martes, 2 de octubre de 2018

La matanza de Tlatelolco

el Tiananmen mexicano que transformó el país. Era el verano de 1968 y México se encontraba ante la oportunidad demostrarle al mundo por qué estaban llamados a liderar América Latina. En lo económico, crecía a un ritmo anual del 8% del PIB, gracias a las reformas del presidente Gustavo Díaz Ordaz y también a los acontecimientos deportivos de los que sería sede: Juegos Olímpicos del 68 y Mundial de fútbol de 1970. No obstante, en un país calificado entonces como 'la dictadura perfecta', donde sólo había gobernado un único partido, el PRI, las injusticias y desigualdades no tardaron en traducirse en un palpable descontento social.
Los jóvenes mexicanos fueron los encargados de expresar ese sentir. Su conciencia era cada vez más política y social, gracias a la inspiración del movimiento hippie y de la revolución cubana. La universidad se convirtió en un caldo de cultivo de lo que posteriormente sería conocido como el 'movimiento estudiantil del 68'; intelectuales, revolucionarios y jóvenes críticos con un sistema desigual y un Estado, por momentos, autoritario.

Masacre en Tlatelolco, 2 De octubre 1968 2/10/19

En los meses previos a los Juegos, los estudiantes celebraron cientos de mítines por todo el país, conscientes de que el evento deportivo multiplicaría la repercusión de sus palabras. El Gobierno de Díaz Ordaz también era consciente de ello, así que no dudó en atajar el problema de raíz utilizando todas las técnicas a su alcance. En los medios de comunicación se acusó al movimiento estudiantil de tratar de derrocar al Gobierno para instaurar un régimen comunista, mientras que en las calles empezó a patrullar el 'Batallón Olimpia': una fuerza especial cuyo objetivo era que todo fuera bien durante los Juegos, aunque, extraoficialmente también espiaban, perseguían, se infiltraban y detenían a miembros del movimiento.

En septiembre, a falta de un mes para los Juegos, el campus de la UNAM, principal universidad pública del país, era un hervidero. Tanto es así que el día 18, el Ejército mexicano invade su Ciudad Universitaria y provoca unos disturbios que dejan un muerto, 30 heridos y 350 detenidos. 

Semanas después, el día 2 de octubre, el movimiento realiza un mitin en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Un espacio abierto, rodeado por una iglesia de la época colonial, por unas ruinas mayas y por un gran edificio de viviendas, desde cuyo balcón saludan los principales líderes estudiantiles. Los presentes desconocen que, poco a poco, cientos de soldados se acercan por tres de las entradas a la plaza, con la orden de disolver el evento y detener a sus líderes. Aunque hay algo que desconocen tanto los presentes como los militares, y es que en varias ventanas hay francotiradores y ametralladoras.

Un helicóptero sobrevuela el lugar y lanza una bengala de color verde, es la señal. Los soldados entran a la plaza, dejando libre una única vía de escape y generando el pánico entre la multitud. A los pocos segundos, los francotiradores empiezan a disparar de manera indiscriminada a civiles y soldados, provocando múltiples bajas en ambos lados. Una de esas balas acaba con la vida del oficial a cargo de la ofensiva, lo que crea más confusión entre unos soldados que, a su vez, lo pagan con los manifestantes. El caos dura apenas unos minutos, aunque los enfrentamientos con los estudiantes se extienden durante buena parte de la madrugada por todo Tlatelolco.

Antes de que pudieran darse cuenta, todos los líderes del movimiento habían sido ya detenidos en el mismo balcón desde donde daban su discurso. Varios agentes vestidos de civiles y con un guante blanco en su mano derecha, se encargaron de ello. El plan del Gobierno de descabezar el movimiento, a falta de 10 días para la inauguración de los Juegos, había sido un éxito. Y su defensa para justificar semejante acto represivo se la dio el hecho de que los primeros disparos procedían de un edificio que, en principio, sólo estaba ocupado por miembros del movimiento estudiantil.

El saldo final de la matanza, según reconoció el presidente Díaz Ordaz, fue de 20 muertos, 1.043 detenidos y 100 heridos, aunque pocos creyeron esta versión. Algunos testigos reconocieron haber visto grúas y camiones llenos de cadáveres que fueron posteriormente incinerados en basureros de la ciudad. Se han realizado muchas investigaciones sobre lo ocurrido, con estimaciones de víctimas que van desde las 200 a las 1.500. No hay acuerdo al respecto, aunque sí la certeza de que lo que ocurrió en México hace medio siglo, cambió el país para siempre

http://www.elmundo.es/internacional/2018/10/02/5bb1d5a1ca4741fb638b4645.html 

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