Para la toma de Granada, rendida el día 2 de enero de 1492, se elaboró una capitulación otorgada por los Reyes Católicos con el fin de que los vencidos granadinos tuviesen una libertad religiosa y ordenación jurídica que en otras conquistas no existía, lo que suponía la cautividad y la pérdida de vidas y haciendas por los derrotados.
Las capitulaciones para la entrega de Granada o Tratado de Granada se elaboraron por ambas partes, el visir Abul Casim el muleh y el cadí de la ciudad por parte de los musulmanes, y por el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y Hernando de Zafra por la de los cristianos. El 28 de Noviembre de 1491 es firmada este documento por los Reyes Católicos en el sitio de Santa Fe aunque tres días antes el 25 de noviembre de 1491, se firmó otra secreta que se mantuvo con el rey granadino Boabdil que contaba con 16 artículos y en el que los monarcas cristianos aceptaban con enorme generosidad las propuestas del sultán nazarita. Entre sus condiciones destaca la de entregar la ciudad de una manera pacífica, la liberación del hijo de Boabdil, se le concede en herencia diversas poblaciones del reino así como poder moverse con toda libertad por los territorios.
Capitulaciones de Granada: rendición del último reino musulmán peninsular 25/11/19
Las capitulaciones generales constan de 77 artículos en el que se renuncia a la soberanía musulmana pero a su vez se garantiza unos derechos y la tolerancia religiosa en compensa por la rendición. En sus apartados habla que serán entregadas todas las fortalezas, puertas y torres de la ciudad; que se permite el libre comercio de los árabes sin ningún impuesto añadido, se compromete a respetar todos los ritos de la religión islámica sin destruir mezquitas, la justicia seguiría siendo impartida por jueces musulmanes bajo sus leyes y demás mandatos que avalan una convivencia pacífica entre las culturas cristiana, musulmana y judía.
La caída de Granada 1492. . 2/1/20
Aún así, el mismo día que las tropas cristianas entraron en la ciudad, el rey granadino Boabdil entregó las llaves de la ciudad en lo que hoy es la explanada del Palacio de Congresos y marchó para no volver jamás. Lástima que este tratado no se respetara y pronto la tolerancia hacia la religión islámica disminuiría hasta que un siglo después los moriscos se rebelaran y fueran expulsados de manera definitiva. En definitiva nos encontramos con un documento que bien podría ser predecesor de los derechos humanos que si se hubiera cumplido lo que en ella se mandaba, el esplendor que tuvo esa ciudad en la edad media se hubiese engrandecido por esa miscelánea de culturas.
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