejano del también presidente Theodore Roosevelt, y, como su pariente, había estudiado en Harvard (también en la Universidad de Columbia) y había sido subsecretario de Marina (1913-1920); pero, a diferencia de su predecesor, Franklin se alineó con el Partido Demócrata. Aunque llegó a ejercer la abogacía, abandonó muy joven la profesión para dedicarse a la política. Fue elegido senador (1911) y gobernador del Estado de Nueva York (1928), destacando su política de lucha contra la pobreza.
La crisis bursátil de 1929 y la honda depresión económica que provocó le dieron el espaldarazo definitivo para vencer a Herbert Hoover en las elecciones presidenciales de 1932, las primeras que ganaban los demócratas desde los tiempos de Woodrow Wilson. Rompiendo con el principio impuesto por Washington de que los presidentes renunciaran a ser reelegidos para más de dos mandatos, Roosevelt volvió a presentarse con éxito en las elecciones de 1936, 1940 y 1944; él mismo propuso poco antes de morir la enmienda constitucional que prohibía una tercera reelección presidencial (en vigor desde 1951), por lo que fue el único presidente norteamericano en gobernar durante cuatro mandatos seguidos (1933-1945), si bien la muerte le impidió completar el último.
Franklin D. Roosevelt - Las decisiones que conmocionaron al mundo 5/11/20
Frente al reto de la «gran depresión», Roosevelt impulsó un programa político conocido como New Deal (nuevo acuerdo). Aconsejado por un entorno de intelectuales y técnicos progresistas, este programa aplicó de forma intuitiva las recetas de política económica que por los mismos años teorizó John M. Keynes. Promovió la intervención del Estado para sacar a la economía del estancamiento y para paliar los efectos sociales de la crisis, aunque fuera a costa de acrecentar el déficit público y romper con el tabú de la libertad de mercado. Acabó así con la edad dorada del ultraliberalismo americano, abriendo la del Estado de bienestar.
LIDERES: Franklin D. Roosevelt 30/1/20
Entre sus medidas iniciales (1933) cabe destacar la reforma agraria, la Ley de Reconstrucción Industrial y la creación de la Autoridad del Valle del Tennessee (que suponía un ambicioso programa de obras públicas, arrogándose por primera vez el Estado una función planificadora). Durante una segunda fase (1935-1936) reguló las relaciones laborales a favor de los trabajadores, garantizó la libertad sindical, creó pensiones de paro, jubilación e invalidez, e instauró la semana laboral de cuarenta horas y el salario mínimo.
Este intervencionismo público y la propia popularidad del presidente le hicieron acumular un gran poder, que sus adversarios intentaron frenar; algunas de sus medidas fueron declaradas anticonstitucionales por el Tribunal Supremo. Roosevelt consiguió crear un sistema de seguridad social y reformar el capitalismo americano en un sentido moderno, que evitó estallidos sociales y permitió al país recuperar la confianza; pero en el terreno estrictamente económico, no consiguió relanzar el crecimiento hasta que la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) puso en marcha el rearme norteamericano.
Efectivamente, después de la superación de la crisis económica, el gran reto de Roosevelt fue la lucha por la supremacía a escala mundial. Estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética e instauró una política de buena vecindad con los países tradicionalmente sometidos (renunciando al control de Cuba, Filipinas y Haití). Pero, ante la agresividad demostrada por la Alemania nazi desde la llegada de Hitler al poder (1933), Roosevelt hizo frente al aislacionismo dominante en el Congreso, puso en marcha el rearme (1938) y alineó a Estados Unidos con el bando aliado en defensa de las libertades (Ley de Crédito y Arriendo y Carta Atlántica, ambas de 1941).
Preparó así la intervención norteamericana en la guerra, que se produjo después del ataque japonés a Pearl Harbour (1941). Instauró una economía de guerra regulada por el gobierno federal, gracias a la cual movilizó todos los recursos del país y acabó imponiendo su superioridad demográfica e industrial sobre Alemania y Japón. Vencidas las potencias del Eje, Roosevelt negoció con sus aliados Churchill y Stalin la organización del mundo de la posguerra en las Conferencias de Teherán (1943), Dumbarton Oaks (1944) y Yalta (1945).
Conforme a sus ideas de entendimiento pacífico entre las naciones, Roosevelt sacó adelante su proyecto de creación de una Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se mostró conciliador hacia Stalin; pero no pudo evitar que éste adoptara una posición de fuerza, consolidando la potencia mundial de la Unión Soviética y determinando la bipolarización de la inmediata «guerra fría». Sostenido hasta el final por su esposa Eleanor (que le auxilió como una estrecha colaboradora política), Roosevelt murió de una hemorragia cerebral en plena negociación en Warm Springs, Georgia el 12 de abril de 1945, sucediéndole su vicepresidente, Harry S. Truman.
Filosofo y pensador Charles, Louis de Secondat, barón de Montesquieu nacio el 18 de enero de 1689 en La Brède, Burdeos, Pensador francés. Perteneciente
a una familia de la nobleza de toga, Montesquieu
siguió la tradición familiar al estudiar derecho y hacerse
consejero del Parlamento de Burdeos (que presidió de 1716 a 1727).
Vendió el cargo y
se dedicó durante cuatro años a viajar por Europa observando las
instituciones y costumbres de cada país; se sintió especialmente
atraído por el
modelo político británico, en cuyas virtudes halló argumentos
adicionales para criticar la monarquía absoluta que reinaba en la
Francia de su tiempo.
Montesquieu ya se había hecho célebre con la publicación de sus Cartas persas (1721), una crítica sarcástica de la sociedad del
momento, que le valió la entrada en la Academia Francesa (1727). En 1748 publicó su obra principal, Del espíritu de las Leyes, obra de gran impacto
(se hicieron veintidós ediciones en vida del autor, además de múltiples traducciones a otros idiomas).
Montesquieu, Cartas Persas, El Espiritu de las Leyes 18/1/20
El pensamiento de Montesquieu debe enmarcarse en el
espíritu crítico
de la Ilustración francesa, con el que compartió los principios de
tolerancia religiosa, aspiración a la libertad y denuncia de viejas
instituciones
inhumanas como la tortura o la esclavitud; pero Montesquieu se alejó
del racionalismo abstracto y del método deductivo de otros filósofos
ilustrados
para buscar un conocimiento más concreto, empírico, relativista y
escéptico.
Frases de Montesquieu 10/2/21
En El espíritu de las Leyes, Montesquieu
elaboró una teoría sociológica del gobierno y del derecho, mostrando que
la estructura de ambos depende de las condiciones en las que vive cada
pueblo: en consecuencia, para crear un sistema político estable había
que tener en cuenta el desarrollo económico del país, sus costumbres y
tradiciones, e incluso los determinantes geográficos y climáticos.
El barón de Montesquieu
De los diversos modelos políticos que definió, Montesquieu asimiló la Francia de Luis XV (una vez eliminados los parlamentos) al despotismo, que
descansaba sobre el temor de los súbditos; alabó en cambio la república, edificada sobre la virtud cívica
del pueblo, que Montesquieu identificaba con una imagen idealizada de la Roma republicana.
Equidistante de ambas, definió la monarquía como
un
régimen en el que también era posible la libertad, pero no como
resultado de una virtud ciudadana difícilmente alcanzable, sino de la
división de poderes
y de la existencia de poderes intermedios -como el clero y la nobleza-
que limitaran las ambiciones del príncipe. Fue ese modelo, que
identificó con el de Inglaterra, el que Montesquieu deseó aplicar en
Francia, por entenderlo adecuado a sus circunstancias
nacionales. La clave del mismo sería la división de los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial, estableciendo entre ellos un sistema
de equilibrios
que impidiera que ninguno pudiera degenerar hacia el despotismo.
Montesquieu - Filosofía - Educatina 10/2/20
Desde que la Constitución de los Estados Unidos plasmó
por escrito tales principios, la obra de Montesquieu ejerció una
influencia decisiva sobre los liberales que protagonizaron la
Revolución francesa de 1789 y la posterior construcción de regímenes
constitucionales en toda Europa, convirtiéndose la separación de
poderes en un dogma del derecho constitucional que ha llegado hasta
nuestros días.
Junto a este componente innovador, no puede olvidarse
el carácter conservador de la monarquía limitada que proponía
Montesquieu, en la que procuró salvaguardar el declinante poder de los
grupos privilegiados (como la nobleza, a la que él mismo pertenecía),
aconsejando, por ejemplo, su representación exclusiva en una de las dos
cámaras del Parlamento.
Pese a ello, debe considerarse a Montesquieu como un eslabón clave en la
fundamentación de la democracia y la filosofía política moderna, cuyo nacimiento cabe situar en los Dos ensayos sobre el gobierno civil (1690) de John Locke y que, después de Montesquieu, hallaría su más acabada expresión en El contrato social (1762) de Jean-Jacques Rousseau.
Poeta nicaragüense que fue el iniciador y el máximo representante del
Modernismo hispanoamericano. En brillantez formal, estilística y
musical, apenas hay autor en lengua española que iguale al Darío de la
primera etapa, la etapa plenamente modernista de Azul (1888) y Prosas Profanas
(1896). Cuando se aminora su esteticismo, y el ideal del arte por el
arte deja lugar a nuevas inquietudes, surge su obra maestra, Cantos de vida y esperanza
(1905), en la que el absoluto dominio de la forma ya no tiene la mera
belleza como único objetivo, sino que sirve a la expresión de una
intimidad angustiada o de preocupaciones sociohistóricas, como el
devenir de la América hispana. .
Al valor poético intrínseco de esa segunda etapa, más
perdurable que el de la primera, hay que sumar el papel de Rubén Darío
como núcleo originario y aglutinador de todo un movimiento, el
Modernismo, que marcó un hito en la historia de la literatura: tras
seguir sumisamente durante tres siglos los rumbos de las letras
europeas, nace en América una corriente literaria propia cuya influencia
pasará incluso a la metrópoli. Conseguida a principios del XIX la
independencia política, Latinoamérica lograba, a finales del mismo
siglo, la independencia literaria.
Biografía
Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío nacio casi por azar el 18 de enero de 1867 en una pequeña ciudad nicaragüense
llamada Metapa, pues al mes de su alumbramiento pasó a residir a León,
donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían
fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero próspero sólo
en disgustos.
Rubén darío: Nocturno 21/5/21
Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el
incansable Manuel García se entregaba inmoderadamente a las farras y
ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa Sarmiento
huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de
sus parientes. No tardaría la madre en dar a luz una segunda hija
(Cándida Rosa, que se malogró enseguida) ni en enamorarse de un tal Juan
Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a
"una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en
la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a
residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el
coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y
lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio
Rubén a su madre, a quien desconocía, y poco más o menos a su padre, por
quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente
poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
Rubén Darío
El hogar del coronel Félix Ramírez era centro de célebres
tertulias que congregaban a la intelectualidad del país; en este
ambiente culto creció el pequeño Darío. Precoz versificador infantil, el
mismo Rubén no recordaba cuándo empezó a componer poemas, pero sí que
ya sabía leer a los tres, y que a los seis empezó a devorar los clásicos
que halló en la casa; a los trece ya era conocido como poeta, y a los
catorce concluyó su primera obra. En su ambiente y en su tiempo, las
elegías a los difuntos, los epitalamios a los recién casados o las odas a
los generales victoriosos formaban parte de los usos y costumbres
colectivos, y cumplían con inveterada oportunidad una función social
para la que jamás había dejado de existir demanda. Por entonces se
recitaban versos como se erigían monumentos al dramaturgo ilustre, se
brindaba a la salud del neonato o se ofrecían banquetes a los
diplomáticos extranjeros.
RUBEN DARIO Canción de otoño en primavera 18/1/21
MIA - Un Poema de amor De Ruben Dario 3/8/21
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que
dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas
carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de juventud
no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Gustavo Adolfo Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía,
una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando
lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e
imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías
detrás de la puerta".
Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su
corazón se orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de
ojos verdes llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus
pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal
vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas,
sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y
como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Emelina
sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes
conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin
incurrir en irreflexivas precipitaciones.
Rubén Darío en 1892
En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Rafael Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía:
"El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su
protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté
con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón
de poder: "Quiero tener una buena posición social".
Lo fatal- Rubén Darío 6/2/21
En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus
ambiciones burguesas, que vería dolorosamente frustradas y por cuya
causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa
chilena. En Chile conoció también al presidente José Manuel Balmaceda
y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el
aristocrático círculo de sus allegados; sin embargo, para poder vestir
decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus
opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición.
De la etapa chilena es Abrojos (1887), libro de
poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e
incomprendido; ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila
consigue enjugar su dolor. Como su familia era llamada "los Darío" (por
el apellido de un abuelo), el joven poeta, en busca de eufonía, había
empezado a firmar como "Rubén Darío", pseudónimo que adoptó
definitivamente como nombre literario de batalla. Para un concurso
literario convocado por el millonario Federico Varela escribió Otoñales, que obtuvo un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile,
por el que se le otorgó el primer premio, compartido con Pedro Nolasco
Préndez y que le reportó la módica suma de trescientos pesos.
Pero fue en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se dio a conocer con la publicación de Azul, libro encomiado desde España por el a la sazón prestigioso novelista Juan Valera,
cuya importancia como puente entre las culturas española e
hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Beneyto. Las
cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición
ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva
la voluntad del poeta de escapar de aquellos estrechos ambientes
intelectuales (donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como
artista ni la anhelada prosperidad económica) para conocer por fin su
legendario París.
Rubén Darío (imagen tomada en España, 1908)
El 21 de junio de 1890 Rubén Darío contrajo matrimonio con
una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras,
pero sólo al año siguiente, el 12 de enero, pudo completarse la
ceremonia religiosa, interrumpida por una asonada militar; fruto de esta
unión fue su hijo Rubén, nacido en Costa Rica el 11 de noviembre de
1891. Más tarde, con motivo de la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América, vio cumplidos sus deseos de conocer el Viejo Mundo al ser enviado como embajador a España.
El poeta desembarcó en La Coruña el 1 de agosto de 1892,
precedido de una celebridad que le permitiría establecer inmediatas
relaciones con las principales figuras de la política y la literatura
españolas, pero, desdichadamente, su felicidad se vio ensombrecida por
la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de enero de 1893, lo que
no hizo sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a
trasegar formidables dosis de alcohol.
Precisamente en estado de embriaguez fue poco después
obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto
de su adoración adolescente, Rosario Emelina Murillo, quien le hizo
víctima de uno de los más truculentos episodios de su vida. Al parecer,
el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, pergeñó el avieso plan,
sabedor de que la muchacha estaba embarazada. En complicidad con la
joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió
una pistola, amenazó con matar a Rubén si no contraía inmediatamente
matrimonio, saturó de whisky al cuitado, hizo llamar a un cura y
fiscalizó la ceremonia religiosa el mismo día 8 de marzo de 1893.
Francisca Sánchez
Naturalmente, el embaucado hubo de resignarse ante los
hechos, pero no consintió en convivir con el engaño, y en adelante sería
perseguido por su pérfida y abandonada esposa buena parte de su vida.
Rubén conoció en Madrid a una mujer de baja condición, Francisca
Sánchez, la criada analfabeta de la casa del poeta Francisco Villaespesa,
en la que encontró refugio y dulzura. Con ella viajará a París al
comenzar el siglo, tras haber ejercido de cónsul de Colombia en Buenos
Aires y haber residido allí desde 1893 a 1898, así como tras haber
adoptado Madrid como su segunda residencia desde que llegara, ese último
año, a la capital española enviado por el periódico La Nación.
Se inicia entonces para él una etapa de viajes entusiastas
(Italia, Inglaterra, Bélgica, Barcelona...) y es acaso entonces cuando
escribe sus libros más valiosos: Cantos de vida y esperanza (1905), El canto errante (1907), El poema de otoño (1910), El oro de Mallorca
(1913). Residió una temporada en Mallorca para restaurar su deteriorada
salud, que ni los solícitos cuidados de su buena Francisca lograban
sacar a flote. Por otra parte, el muchacho que quería alcanzar una
"buena posición social" no obtuvo nunca más que el dinero y la
respetabilidad suficientes como para vivir con frugalidad y modestia, y
de ello da fe un elocuente episodio de 1908, relacionado con el
extravagante escritor español Alejandro Sawa, quien muchos años antes le había servido en París de guía para conocer al perpetuamente ebrio Verlaine.
Amo, Amas. Rubén Darío 30/5/20
Sawa, un anciano literato bohemio, por entonces enfermo y
ciego, que había consagrado su orgullosa vida a la literatura, le
reclamó a Rubén la escasa suma de cuatrocientas pesetas para ver por fin
publicada la que hoy es considerada su obra más valiosa, Iluminaciones en la sombra,
pero éste, al parecer, no estaba en disposición de facilitarle este
dinero y se hizo el desentendido, de modo que Sawa, en su
correspondencia, acabó por pasar de los ruegos a la justa indignación,
reclamándole el pago de servicios prestados. Según declaraba en sus
cartas, Alejandro Sawa había sido el autor o negro, en argot editorial, de algunos artículos remitidos en 1905 a La Nación
y firmados por Rubén Darío. En cualquier caso, fue finalmente el poeta
nicaragüense quien, a petición de la viuda de Sawa, prologó enternecido
el extraño libro póstumo de ese "gran bohemio" que "hablaba en libro" y
"era gallardamente teatral", citando las propias palabras de Rubén.
Rubén Darío dictando su autobiografía
Y es que, al final de su vida, el autor de Azul no
estaba en disposición de favorecer a sus amigos más que con su pluma,
cuyos frutos en muchos casos no le alcanzaban ni para pagar sus deudas,
pero ganó, eso sí, el reconocimiento de la mayoría de los escritores
contemporáneos en lengua española y la obligada gratitud de todos
cuantos, después de él, han intentado escribir un alejandrino en este
idioma. En 1916, al poco de regresar a su Nicaragua natal, Rubén Darío
falleció,en León el 6 de febrero y la noticia llenó de tristeza a la comunidad intelectual
hispanoparlante.
La obra de Rubén Darío
Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció
Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado
por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno
sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en
su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos se hallaba tan
desgastada como el propio Romanticismo y se ofrecía a la imaginación de
los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de
terciopelo ajado.
Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el
verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas
fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y
tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible. Trajo a un
idioma que estaba en tiempos de decadencia el influjo revitalizador
americano y los modelos parnasianos y simbolistas franceses, abriéndolo a
un léxico rico y extraño, a una nueva flexibilidad y musicalidad en el
verso y la prosa, e introdujo temas y motivos universales, exóticos y
autóctonos, que excitaban la imaginación y la facultad de analogías. Y
acabó siendo, en definitiva, uno de los grandes renovadores del lenguaje
poético en las letras hispánicas.
Retrato de Rubén Darío a los 28 años
La poesía de Rubén Darío, tan bella como culta, musical y
sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del océano
Atlántico. Los elementos básicos de su poética los podemos encontrar en
los prólogos a Prosas profanas (1896), Cantos de vida y esperanza (1905) y El canto errante
(1907). Entre ellos es fundamental la búsqueda de la belleza oculta en
la realidad. Para Rubén Darío, el poeta tiene la misión de hacer
accesible al resto de los hombres el lado inefable de la realidad; para
descubrir este lado inefable, el poeta cuenta con la metáfora y el
símbolo como herramientas principales. Directamente relacionado con ello
se encuentra el rechazo de la estética realista y el escapismo a
escenarios fantásticos, alejados espacial y temporalmente de su
realidad.
La fuente - Ruben Darío . 11/5/20
Enteramente inquieto e insatisfecho, codicioso de placer y de
vida, angustiado ante el dolor y la idea de la muerte, Darío pasó
frecuentemente del derroche a la estrechez, del optimismo frenético al
pesimismo desesperado, entre drogas, mujeres y alcohol, como si buscara
en la vida la misma sensación de originalidad que en la poesía o como si
tratara de aturdirse en su gloria para no examinar el fondo admonitor
de su conciencia. Este "pagano por amor a la vida y cristiano por temor
de la muerte" fue un gran lírico ingenuo que adivinó su trascendencia y
quiso romper con las rutinas e imposiciones de la tradición literaria de
España y América.
Venus - Rubén Darío 15/3/21
A Margarita Debayle (Poema de Rubén Darío) 2011 .18/1/20
Era necesario romper la monótona solemnidad literaria de España con los ecos del ímpetu romántico de Victor Hugo, con las galas de los parnasianos, con el "esprit" de Verlaine; los artículos de Los raros
(1896), de temas preponderantemente franceses, nos hablan con claridad
de esta trayectoria. Pero también América hispánica se hallaba
aprisionada en un círculo tradicional, con lo norteamericano por arriba y
los cantos a Junín y a la agricultura de la Zona Tórrida por todas
partes. Su réplica fue su primer poemario plenamente modernista, Prosas profanas (1896), con unas primeras palabras de programa, en las que figuran composiciones tan singulares y brillantes como el Responso a Verlaine, Era un aire suave... o la Sonatina.
Rubén Darío
Prosas profanas es la obra clave de esta ruptura: la
reacción contra la ampulosidad romántica y la estrechez realista se
traduce en composiciones de insuperable belleza y brillo imaginativo.
Las inquietudes de poetas precursores y coetáneos como Julián del Casal, Ricardo Jaimes Freyre, José Asunción Silva, José Martí, Salvador Díaz Mirón o Salvador Rueda,
entre otros, fueron recogidas y organizadas por el gran lírico, que,
influido por el parnasianismo y el simbolismo franceses, sentó las bases
de la nueva escuela: el Modernismo, punto de partida de toda la
renovación lírica española e hispanoamericana. Todo ello a pesar de que
Rubén Darío rechazaba las normas y la mala costumbre de la imitación;
afirmaba que no hay escuelas, sino poetas, y aconsejaba que no se
imitase a nadie, ni siquiera a él mismo.
Sonatina de Rubén Darío - La princesa está triste, que tendrá la princesa 29/2/20
Ritmo y plástica, música y fantasía son elementos esenciales
de la nueva corriente, más superficial y vistosa que profunda en un
principio, cuando aún no se había asentado el fermento revolucionario
del poeta. Pero pronto llega el asentamiento. El lírico "español de
América y americano de España", que había abierto a lo europeo y a lo
universal los cotos cerrados de la Madre Patria y de Hispanoamérica,
miró a su alma y su obra, y encontró la falta de solera hispánica: "yo
siempre fui, por alma y por cabeza, / español de conciencia, obra y
deseo"; y en la poesía primitiva y en la poesía clásica española
encontró la solera hispánica que necesitaba para escribir los versos de
la más lograda y trascendente de sus obras: Cantos de vida y esperanza
(1905), en la que corrige explícitamente la superficialidad anterior
("yo soy aquel que ayer no más decía..."), y en la que se hallan
composiciones como Lo fatal, Marcha triunfal, Salutación del optimista, A Roosevelt y Letanía de Nuestro Señor don Quijote.
Los tres reyes magos de Rubén Darío 5/1/20
Otras composiciones trascendentes figuran en otros libros suyos: El canto errante (1907), Poema del otoño y otros poemas (1910), con piezas como Margarita, está linda la mar... y Los motivos del lobo, y el libro que contiene su composición más extensa, el Canto a la Argentina, que con otros poemas se publicó en 1914. De entre sus obras en prosa (sin contar Los raros y las prosas contenidas en Azul), cabe destacar Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902) y Tierras solares (1904), entre otros trabajos de menor interés concernientes a viajes, impresiones políticas o notas autobiográficas.
Rubén Darío "Cuando llegues a amar" 6/2/20
Genio lírico hispanoamericano de resonancia universal, Rubén
Darío manejó el idioma con elegancia y maestría, lo renovó con vocablos
brillantes, desarrolló ensayos métricos audaces y primoroso y se atrevió
a realizar combinaciones fonéticas dignas de Fray Luis de León
(como aquella del verso "bajo el ala aleve de un leve abanico") hasta
erigirse en el maestro por antonomasia de la musicalidad, del ritmo y la
armonía. El gran lírico nicaragüense abrió las puertas literarias de
España e Hispanoamérica hacia lo exterior, como lo harían en seguida, en
plano más ideológico, los escritores españoles de la generación del 98.
La Fayette
había simbolizado la presencia de Francia en la lucha norteamericana
por la independencia; las ideas de los enciclopedistas y de la Revolución Francesa
habían estado presentes en la gesta de la independencia
hispanoamericana; siguiendo esta estela, Rubén Darío extrajo del
parnasianismo y del simbolismo franceses los elementos que necesitaba
para su revolución, modernizando, renovando y flexibilizando la grandeza
hispánica con el "esprit", con la gracia francesa, frente al sentido
materialista y dominador del mundo anglosajón y, especialmente,
norteamericano.
Político,
científico e inventor estadounidense. Estudioso de la electricidad y de
cuanto atrajo su interés, inventor del pararrayos y de otros útiles
artefactos, honesto y eficiente hombre público y destacado artífice de
la independencia de los Estados Unidos, Benjamin Franklin fue acaso el
personaje más querido de su tiempo en su país y el único americano de la
época colonial británica que alcanzó fama y notoriedad en Europa.
Sólo desde la admiración es posible aproximarse a su
figura, y al mismo tiempo es difícil pensar en Franklin sin experimentar
una sensación de calor humano. Su apariencia era tan sencilla, su
personalidad resultaba tan agradable y su sentido del humor brotaba tan
espontáneamente que para la gente resultaba fácil quererlo y respetarlo.
Unos grandes ojos grises y una boca propensa a la sonrisa adornaban el
rostro de este dechado de virtudes, que fue capaz de sobresalir en
cuantos campos se propuso.
13 Benjamin Franklin Canal Historia 17/1/21
"La voluntad, el talento, el genio y la gracia se
reunían en él, como si la naturaleza al formarle se hubiese sentido
derrochadora y feliz", afirmó uno de sus biógrafos. Más allá de esos
dones, Franklin siempre creyó firmemente que era posible modificar los
aspectos negativos del carácter mediante una disciplina a la vez suave y
constante. En su juventud llevaba siempre consigo una lista de
cualidades dignas de admiración, que más tarde se convirtió en un
pequeño libro donde cada página estaba consagrada a una virtud. Franklin
dedicaba una semana de atención a cada una de ellas, que releía en
cuanto tenía ocasión, y volvía a empezar cuando llegaba al final.
Benjamín Franklin Biografía 29/1/21
Biografía
Benjamin Franklin nacio en Boston el 17 de enero de 1706. Decimoquinto hermano de un total de diecisiete,
Benjamin Franklin cursó únicamente estudios elementales, que abandonó a
la edad de diez años; la vasta erudición enciclopédica que exhibiría en
su madurez fue el resultado de una curiosidad insaciable y de un
esfuerzo autodidacta que compaginaría siempre con sus actividades
profesionales. A los doce años comenzó a trabajar como impresor en una
empresa propiedad de John Franklin, uno de sus hermanos.
45 Frases de Benjamin Franklin sobre la VIDA, LIBERTAD, DINERO y FELICIDAD⚡ 1/9/21
En 1723, tras una disputa con su hermano, huyó a
Filadelfia, donde, sin un céntimo en el bolsillo, halló trabajo en una
tipografía. Tras haber desempeñado por espacio de dos años la misma
actividad en Inglaterra, adonde había sido enviado con recomendaciones
sin ningún valor, regresó a Filadelfia y trabajó por su cuenta como
tipógrafo y editor. En 1727 fue responsable de la emisión de papel
moneda en las colonias británicas de América. Más tarde fundó el
periódico La Gaceta de Pensilvania, que publicó entre los años 1728 y 1748, y en 1732 emprendió la edición del Almanaque del pobre Richard (1732-1757).
Benjamin Franklin
Con la publicación del Almanaque, un tipo
de anuario misceláneo frecuente en la época que incluía el santoral,
horóscopos, consejos médicos y previsiones meteorológicas, se abrió en
su vida un período de prosperidad. El propio Franklin ejercía como
redactor, editor y director, aunque atribuía la autoría del mismo a un
personaje ficticio que acabaría siendo famosísimo: el extravagante
Richard Saunders, de donde procede el título de Almanaque del pobre Richard.
El tal Richard es un viejo "yanqui" provinciano
de variable humor, un filósofo rústico con sus puntas y ribetes de
misoginismo, que, con gran desesperación de su esposa Bridget, se pasa
el tiempo entre polvorientos libros y cálculos astrológicos, en lugar de
ganar dinero para sostener a su familia; decide editar el almanaque,
precisamente, para poder conciliar sus aficiones con esa necesidad.
Junto a las secciones habituales, Franklin tuvo
el acierto de incluir además toda clase de máximas, proverbios,
sentencias y frases célebres, extraídas de fuentes variadas; en
ocasiones, aplicando su genio y experiencia a la conducta humana, llegó a
inventarlas él mismo, con tanta fortuna que acabaron pasando al acervo
popular. Después de veinticinco años de publicación ininterrumpida, con
tiradas que alcanzaron los diez mil ejemplares (una cifra impresionante
para la época), Benjamin Franklin había conseguido un considerable
patrimonio que le permitió abandonar la impresión.
El estadista
La época de más intensa actividad política de
Benjamin Franklin se inició en 1757, una vez finalizada aquella larga
etapa como impresor. Lo más importante de la misma fue su tarea como
inspirador y activo factótum de la independencia. Puede atribuírsele la
idea primigenia de unos Estados Unidos como nación única y no como un
grupo de colonias separadas, ya que dos décadas antes de la guerra de
independencia americana concibió un sistema de gobiernos estatales
reunidos bajo una sola autoridad federal.
Previamente, convertido ya en uno de los más
importantes personajes públicos de Filadelfia, había sido elegido
miembro de la Asamblea legislativa; llevó a buen fin el tratado con los
indios rebeldes, encontró un sistema racional para la limpieza de las
calles y promovió numerosas iniciativas y mejoras. Su temperamento
activo y polifacético lo impulsaría a participar en las cuestiones de
ámbito local, por ejemplo, en la creación de instituciones como el
cuerpo de bomberos de Filadelfia, la biblioteca pública y la Universidad
de Pensilvania, así como la Sociedad Filosófica Americana. Como
director general de Correos en Filadelfia, primero de importancia de los
múltiples cargos públicos que desempeñaría con brillante eficiencia,
Franklin alcanzó una serie de éxitos fulgurantes en la mejora del
servicio, amplió considerablemente la frecuencia de los envíos y mejoró
los caminos postales.
Cuando en 1757 fue enviado a Londres para
defender los intereses de las colonias americanas ante la metrópoli,
Benjamin Franklin inició una intensa labor política que acabaría dando
los frutos apetecidos. En una famosa ocasión estuvo durante todo el día
en la Cámara de los Comunes, contestando con gran habilidad las
preguntas que le dirigían los miembros de tan honorable institución en
torno a la resistencia de las colonias ante la muy odiada ley tributaria
inglesa, que resultaba nefasta para los intereses de los colonos
americanos. El resultado fue que el Parlamento revocó la ley (1766) y la
guerra se retrasó diez años, dando a los independentistas tiempo
suficiente para prepararse.
Ante las nuevas presiones fiscales y políticas
ejercidas por la metrópoli, Benjamin Franklin dejó Londres; regresó a
Filadelfia en 1775 y se adhirió decididamente al movimiento
independentista. Ese mismo año fue nombrado diputado por Pensilvania
ante el II Congreso Continental, en el que los representantes de las
trece colonias norteamericanas decidieron formar un ejército para luchar
contra Inglaterra. Al año siguiente redactó, conjuntamente con Thomas Jefferson y John Adams, la histórica Declaración de Independencia (1776).
Debido a su prestigio, se le escogió en
diciembre de ese año para efectuar una gira por Europa (1776-1785) en
busca de apoyo para la causa independentista. Era fundamental conseguir
la ayuda de Francia, sin la cual la contienda podía prolongarse
indefinidamente e incluso perderse. George Washington
se había entregado a la organización de un ejército norteamericano,
pero la metrópoli contaba con todo el poder, las armas e importantes
aliados. Era preciso contrarrestar ese poderío consiguiendo el auxilio
de Francia. Franklin no sólo convenció al reacio monarca francés, Luis XVI,
de que enviara secretamente suministros al general Washington, sino que
un año después (1778) logró que entrara abiertamente en la guerra como
aliado después de firmar un tratado de amistad.
Benjamin Franklin (retrato de David Martin, 1767)
Finalizada la guerra y lograda la independencia
efectiva, Benjamin Franklin fue partícipe en las conversaciones para
concluir el tratado de paz que pondría fin al conflicto (1783). Tras su
regreso a Filadelfia fue nombrado miembro de la convención encargada de
la redacción de la Constitución estadounidense (1787). Franklin
consiguió además resolver un problema que amenazaba con dificultar
seriamente la formación del nuevo país: los pequeños Estados querían
tener idéntica representación en el Congreso que los grandes y, a su
vez, éstos pretendían que el número de delegados se eligiera según la
población de cada Estado.
Franklin resolvió la dificultad aceptando la
primera propuesta como base para el Senado y la segunda para la Cámara
de Representantes; luego, cuando la Constitución estuvo lista, se
encargó personalmente de que fuera ratificada por los distintos Estados,
tarea para la que tuvo que poner en juego todas sus dotes de persuasión
y sus capacidades de magistral razonador: ninguno de sus interlocutores
se resistió a sus argumentos. Vuelto a Filadelfia, ya viejo y fatigado,
y con la esperanza de un descanso bien merecido, se vio inmediatamente
agobiado por nuevas responsabilidades públicas, llevando una vez más a
cabo con su perfecto y admirable estilo las misiones confiadas.
El científico
El interés de Benjamin Franklin por los temas
científicos comenzó a mediados del siglo y coincidió aproximadamente con
aquella etapa de intensa actividad política. Durante una estancia en
Francia, el 15 de junio de 1752, llevó a cabo el famoso experimento de la cometa, que
le permitió demostrar que las nubes están cargadas de electricidad y
que, por lo tanto, los rayos son esencialmente descargas de tipo
eléctrico.
Para la realización del experimento, no exento
de riesgo, utilizó una cometa dotada de un alambre metálico unido a un
hilo de seda que, de acuerdo con su suposición, debía cargarse con la
electricidad captada por el alambre. Durante la tormenta acercó la mano a
una llave que pendía del hilo de seda, y observó que, lo mismo que en
los experimentos con botellas de Leyden que había realizado con
anterioridad, saltaban chispas, lo cual demostraba la presencia de
electricidad.
El experimento de la cometa (óleo de B. West)
Este descubrimiento le permitió inventar el
pararrayos, cuya eficacia dio lugar a que ya en 1782, en la ciudad de
Filadelfia, se hubiesen instalado 400 de estos ingenios. Sus trabajos
acerca de la electricidad le llevaron a formular conceptos tales como el
de la electricidad negativa y positiva (a partir de la observación del
comportamiento de las varillas de ámbar) o el de conductor eléctrico,
entre otros. Expuso además una teoría acerca de la electricidad en la
que consideraba que ésta era un fluido sutil que podía presentar un
exceso o un defecto, descubrió el poder de las puntas metálicas al
observar que un cuerpo con carga eléctrica se descarga mucho más deprisa
si termina en punta, y enunció el principio de conservación de la carga
eléctrica.
Benjamin Franklin el inventor del pararrayos 15/6/20
Benjamin Franklin inventó también la llamada
estufa Franklin (1742), una estufa de hierro de mayor eficiencia y menor
consumo, y las lentes bifocales. La gran curiosidad que sentía por los
fenómenos naturales le indujo a estudiar, entre otros, el curso de las
tormentas que se forman en el continente americano, y fue el primero en
analizar la corriente cálida que discurre por el Atlántico norte y que
en la actualidad se conoce con el nombre de corriente del Golfo.
Músico e instrumentista experto, escribió
también sobre los problemas de la composición musical, en particular
sobre los referentes a la adaptación de la música a la letra para que
esta última pudiera ser inteligible. Una relación detallada de sus
hallazgos resultaría interminable y agotadora, pues su capacidad
creadora y su sentido de anticipación fueron absolutamente
extraordinarios.
Benjamin Franklin falleció en Filadelfia el 17 de abril de 1790, a los
84 años de edad. Había permanecido activo prácticamente toda su vida;
sólo dos años antes había decidido retirarse de la vida pública y
completar su Autobiografía (iniciada hacia 1771), que vería la
luz póstumamente. Una de las razones que lo llevaron a la longevidad fue
su profundo conocimiento de los temas relativos a la salud. Daba largas
caminatas en cuanto tenía ocasión, era un ejemplo de moderación en la
mesa y, en contra de muchos prejuicios acatados por sus contemporáneos,
tenía hábitos que resultaban insólitos para el americano medio, como la
costumbre, considerada extravagante y perniciosa, de dormir con las
ventanas abiertas de par en par.
Revolucionaria y teórica del socialismo alemán, de origen judío polaco. Nacio en Zamosc, Rutenia, el 5 de marzo de 1870. Hija de un comerciante de Varsovia, su brillante inteligencia le permitió estudiar a pesar de los prejuicios de la época y de la discriminación que las autoridades zaristas imponían en Polonia contra los judíos.
Su militancia socialista le obligó a exiliarse desde los dieciocho años, refugiándose en Suiza. Alí terminó sus estudios de derecho, trabó contacto con revolucionarios exiliados y se unió a la dirección del joven Partido Socialdemócrata Polaco.
Contraria a todo nacionalismo, en 1898 se trasladó a Alemania para unirse al poderoso Partido Socialdemócrata de aquel país (SPD) y participar en los debates teóricos que lo agitaban desde la muerte de Marx y Engels. Asociada con Karl Kautsky, defendió la «ortodoxia» marxista frente al «revisionismo» de Eduard Bernstein e hizo aportaciones teóricas originales en torno al imperialismo y al derrumbe del capitalismo, que creía inevitable (La acumulación del capital, 1913).
Rosa Luxemburgo 1986 . 15/1/22
Luxemburg se distanció de Kautsky y de la mayoría del partido a medida que éstos se inclinaron hacia los métodos parlamentarios, pasando a ser reconocida como la líder principal del ala izquierda del SPD; pero también criticó a Lenin y su concepción centralista y autoritaria del partido de revolucionarios profesionales.
Junto con Karl Liebknecht, Rosa Luxemburg encabezó las protestas de los socialistas de izquierda contra la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y contra la renuncia del SPD al internacionalismo pacifista; fue detenida por ello en 1915, pero continuó escribiendo desde la cárcel; fue ella quien puso las bases teóricas para la escisión de la Liga de los Espartaquistas (1918), transformada un año más tarde en Partido Comunista Alemán (KPD).
En libertad desde la revolución de 1918 que hizo abdicar al emperador Guillermo II de Alemania, Luxemburg lanzó junto con Karl Liebknecht la Revolución espartaquista de 1919, y, al igual que Liebknecht, murió a manos de los militares encargados de su represión en Berlin el 15 de enero de 1919.