Hugo Capeto fue coronado rey de Francia el 3 de julio de 987. Descendiente de la casa robertina fundada por el conde Roberto el Fuerte, él a su vez fundaría una dinastía eterna: los Capeto. Gobernaron francia directamente hasta 1328 e indirectamente a través de ramas menores (Valois, Borbón y Orleans) hasta 1848.
Fijó la capital en París, y contraviniendo la costumbre electiva de la monarquía franca asoció al trono a su hijo Roberto, el futuro Roberto II el Piadoso, en 988, con lo que convirtió a la monarquía en hereditaria. Esto provocó el descontento y el escándalo de muchos nobles, lo que fue aprovechado por el pretendiente Carlos de Lorena para hacerse proclamar rey en Laon. Estalló entonces la guerra entre ambos contendientes, y se produjeron algunas hostilidades de poca importancia.
Hugo Capeto fallecio en el lugar llamado «Les Juifs» (Los Judíos), cerca de Prasville (Eure-et-Loir) el 24 de octubre de 996
Las posesiones del rey
Los historiadores se han preguntado durante mucho tiempo por qué Hugo sólo había recuperado, tras su coronación, un minúsculo territorio que iba a constituir el dominio real. Parece que su elección había sido más un reconocimiento afectivo que un reconocimiento de su poder frente a los grandes señores. En efecto, sus vecinos más cercanos (el duque de Normandía o el conde de Anjou) eran más ricos que él en tierras y en hombres. Las posesiones del nuevo rey se reducían a trozos del antiguo ducado robertiniano, antaño consolidado por su padre. Estas amputaciones no se debían en absoluto a pérdidas territoriales ligadas a la reclamación de un hermano menor del reyGénesis de una renovación económica
En el año 1000 hubo una crisis económica que tuvo su apogeo en los siglos XII y XIII. Desde mediados del siglo X, se dio una primera fase de crecimiento agrario. Parece como si «la angustia del hambre» hubiese impulsado a los campesinos a producir más y mejor. Así, los campesinos se adaptaron: mejor conocimiento del suelo, adaptación de los trabajos según el medio, evolución del método de tiro (collera y herradura) y desarrollo de la micro-hidráulica (foso de drenaje e irrigación.Los rendimientos de las tierras cultivadas pudieron llegar hasta a cinco o seis por uno. Este progreso liberó mano de obra para otras actividades. Pierre Bonnassie ha demostrado que, después de las hambrunas de 1005–1006 y de 1032–1033, la población cada vez estuvo menos expuesta a los desarreglos alimentarios y, en consecuencia, a las epidemias, disminuyendo la tasa de mortalidad. No deberíamos sobrestimar esta época de renovación económica y social, ya que el cambio está en sus comienzos y el campesinado es aún víctima de las malas cosechas, como, bajo el reinado de Roberto el Piadoso, donde asistimos, según Rodolfus Glaber, a hambrunas terribles donde el canibalismo fue común en determinadas regiones (1005–1006 y 1032–1033). El crecimiento demográfico y el aumento de la producción agrícola se entretejieron en un círculo virtuoso: Fueron la llave de la renovación medieval.
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