Rey de España, llamado «el Deseado» o «el Rey Felón» nacio en San Lorenzo de El Escorial el 14 de octubre de 1784. Era hijo de Carlos IV, con quien mantuvo muy malas relaciones: ya
como príncipe de Asturias conspiró contra su padre, agrupando a su
alrededor a los descontentos con la política del valido Manuel Godoy en
un partido fernandista con cierto apoyo cortesano y popular.
Descubierta la conspiración, el príncipe fue condenado por el proceso de
El Escorial (1807), aunque enseguida pidió y obtuvo el perdón de su
padre.
Ello no le impidió encabezar el motín de Aranjuez, por el que arrebató el trono a Carlos IV y derribó a Godoy del poder (1808). Fernando, que había mantenido contactos con Napoleón
a lo largo de sus conspiraciones, se encontró en aquel mismo año con
que el emperador invadía España y le hacía apresar y conducir a Bayona
(Francia); allí le obligó a devolver la Corona a Carlos IV, sólo para
forzar que éste abdicara el trono español en el propio hermano del
emperador, José I Bonaparte.
Mientras Fernando permanecía recluido en Valençay
(Francia), fue el pueblo español el que asumió por su cuenta la
resistencia contra la ocupación francesa y el proceso revolucionario que
había de conducir a las Cortes de Cádiz a elaborar la primera
Constitución española en 1812; durante la consiguiente Guerra de la
Independencia (1808-14), el rey cautivo se convirtió en un símbolo de
las aspiraciones nacionales españolas, motivo al que se debe que
recibiera el sobrenombre de el Deseado.
Derrotados militarmente los franceses, Fernando VII
recuperó el trono por el Tratado de Valençay (1813); tan pronto como
llegó a España se apresuró a seguir la invitación de un grupo de
reaccionarios (Manifiesto de los Persas) y restablecer la
monarquía absoluta del siglo anterior, terminó por decidirse y el 4 de
mayo de 1814 emite en Valencia un decreto por el que disolvía las Cortes,
abolía la Constitución de 1812 y toda la labor legislativa de las Cortes de
Cádiz y restablecía el absolutismo..
REYES DE ESPAÑA (Serie- Episodio 13)- FERNANDO VII . 14/10/19
El resto del reinado de Fernando VII estuvo marcado
por su resistencia a reformar las caducas estructuras del Antiguo
Régimen, acompañada de una represión sangrienta contra los movimientos
de inspiración liberal. Durante los «seis mal llamados años» (1814-20)
se limitó a restaurar la monarquía absoluta como si nada hubiera
ocurrido desde 1808, agravando los problemas financieros derivados de la
pervivencia de los privilegios fiscales y la insuficiencia del sistema
tributario tradicional; un endeudamiento creciente ahogaba a la Hacienda
Real, al tiempo que España perdía todo protagonismo internacional (la
participación en el Congreso de Viena de 1815 se saldó sin beneficio
alguno para el país).
Fernando VII |
Incapaz de reaccionar ante el proceso de emancipación
de las colonias americanas, Fernando VII permitió prácticamente que
consolidaran su independencia de España; cuando, en 1820, reunió en
Andalucía un ejército expedicionario destinado a recuperar el control
sobre América, éste se pronunció bajo el mando del general Rafael del Riego y puso en marcha un proceso revolucionario que obligó al rey a aceptar la restauración de la Constitución de 1812.
Durante el siguiente Trienio Liberal (1820-23),
Fernando intentó salvar el trono fingiendo admitir su nuevo papel de
monarca constitucional, pero utilizó todos los recursos que pudo para
hacer fracasar el régimen y obstaculizar las reformas de las Cortes y
los gobiernos liberales: conspiró para organizar un golpe de Estado de
la Guardia Real en Madrid, que fracasó en 1822; posteriormente llamó en
su ayuda a las potencias absolutistas de la Santa Alianza, hasta
propiciar una nueva invasión francesa de la Península, la campaña de los
«Cien mil hijos de San Luis» que, bajo el mando del duque de Angulema, derribó el régimen constitucional y repuso a Fernando VII como rey absoluto (1823).
Se inició entonces la «Ominosa Década» (1823-33), durante la cual Fernando VII exacerbó su odio vengativo contra todo atisbo de liberalismo, mientras dejaba que se consumara la pérdida del imperio español en América: anuló una vez más toda la obra legislativa de las Cortes constitucionales, abocó a la Hacienda a la quiebra y ahogó en sangre nuevos pronunciamientos liberales.
En los últimos años de su reinado, sin embargo, las
preocupaciones políticas del monarca vinieron de otro lado: en 1830
Fernando VII promulgó por fin la Pragmática Sanción aprobada por las
Cortes de 1789, en la que se abolía la Ley Sálica, volviendo al derecho
sucesorio tradicional castellano que permitía que heredaran el trono las
mujeres; decisión oportuna, ya que en aquel mismo año nació por fin un
heredero de su cuarto matrimonio con su sobrina María Cristina de Borbón, pero resultó ser hembra (la futura Isabel II de España).
Esta situación desató las iras del príncipe Carlos María Isidro de Borbón,
hermano del rey, que se vio apartado de la sucesión en beneficio de su
sobrina, y pasó a encabezar desde entonces el descontento de los
ultrarrealistas, reacios a cualquier apertura o compromiso con el signo
de los tiempos, que era inequívocamente liberal en toda Europa. Los
realistas puros habían protagonizado ya una sublevación en Cataluña en
1827 (la Rebelión de los Agraviados) y en los últimos años del
reinado se preparaban para afrontar una contienda civil; su
intransigencia hizo mella en el rey, quien en un momento de enfermedad
derogó la Pragmática, para volverla a promulgar una vez sano (1832). Con
todo ello alentó la escisión dinástica que condujo al país a la Primera
Guerra Carlista (1833-39), una vez muerto Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 en Madrid y gobernando
María Cristina de Borbón como regente en nombre de su hija, Isabel II.
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