domingo, 29 de septiembre de 2019

Émile Zola

    

Novelista francés, teórico y máximo representante del naturalismo. Émile Zola fue el impulsor de la «novela experimental», es decir, de una narrativa planteada como un experimento sociológico destinado no a reflejar la realidad contemporánea (como la novela realista), sino a explicar las causas de los males sociales desde postulados positivistas (la herencia, el medio) con el fin de contribuir a su reforma y progreso. De ahí que la novela naturalista se centrase a menudo en el examen de las lacras sociales (alcoholismo, prostitución, delincuencia) sin rehuir la sordidez, con el consiguiente escándalo para la sociedad biempensante. La influencia de sus ideas y de su praxis narrativa marcó la literatura europea durante al menos las dos décadas de auge del naturalismo (1880-1900).
Nacio en París el 2 de abril de 1840. Hijo de Francesco Zola, ingeniero emigrante italiano, y de Émilie Aubert, proveniente de la pequeña burguesía francesa, pasó su infancia en Aix-en-Provence y estudió en el colegio Bourbon. Fue compañero de Paul Cézanne, con quien mantuvo una sólida amistad, y tomó contacto con la literatura romántica, especialmente con la narrativa de Victor Hugo y la poesía de Alfred de Musset, su favorito.
Al morir su padre en 1847, se trasladó a París junto a su madre y continuó sus estudios en el instituto Saint-Louis. Tras fracasar en su examen de graduación, en 1859 consiguió un empleo administrativo en una oficina de Aduanas y en 1862 empezó a trabajar para el departamento de publicidad de la editorial Hachette. Se interesó por la poesía y el teatro, y colaboró para periódicos como Le Figaro, Le Petit Journal y Le Salut Public.
Biografía de Emile Zola. Vida, reseñas de sus obras y algunas frases 2/4/21
Sus primeros libros publicados fueron un conjunto de relatos titulados Cuentos a Ninon (1864), y una novela autobiográfica con influencia del romanticismo, La confesión de Claude (1865). Escribió dos obras de teatro que no fueron representadas, La fea (1865) y Magdalena (1865), y en 1866 fue despedido de Hachette. Comenzó a trabajar como cronista literario y artístico en el periódico L'Événement, y publicó los trabajos de crítica pictórica Mis odios (1866) y Mi salón(1866), donde hizo una enérgica defensa de Manet, cuestionado en esa época por los sectores académicos.
A partir de ese momento se dedicó por completo a escribir, se alejó paulatinamente del romanticismo y sintió afinidad con el movimiento realista y el positivismo. Aplicó su experiencia periodística en Los misterios de Marsella (1867), una novela folletinesca, y publicó su primera obra importante, Teresa Raquin(1867), con la que ganó cierto prestigio en el ambiente literario.
Con la novela Madeleine Férat (1868) fue consolidando su estilo, y la lectura de Introducción a la medicina experimental, de Claude Bernard, lo inspiró para concebir un conjunto de novelas escritas "con rigor científico", donde quería relatar la historia natural de varias generaciones de una familia bajo el Segundo Imperio.
Así nació la monumental serie Los Rougon-Macquart, integrada por La fortuna de los Rougon (1871), La ralea (1871), El vientre de París (1873), La conquista de Plassans (1874), La caída del Abate Mouret (1875), Su excelencia Eugène Rougon(1876), La taberna (1877), Una página de amor (1878), Naná (1879), Lo que se gasta (1882), El paraíso de las damas (1883), La alegría de vivir (1884), Germinal(1885), La obra (1886), La tierra (1887), El sueño (1888), La bestia humana(1890), El dinero (1891), La derrota (1892), y El Doctor Pascal (1893).
En los treinta y un volúmenes que comprenden las veinte novelas trazó la genealogía de más de doscientos personajes; el carácter de los distintos miembros de la familia deriva de las tendencias hereditarias y de los condicionantes del medio social en que viven. Sus textos fueron tan elogiados como criticados; recibió duros cuestionamientos por parte de escritores católicos como Maurice Barrès, Léon Bloy y Jules Barbey d'Aurevilly, que veían en el carácter positivista de su obra signos de decadencia, dogmatismo y una "absoluta carencia de espiritualidad".
Su obra ensayística comprende volúmenes teóricos sobre el naturalismo, como La novela experimental (1880), El naturalismo en el teatro (1881), Nuestros autores dramáticos (1881), Los novelistas naturalistas (1881), Documentos literarios(1881), y Una campaña (1882); así como textos de crítica y polémica, entre los que destacan Viaje de vuelta (1892), Nueva campaña (1897), y fundamentalmente ¡Yo acuso! (1898), un extenso artículo dirigido al Jefe de Estado francés y publicado originalmente en el periódico L'Aurore, el 13 de enero de 1898 donde defendió la inocencia del capitán de origen judío Alfred Dreyfus, acusado de alta traición a la patria por los militares antisemitas.

Émile Zola - Yo acuso 13/1/20

El efecto causado por su participación en el Caso Dreyfus lo posicionó como líder de las fuerzas progresistas (republicanos y socialistas) que reclamaron al gobierno derechista la defensa de los derechos humanos en la República. El gobierno, apoyado por los partidos conservadores, el ejército nacionalista y la Iglesia Católica, lo acusó por injurias y lo persiguió, por lo que se exilió en Inglaterra hasta que se demostró la inocencia definitiva de Dreyfus y el complot militar.
En 1899 volvió a París y pudo ver indultado a Dreyfus, y el 29 de septiembre de 1902 murió asfixiado por la defectuosa combustión de una chimenea, hecho que suscitó muchas sospechas dadas las reiteradas amenazas de muerte que había recibido.
Su influencia sobre las generaciones posteriores de escritores no fue sólo literaria, ya que su actitud de involucrarse tanto en la literatura como en la realidad social se transformó en un paradigma del escritor comprometido y dominó la escena cultural de occidente hasta la década de los 70. También es autor de las series Las tres ciudades, compuesta por Lourdes (1894), Roma (1896) y París (1898), y Los cuatro evangelios, integrada por Fecundidad (1899), Trabajo (1901), Verdad(póstuma, 1903) y Justicia (inacabada).

jueves, 26 de septiembre de 2019

Martin Heidegger

       

Filósofo alemán. considerado, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y de la filosofía contemporáneaNació en Messkirch, el 26 de septiembre de 1889. Discípulo de Edmund Husserl, su indiscutible preminencia dentro de la filosofía continental se ha visto marcada siempre por la polémica, sobre todo la de su adhesión al régimen nacionalsocialista, manifestada en el discurso que pronunció en la toma de posesión de la cátedra en la Universidad de Friburgo (1933). 
La renuncia a la cátedra muy poco después de ocuparla no evitó que en 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial con la ocupación de Alemania por los aliados, fuera destituido como docente en Friburgo. Sólo en el año 1952 se reincorporó, si bien su actividad académica fue ya mucho menos constante. Aunque recibió de algunos de sus discípulos, como Herbert Marcuse, la sugerencia insistente de que se retractara públicamente de su discurso de 1933, el filósofo desestimó el consejo y nunca quiso dar explicaciones.

Heidegger, Martin - Humano, demasiado humano (1999) 8/7/19

Si bien para algunos es imposible abordar su obra sin reservas, la mayoría de filósofos y estudiosos actuales prefieren tomar el trabajo de Heidegger en su sentido estrictamente filosófico, que no resulta menos controvertido. Desde la filosofía analítica, su obra ha sido criticada con dureza, sobre todo por Rudolf Carnap. Pero el pensamiento heideggeriano también ha suscitado adhesiones entusiastas: así, la filosofía francesa de las décadas de 1960 y 1970 (Jacques DerridaEmmanuel Levinas, Paul Ricoeur) admiró la capacidad de precisión de su lenguaje, así como su aportación al discurso humanístico.
Heidegger: De camino al pensamiento
La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos períodos distintos. El primero viene marcado por Ser y tiempo, obra que, pese a quedar incompleta, plantea buena parte de las ideas centrales de todo su pensamiento. En ella, el autor parte del presupuesto de que la tarea de la filosofía consiste en determinar plena y completamente el sentido del ser, no de los entes, entendiendo por «ser», en general, aquello que instala y mantiene a los entes concretos en la existencia, aunque la definición de este concepto ocupa toda la obra del autor, y es en cierto sentido imposible.
En la comprensión heideggeriana, el hombre es el ente privilegiado al que interrogar por el ser, pues sólo a él «le va» su propio ser, es decir, mantiene una específica relación de reconocimiento con él. La forma específica de ser que corresponde al hombre es el «Ser-ahí» (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí» como «Ser-en-el-mundo». La distinción de la filosofía moderna, desde Descartes, entre un sujeto encerrado en sí mismo que se enfrenta a un mundo totalmente ajeno es inconsistente para Heidegger: el ser del hombre se define por su relación con el mundo, que es además práctica («ser a-la-mano») antes que teórica («ser ante-los-ojos»).
Estas categorías le sirven para comprender por dónde pasa la diferencia entre una vida auténtica, que reconozca el carácter de «caída» que tiene la existencia, es decir, la imposibilidad de dominar su fundamento (el ser), y una vida inauténtica o enajenada, que olvide el ser en nombre de los entes concretos. La dimensión temporal del ser, en cuanto proyecto del «ser-ahí» y enfrentamiento a la muerte (el ser-ahí es también «ser-para-la-muerte»), sería el otro gran olvido de la filosofía clásica. El esfuerzo de Heidegger por pensar el ser como relación de los entes en el tiempo está en la base del posterior movimiento hermenéutico.
En la segunda etapa de su pensamiento, el filósofo estudia la historia de la metafísica desde Platón como proceso de olvido del ser, y como caída inevitable en el nihilismo (cuando se piensa el ente tan sólo, éste termina por aparecer vacío). En sus últimas obras, realiza un acercamiento al arte como lugar privilegiado donde se hace presente el ser. Para Heidegger, se hace también necesario rehabilitar los saberes teórico-humanísticos, a fin de mostrar que lo que constituye a todo hombre en cuanto tal no es su capacidad material de alterar el entorno, sino la posibilidad que tiene de hacer el mundo habitable: el hombre debe comprender que no es «el señor del ente sino el pastor del ser» y que «el lenguaje es la casa del ser». Antes que la técnica, el lenguaje, y en general la conciencia (la capacidad de interrogarse del Dasein), son los dos elementos que constituyen al hombre en cuanto existente o, lo que es lo mismo, en cuanto hombre.
Martin Heidegger fallecio en Friburgo de BrisgoviaBaden-Wurtemberg, Alemania; el 26 de mayo de 1976

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Carlos Ruiz Zafón


 Escritor español, autor de La sombra del viento, uno de los best sellers más destacados de la literatura reciente. En junio de 2008 se habían vendido de esta novela más de diez millones de ejemplares en todo el mundo.
Carlos Ruiz Zafón nació en Barcelona el 25 de septiembre de 1964, se educó en el colegio de los Jesuitas de Sarrià y, pese a que posteriormente cursó estudios de periodismo, encaminó su trayectoria profesional hacia la publicidad. En 1992 decidió abandonar su trabajo como director creativo de una importante agencia de la Ciudad Condal (“Antes de quedar atrapado en un nivel económico del que no me podría desacostumbrar”, dijo) y dedicarse a escribir.

Entrevista con Carlos Ruiz Zafón, escritor español 25/9/19

Su primera incursión en la narrativa de fantasía, terror y aventuras, El príncipe de la niebla (1993), ambientada en un pueblo marítimo del sur de Inglaterra durante la II Guerra Mundial, obtuvo el premio Edebé de literatura juvenil. El flamante novelista decidió entonces invertir los tres millones de pesetas del galardón en hacer realidad un viejo sueño de infancia (“De pequeño tenía fijación por el cine americano clásico y por el mundo del jazz. Decía a mis amigos: Cuando sea mayor viviré en Los Ángeles”) y se estableció en Los Ángeles, California, ciudad donde reside desde 1994 y donde compagina su carrera literaria con la de guionista cinematográfico.
LATE MOTIV - Carlos Ruiz Zafón concluye 'El cementerio de los libros olvidados' 25/9/21
El príncipe de la niebla le seguirían El palacio de la medianoche (1994), cuya trama se desarrolla en la Calcuta de los años treinta, y Las luces de septiembre (1995), en torno a un misterioso fabricante de juguetes, sendos títulos también dirigidos al público juvenil que, con el anterior, se reunirían posteriormente en el volumen La trilogía de la niebla (2007). En 1999 aparecería Marina, ambientada en una Barcelona brumosa y estilizada que preludiaba la de La sombra de viento.
En 2001 Ruiz Zafón publicó su primera novela para adultos, La sombra del viento, una historia ambientada en la Barcelona de la posguerra al más puro estilo del folletín decimonónico de Charles Dickens o Victor Hugo, con una trágica historia de amor como trasfondo, en la que se amalgamaban, con gran fuerza narrativa, los elementos clásicos del género: novela histórica, costumbrismo, intriga y suspense. La novela había quedado finalista del premio Fernando Lara 2000, que ganaría Ángeles Caso con Un largo silencio, y, aunque las bases del galardón limitaban la publicación a la obra ganadora, Editorial Planeta decidió hacer una excepción ante la calidad de la novela y “el acierto con el que se ha aproximado a temas universales como el amor, el misterio o la pérdida de la inocencia”.
El éxito del libro no fue inmediato. Aquel año la novela pasó totalmente desapercibida por parte de la crítica nacional, aunque pronto se vería que no fue así entre los lectores, que conseguirían, a través del boca-oreja, convertirla en un fenómeno literario, algo parecido a lo que ocurriera con Javier Cercas y su novela Soldados de Salamina (2001). Pronto, la estela de Ruiz Zafón se extendería a otros países. En Alemania, por ejemplo, el canciller Gerhard Schröder recomendó públicamente su lectura y pronto se comparó la repercusión del escritor en ese país con la de Javier Marías.
En 2004 La sombra del viento había sido traducida a cuarenta idiomas. Ese mismo año obtuvo el premio José Manuel Lara Hernández a la obra más vendida en España; la biblioteca central de la ciudad de Nueva York la seleccionó como “libro para recordar”, y fue reconocida en Francia como la mejor novela extranjera del año. El jurado, compuesto por escritores, críticos y editores, destacó que la novela de Zafón era "a la vez accesible al gran público y una obra de erudito". La obra consiguió también un notable éxito de crítica (el diario The New York Times comparó al autor con Borges). Convertido inesperadamente en uno de los fenómenos editoriales más importantes de la literatura reciente, el libro permitió a su autor acabar con lo que él mismo definió como "mi etapa con las novelas juveniles".
Cuatro años después, en junio de 2008, La sombra del viento llevaba 247 semanas en la lista de los diez libros más vendidos en España, y en todo el mundo se habían vendido 10 millones de ejemplares. Aunque Ruiz Zafón había recibido suculentas ofertas para llevar la novela a las pantallas cinematográficas, se resistió a ceder los derechos si no le ofrecían “garantías de que se va a hacer con un cierto decoro; si no, prefiero que no haya película, lo importante es el libro”.
El 17 de abril de 2008, con una campaña mediática sin precedentes y una tirada de un millón de ejemplares, llegaba a las librerías españolas la nueva novela del escritor, El juego del ángel, en la que el autor retomaba el universo del Cementerio de los Libros Olvidados. La presentación del libro tuvo lugar en el Gran Teatro del Liceo barcelonés, engalanado para la ocasión con una puesta en escena espectacular que recreaba una antigua biblioteca. Pocas veces un acto de estas características había generado tanta expectación y tal impacto en los medios de comunicación (150 periodistas y 15 cámaras de televisión cubrieron el evento). Si La sombra del viento había conseguido conquistar a millones de lectores sin apenas promoción, en esta ocasión la nueva entrega venía avalada por una campaña promocional más propia de otro tipo de eventos, como la presentación de una película o de un grupo de rock.
El juego del ángel nacía, desde un principio, para convertirse en best seller, y así fue. Diez días después de la aparición del libro, coincidiendo con la festividad de San Jordi en Cataluña (el 23 de abril), Ruiz Zafón fue la estrella más solicitada del firmamento literario. Ante la carpa habilitada para la firma de libros, ambientada como si se tratara del Cementerio de los Libros Olvidados, las colas superaron todas las expectativas. Cientos de personas esperaron durante horas para hacerse con una dedicatoria del autor. Según las cifras facilitadas a última hora de ese día, sólo en Cataluña se habían vendido 250.000 ejemplares (unos 20.000 cada hora, o lo que es lo mismo, más de 300 cada segundo). En una semana se habían vendido 580.000 ejemplares. Lo mismo ocurrió en junio en la Feria del Libro de Madrid. Un éxito esperado, pero apabullante, al que habría que añadir el que se esperaba en otros países, como Francia, Alemania, Portugal o Inglaterra, con los que la editorial ya había firmado los contratos de distribución.
El novelista tiene previsto completar La sombra del viento y El juego del ángel con otras dos novelas; construir, en definitiva, una tetralogía ambientada en el mismo universo literario: la Barcelona misteriosa y gótica que va desde la era de la revolución industrial hasta los años posteriores a la guerra civil española. Casado y residente en Los Ángeles, California, Carlos Ruiz Zafón no descarta volver a instalarse en España y mantiene su estudio de Barcelona junto a la Sagrada Familia. Aficionado a coleccionar figurillas de dragón, escribe siempre de noche.

Carlos Ruiz Zafón fallecióen Los Angeles EE.UU. el 19 de junio de 2020.

martes, 24 de septiembre de 2019

Francis Scott Fitzgerald

     

Narrador estadounidense, considerado el máximo interprete literario de la llamada "era del jazz" de los años veinte de su país. Nació en Saint Paul, Minnesota el 24 de septiembre de 1896 Creció en una familia católica irlandesa. Estudió en la Universidad de Princentown, sin llegar a graduarse, y luego se alistó en el ejército para participar en la Primera Guerra Mundial.
Con su novela inicial, A este lado del paraíso (1920), obtuvo gran popularidad, lo que le permitió ir publicando sus cuentos en revistas de prestigio como The Saturday Evening Post, y convertirse en una de las figuras más representativas del "sueño americano" de la década de 1920. Se trasladó a Francia junto con su mujer, Zelda Sayre, personaje fundamental para Fitzgerarld, tanto en la felicidad como en la desdicha, ya que fue su inspiración y compañía en el decenio de gloria que les tocó vivir, y el centro de sus preocupaciones a partir de 1930, cuando él se hundió en el alcohol y ella en la demencia (murió en el incendio de la clínica donde estaba recluida, en 1948), y ambos debieron afrontar las consecuencias del fracaso y la miseria.

Biografía F Scott Fitzgerald 24/9/19

En Francia acabó de escribir la que se considera su obra maestra, El gran Gastby se publico el 10 de abril de 1925, la historia del éxito y posterior decadencia de un traficante de alcohol durante la ley seca, que se fabrica una identidad aristocrática y a partir de allí vive como un fantasma en una mansión, consagrando todas sus fuerzas y dinero a conseguir a la mujer que ama. Fitzgerald describió en sus páginas un arquetipo que estaba surgiendo por entonces en Estados Unidos: el individuo de clase baja y de escasa moral que utiliza cualquier medio a su alcance para triunfar.
Movie «The Great Gatsby» By Francis Scott Fitzgerald. Film 2000 . 10/4/22
No obstante, y pese a su catadura, el personaje está nimbado por una aureola romántica, como sucede a menudo con los protagonistas del autor e incluso con su estilo literario, pues su prosa es a la vez realista y directa pero no renuncia a las sutilezas de una construcción elegante. Cultivó también la narración breve, y algunos de sus cuentos están considerados antológicos dentro de la literatura en lengua inglesa: ciertos relatos pueden ser clasificados en el género del horror, a lo Edgar Allan Poe, y en otros descarga su sarcástica eficacia contra la clase de los poderosos.
F. Scott Fitzgerald escribió aún otras dos grandes novelas, Suave es la noche (1934), que él consideraba la culminación de su obra, y la póstuma e inconclusa El último magnate (1941), donde cuenta los aspectos más miserables del mundillo de Hollywood, que tan bien conocía, ya que en los años de ruina que precedieron a su muerte trabajó como guionista anónimo para la industria del cine.
Su libro igualmente póstumo y testimonial El jactancioso (publicado en 1945 por Edmund Wilson) es la crónica escalofriante y hermosamente desdichada de su desintegración como hombre y escritor, donde hace una revisión de sí mismo y de las causas abismales que provocaron su caída. La primera frase de este relato-ensayo es tan clara que vale por un manifiesto: "Toda vida es un proceso de demolición".
F. Scott Fitzgerald falleció en Hollywood, Los Angeles, California el 21 de diciembre de 1940

sábado, 21 de septiembre de 2019

Luis Cernuda

  

Poeta español, una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente que muchos han calificado de neorromántica, pues la sensibilidad, melancolía y dolor que destila su poesía se halla siempre dentro de unos límites de serena contención, a la manera de Gustavo Adolfo Bécquer, pero con características matizadas por una aguda actitud intelectual, rasgo esencial de la generación a la que perteneció.
Nacio en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902. Estudió derecho en su ciudad natal bajo la dirección de Pedro Salinas, de quien fue discípulo y quien orientó, asimismo, sus primeros pasos de poeta. En 1928 conoció en Málaga a Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, y poco después, en Madrid, entabló amistad con Vicente Aleixandre y Federico García Lorca, poetas todos ellos pertenecientes a la Generación del 27. En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos.

La Realidad y el Deseo. Centenario de Luis Cernuda 5/11/19

De su inicial inclinación a la soledad y al nihilismo evolucionó hacia una actitud de íntima y acogedora espiritualidad. Así, los poemas "Atardecer en la catedral" y "La visita de Dios" señalan, según José María Valverde, "el término de la evolución de un ambiente español, desde un ideario exquisito y minoritario hasta una emoción a la vez religiosa y socialmente humana". Al igual que otros de sus compañeros de generación, sus primeras obras marcan un itinerario que parte de la «poesía pura» preconizada por Juan Ramón Jiménez para luego desembocar en una estrecha afinidad con el surrealismo. Esta etapa, que dio comienzo con Perfil del aire (1927) y Égloga, elegía, oda (1928), logra su mayor expresión y madurez en Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931), libros en los que ya se muestra, en todo su esplendor, un Cernuda enamorado y rebelde, orgulloso de su diferencia.

Donde habite el olvido - Luis Cernuda 5/11/19

Contigo, Luis Cernuda 3/11/21
En sus volúmenes siguientes arraigó con originalidad y dominio la tradición romántica europea: Donde habite el olvido (1934), Invocaciones (1935). Los títulos que aparecieron a partir de este momento, más los ya publicados, fueron engrosando su obra poética completa bajo el sugestivo rótulo de La realidad y el deseo (1936); en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta.

Si el hombre pudiera decir lo que ama - Luis Cernuda 11/1/20

Cernuda, que tras la contienda civil española conoció el exilio del que jamás volvió, emprendió, bajo la influencia directa de la poesía anglosajona, un período en el que su obra poética se hace autobiografía y reflexión. Residente en Gran Bretaña, Estados Unidos y, por último, México, publicó sucesivamente, entre otros libros, Las nubes (1940), Como quien espera el alba (1947), Vivir sin estar viviendo(1949), Con las horas contadas (1956) y Desolación de la Quimera (1962).
Soliloquio del farero - Luis Cernuda . 28/4/20
La obra del autor ha sido objeto de numerosos estudios en muchos países. Tal vez quien más y mejor se haya aproximado a su sentido más genuino y profundo sea el mexicano Octavio Paz, que en un breve ensayo dedicado a su figura escribe sobre el sentido de la palabra deseo en los trabajos del poeta: "Con cierta pereza se tiende a ver en los poemas de Cernuda meras variaciones de un viejo lugar común: la realidad acaba por destruir al deseo, nuestra vida es una continua oscilación entre privación y saciedad. A mí me parece que, además, dicen otra cosa, más cierta y terrible: si el deseo es real, la realidad es irreal. El deseo vuelve real lo imaginario, irreal la realidad".
LUIS CERNUDA - Poesía - Te quiero - Un poema de amor de Luis Cernuda. 21/9/20
Pero además de poeta, Cernuda fue también un excelente prosista. Toda su obra, recopilada tras su muerte por los estudiosos Derek Harris y Luis Maristany, se puede encontrar en el volumen Prosa completa (1975), en el que, entre otros títulos, aparecen Variaciones sobre tema mexicano (1952), Ocnos (1942) y Estudios sobre poesía española contemporánea (1953).

Luis Cernuda fallecio en Ciudad de México, el 5 de noviembre de 1963

lunes, 16 de septiembre de 2019

Tomás de Torquemada

    

Inquisidor General, Nacido en Valladolid o en Torquemada (Palencia) el 14 de octubre de 1420,  fue hijo de Pedro Fernández y de Mencía Ortega, descendientes de conversos. Su padre fue regidor de la villa de Torquemada y tuvo panteón familiar en la capilla del Crucifijo de la iglesia del convento de San Pablo de Valladolid.
El hermano de su padre, Juan Torquemada, cardenal y prior del convento dominico de San Pablo de Valladolid, influyó en la vida de Tomás. Siguiendo los pasos de su tío, Tomás toma el hábito dominico en el convento de San Pablo de Valladolid. Más tarde será elegido prior del convento de Santa Cruz de Segovia. No hay datos fidedignos sobre su juventud.

Inquisición Española Documental 16/9/19

A través de Hernán Núñez Arnalte, tesorero de los Reyes Católicos, pudo relacionarse con la princesa Isabel. Formó parte del bando de Isabel antes de la muerte de Enrique IV. En 1478 Isabel y Fernando suplican al papa Sixto IV que conceda a fray Tomás ser confesor real y entra así en la corte. En 1479, cuando ya gozaba del favor de los monarcas, se ocupa de la fundación del monasterio de Santo Tomás de Ávila.

Se convierte en consejero del gobierno por su capacidad organizativa y su forma rigurosa de trabajo en los asuntos del Estado. Su Memorial de 1479, que entregó a la reina, hace hincapié en tres aspectos importantes:
  1. 1) La vigilancia y control de los regidores de las ciudades y villas.
  2. 2) La cura de la epidemia o peste de blasfemos, hechiceros y adivinos.
  3. 3)  Encerramiento de los judíos en aljamas para evitar enfrentamientos con los cristianos.
Tomás de Torquemada, en cuanto consejero del gobierno de los Reyes Católicos, jugó un papel importante en la creación del nuevo Estado, en el que la monarquía pretendía controlar a los funcionarios públicos para el mejor funcionamiento del reino. Algo inexistente en la Edad Media hasta la llegada de Isabel y Fernando  El consejero Torquemada crea un estado moderno sobre la sólida base de la unidad política, la unidad geográfica y la unidad religiosa. Es decir, una corona, un reino y una religión. En 1480, en las Cortes de Toledo, se acuerda aislar a los judíos en barrios habilitados para ellos.

La medida no surtió el efecto deseado, ya que más adelante se expulsará a los judíos por decreto del 31 de marzo de 1492. En 1480 Sixto IV nombra a Miguel de Murillo y a Juan de San Martín inquisidores y abre el primer tribunal del Santo Oficio en Sevilla. En 1482, por bula del 11 de febrero de 1482, Tomás de Torquemada fue nombrado uno de los siete inquisidores para hacerse cargo del Santo Oficio, que no estaba funcionando adecuadamente desde su implantación en 1478. La Inquisición como tal fue fundada por el papa en el siglo xiii, pero no se implantó oficialmente en Castilla hasta 1478.

En 1483 fue investido como inquisidor general de Castilla y a continuación, por mediación del cardenal Mendoza, fue nombrado para ejercer el mismo cargo en Aragón, Valencia y Cataluña. Isabel y Fernando piden a Sixto IV que el control de la Inquisición en España sea mixto, que se reparta entre el papa y la corona: esta se encarga de eligir a los candidatos para inquisidores y el pontífice los nombra. Los judíos, para poder ejercer sus actividades y prosperar, tenían que convertirse en católicos, razón por la que empieza a crecer la población conversa. Los conversos se consideraban cristianos nuevos, aunque muchos de ellos seguían practicando el judaísmo en la clandestinidad.

Tomás de Torquemada, siendo él mismo converso, sabía muy bien distinguir quiénes eran falsos conversos y los detectaba con facilidad. Equiparaba a los falsos conversos con los falsificadores de moneda, que desestabilizan y hunden a su país. Informaba a los Reyes de la situación crítica que se estaba gestando, sobre todo en la zona sur de la Península. Para que la Inquisición funcionara bien y fuera eficaz creó un procedimiento inquisitorial que usaba, entre otras herramientas, el método de acusaciones anónimas, el interrogatorio bajo tormento y la pena de muerte en la hoguera. También ordenó quemar los libros de literatura no católica.

Al terminar la guerra de Granada, el inquisidor general Tomás de Torquemada aconseja a los Reyes la expulsión de los judíos. Su recomendación, después de ejercer durante diez años como inquisidor general, tuvo mucho peso. La mayoría de los historiadores europeos y americanos tienen una mala opinión sobre la persona de Tomás de Torquemada y le relacionan con la leyenda negra de la España del siglo xvi. Según ellos, fue un intolerante y un fanático que rayaba en la locura. Sin embargo, olvidan la Inquisición existente en otros países del entorno, donde la crueldad para perseguir y castigar a los herejes fue peor que la de España en muchos casos. Todos los países soberanos tienen el derecho a decidir su política religiosa para mantener el orden y la paz de su pueblo. En la Edad Media, en la Moderna y hasta hace bien poco no existía el concepto de libertad y de democracia que hay ahora, y tampoco se hablaba de derechos humanos. Hoy aún existen países que no respetan estos derechos.

En la Europa de entonces la Inquisición fue algo normal y, por tanto, criticar a la de España no tiene sentido. En cualquier reino el gobernante tiene que defenderse de sus enemigos y castigar a la población que no cumple con las normas de convivencia. En la época feudal los reyes y la nobleza tenían poderes para ejercer sobre la población y eso no era ningún crimen. Si un reino decidía imponer una religión para todo el pueblo, podía hacerlo y de hecho la historia demuestra esa práctica sin excepción. Toda civilización estaba basada en sus respectivas religiones.

No existió la libertad religiosa en el pasado. Sin ir más lejos, en el Japón del siglo xvii, el gobierno del shogun aniquilaba a los japoneses que practicaban el catolicismo introducido por los españoles y no dejaba entrar a ningún extranjero en territorio japonés. Se prohibió cualquier religión que no fuera el budismo o el sintoísmo. Nadie criticó la actuación del gobierno del shogun, porque lo era de un país soberano. La España de los Reyes Católicos era asimismo un país soberano, resultado de la unificación de los distintos reinos peninsulares y, como es lógico, tenía que unir no solamente los territorios, sino también la religión y la lengua. Con todo esto no se quiere decir que Tomás de Torquemada fuera un héroe, pero sí que fue un muy buen servidor de los Reyes para el bien de España.
La Inquisición fue necesaria en aquella época porque sin ella la sociedad española habría sufrido continuas guerras entre judíos y cristianos, ya que la situación era caótica y no habría sido posible llevar adelante el proyecto de gobierno de los Reyes Católicos. A pesar de la situación crítica sobrevenida por la expulsión de los judíos, España se recupera de la pérdida de población judía, que controlaba numerosos negocios, y consigue levantarse como la nación más poderosa de la tierra en el siglo xvi.
La decisión tomada por los Reyes, recomendada por Tomás de Torquemada, no fue errónea, sino acertada. Esto quedó demostrado de sobra durante el reinado de los Austrias. Tomás de Torquemada fue un hombre de sólida virtud, defensor implacable de la religión, serio, muy austero y poco accesible a cierta clase de blanduras. Una vez retirado en Ávila, los Reyes ofrecieron a Tomás el arzobispado de Sevilla, pero declinó dicha invitación y continuó su retiro en el convento de Santo Tomás de Ávila, aunque siguió ejerciendo como inquisidor general.
El 16 de septiembre de 1498 fallece en Ávila a los 78 años de edad. No se conoce la causa de la muerte, pero parece ser que padecía alguna enfermedad que él mismo intentaba curar tomando medicamentos que compraba desde hacía tiempo. Fue enterrado en el convento de Santo Tomás de Ávila.