Novelista ruso.considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mundial. Sus dos obras más famosas, Guerra y Paz y Ana Karénina, están consideradas como la cúspide del realismo ruso. Nacio en Yásnaia Poliana, 9 de septiembre de 1828. Hijo del noble propietario y de
la acaudalada princesa María Volkonski, Tolstói viviría siempre
escindido entre esos dos espacios simbólicos que son la gran urbe y el
campo, pues si el primero representaba para él el deleite, el derroche y
el lujo de quienes ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el
que sintió devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus
preclaros sueños literarios.
El muchacho quedó precozmente huérfano, porque
su madre falleció a los dos años de haberlo concebido y su padre murió
en 1837. Pero el hecho de que después pasara a vivir con dos tías suyas
no influyó en su educación, que estuvo durante todo este tiempo al
cuidado de varios preceptores masculinos no demasiado exigentes con el
joven aristócrata.
León Tolstói - Dos cuentos 9/9/21
En 1843 pasó a la Universidad de Kazán, donde se
matriculó en la Facultad de Letras, carrera que abandonó para cursar
derecho. Estos cambios, no obstante, hicieron que mejorasen muy poco sus
pésimos rendimientos académicos, y probablemente no hubiera coronado
nunca con éxito su instrucción de no haber atendido sus examinadores al
alto rango de su familia.
León Tolstói |
Además, según cuenta el propio Tolstoi en Adolescencia,
a los dieciséis años carecía de toda convicción moral y religiosa, se
entregaba sin remordimiento a la ociosidad, era disoluto, resistía
asombrosamente las bebidas alcohólicas, jugaba a las cartas sin descanso
y obtenía con envidiable facilidad los favores de las mujeres. Regalado
por esa existencia de estudiante rico y con completa despreocupación de
sus obligaciones, vivió algún tiempo tanto en la bulliciosa Kazán como
en la corrompida y deslumbrante ciudad de San Petersburgo.
Biografía de León Tolstoi 9/9/20
Al salir de la universidad, en 1847, escapó de las
populosas urbes y se refugió entre los campesinos de su Yasnaia Poliana
natal, sufriendo su conciencia una profunda sacudida ante el espectáculo
del dolor y la miseria de sus siervos. A raíz de esta descorazonadora
experiencia, concibió la noble idea de consagrarse al mejoramiento y
enmienda de las opresivas condiciones de los pobres, pero aún no sabía
por dónde empezar. De momento, para dar rienda suelta al vigor
desbordante de su espíritu joven, decidió abrazar la carrera militar e
ingresó en el ejército a instancias de su amado hermano Nicolás. Pasó el
examen reglamentario en Tiflis y fue nombrado oficial de artillería.
Guerra Y Paz Minisreie Part 2DVDRIPSpanishnewpct com 3/9/19
El enfrentamiento contra las guerrillas tártaras en
las fronteras del Cáucaso tuvo para él la doble consecuencia de
descubrirle la propia temeridad y desprecio de la muerte y de darle a
conocer un paisaje impresionante que guardará para siempre en su
memoria. Enamorado desde niño de la naturaleza, aquellos monumentales
lugares grabaron en su ánimo una nueva fe panteísta y un indeleble y
singular misticismo.
León Tolstói - Dos cuentos 20/11/20
Al estallar la guerra de Crimea
en 1853, pidió ser destinado al frente, donde dio muestras de gran
arrojo y ganó cierta reputación por su intrepidez, pero su sensibilidad
exacerbada toleró con impaciencia la ineptitud de los generales y el a
menudo baldío heroísmo de los soldados, de modo que pidió su retiro y,
tras descansar una breve temporada en el campo, decidió consagrarse por
entero a la tarea de escribir.
LAS MEJORES FRASES DE LEON TOSLTÓI- EL MEJOR RUSO DE LA LITERATURA MUNDIAL 29/8/21
Lampiño en su época
de estudiante, mostachudo en el ejército y barbado en la década de los
sesenta, la estampa que se hizo más célebre de Tolstoi es la que lo
retrata ya anciano, con las luengas y pobladas barbas blancas reposando
en el pecho, el enérgico rostro hendido por una miríada de arrugas y los
ojos alucinados. Pero esta emblemática imagen de patriarca terminó por
adoptarla en su excéntrica vejez tras arduas batallas para reformar la
vida social de su patria, empresa ésta jalonada en demasiadas ocasiones
por inapelables derrotas.
Durante algún tiempo viajó
por Francia, Alemania, Suiza..., y de allí se trajo las revolucionarias
ideas pedagógicas que le moverían a abrir una escuela para pobres y
fundar un periódico sobre temas didácticos al que puso por nombre
Yasnaia Poliana. La enseñanza en su institución era completamente
gratuita, los alumnos podían entrar y salir de clase a su antojo y
jamás, por ningún motivo, se procedía al más mínimo castigo. La escuela
estaba ubicada en una casa próxima a la que habitaba Tolstoi y la base
de la enseñanza era el Antiguo Testamento.
Pronto fue imitada por otras, pero su peligrosa
novedad, junto a los ataques del escritor contra la censura y a su
reivindicación de la libertad de palabra para todos, incluso para los
disidentes políticos, despertó las iras del gobierno, que a los pocos
años mandó cerrarla. Era uno de los primeros reveses de su proyecto
reformador y uno de los primeros encontronazos con las fuerzas vivas de
Rusia, aunque no sería el único. Sus discrepancias con la Iglesia
Ortodoxa también se hicieron notorias al negar abiertamente su
parafernalia litúrgica, denunciar la inútil profusión de iconos, los
enrarecidos ambientes con olor a incienso y la hipocresía y
superficialidad de los popes.
Además, cargó contra el ejército basándose en el
Sermón de la Montaña y recordando que toda forma de violencia era
contraria a las enseñanzas de Jesucristo,
con lo que se ganó la enemistad juramentada no sólo de los militares
sino del propio zar. Incluso sus propios siervos, a los que concedió la
emancipación tras el decreto de febrero de 1861, miraron siempre a
Tostoi, hombre tan bondadoso como de temperamento tornadizo, con
insuperable suspicacia.
A pesar de ser persona acostumbrada a meditar sobre la
muerte, el trágico fallecimiento de su hermano Nicolás, acaecido el 20
de septiembre de 1860, le produjo una extraordinaria conmoción y, al año
siguiente, se estableció definitivamente en Yasnaia Poliana. Allá
trasladará en 1862 a su flamante esposa Sofía Behrs, hija de un médico
de Moscú con quien compartió toda su vida y cuya abnegación y sentido
práctico fue el complemento ideal para un hombre abismado en sus propias
fantasías.
Sofía era entonces una inocente muchacha de dieciocho
años, deslumbrada por aquel experimentado joven de treinta y cuatro que
tenía a sus espaldas un pasado aventurero y que además, con imprudente
sinceridad, quiso que conociese al detalle sus anteriores locuras y le
entregó el diario de su juventud donde daba cuenta de sus escandalosos
desafueros y flirteos. Con todo, aquella doncella (que le daría trece
hijos) no titubeó ni un momento y aceptó enamorada la proposición de
unir sus vidas, contrato que, salvando períodos tormentosos, habría de
durar casi medio siglo.
Merced a los cuidados que le prodigaba Sofía en los primeros y felices años de matrimonio, Tolstoi gozó de condiciones óptimas para escribir su asombroso fresco histórico titulado Guerra y paz, la epopeya de la invasión de Rusia por Napoleón en 1812, en la que se recrean nada menos que las vidas de quinientos personajes. El abultado manuscrito fue pacientemente copiado siete veces por la esposa a medida que el escritor corregía; también era ella quien se ocupaba de la educación de los hijos, de presentar a las niñas en sociedad y de cuidar del patrimonio familiar.
La construcción de este monumento literario le reportó
inmediatamente fama en Rusia y en Europa, porque fue traducido enseguida
a todas las lenguas cultas e influyó notablemente en la narrativa
posterior, pero el místico patriarca juzgó siempre que gozar
halagadamente de esta celebridad era una nueva forma de pecado, una
manera indigna de complacerse en la vanidad y en la soberbia.
Si Guerra y paz había comenzado a publicarse por
entregas en la revista El Mensajero Ruso en 1864 y se concluyó en 1869,
muchas fueron después las novelas notables que salieron de su prolífica
pluma; sus obras completas pueden llenar casi un centenar de volúmenes.
La principal de ellas es Ana Karenina (1875-1876), donde se relata una febril pasión adúltera, pero también son impresionantes La sonata a Kreutzer (1890), curiosa condenación del matrimonio, y la que es acaso más patética de todas: La muerte de Iván Ilich (1885).
Al igual que algunos de sus personajes, el final de
Tolstoi tampoco estuvo exento de dramatismo y el escritor expiró en
condiciones bastante extrañas. Había vivido los últimos años
compartiendo casi todo su tiempo con depauperados campesinos, predicando
con el ejemplo su doctrina de la pobreza, trabajando como zapatero
durante varias horas al día y repartiendo limosna. Muy distanciado de su
familia, que no podía comprender estas extravagancias, se abstenía de
fumar y de beber alcohol, se alimentaba de vegetales y dormía en un duro
catre.
Por último, concibió la idea de terminar sus
días en un retiro humilde y el octogenario abandonó su hogar
subrepticiamente en la sola compañía de su acólito el doctor Marivetski,
que había dejado su rica clientela de la ciudad para seguir los pasos
del íntegro novelista. Tras explicar sus razones en una carta a su
esposa, partió en la madrugada del 10 de noviembre de 1910 con un
pequeño baúl en el que metió su ropa blanca y unos pocos libros.
Durante algunos días nada se supo de los fugitivos, pero
el 14 de noviembre Tolstoi fue víctima de un grave ataque pulmonar que
lo obligó a detenerse y a buscar refugio en la casa del jefe de estación
de Astapovo, en la actualidad Lev Tolstói, provincia de Lípetsk, donde recibió los cuidados solícitos de la familia de
éste. Sofía llegó antes de que falleciera el 20 de noviembre de 1910, pero no quiso turbar la paz
del moribundo y no entró en la alcoba hasta después del final. Le
dijeron, aunque no sabemos si la anciana pudo encontrar consuelo en esa
filantropía tan injusta para con ella, que su últimas palabras habían
sido: "Amo a muchos."
En cierto modo, la biografía de León Tolstoi constituye
una infatigable exploración de las claves de esa sociedad plural y a
menudo cruel que lo rodeaba, por lo que consagró toda su vida a la
búsqueda dramática del compromiso más sincero y honesto que podía
establecer con ella. Aristócrata refinado y opulento, acabó por
definirse paradójicamante como anarquista cristiano, provocando el
desconcierto entre los de su clase; creyente convencido de la verdad de los evangelios,
mantuvo abiertos enfrentamientos con la Iglesia Ortodoxa y fue
excomulgado; promotor de bienintencionadas reformas sociales, no obtuvo
el reconocimiento ni la admiración de los radicales ni de los
revolucionarios; héroe en la guerra de Crimea, enarboló después la
bandera de la mansedumbre y la piedad como las más altas virtudes; y, en
fin, discutible y discutido pensador social, nadie le niega hoy haber
dado a la imprenta una obra literaria inmensa, una de las mayores de
todos los tiempos, donde la epopeya y el lirismo se entreveran y donde
la guerra y la paz de los pueblos cobran realidad plásticamente en los
lujosos salones y en los campos de batalla, en las ilusiones
irreductibles y en los furiosos tormentos del asendereado corazón
humano.
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