Compositor francés.
Iniciador y máximo representante del llamado impresionismo musical, sus
innovaciones armónicas abrieron el camino a las nuevas tendencias
musicales del siglo XX.
Nacio en Saint-Germain-en-Laye, Francia el 22 de agosto de 1862. Ya en su niñez había iniciado el estudio del
plano en su hogar; sin embargo, no pensaba entonces en la carrera
musical. Fue una antigua discípula de Chopin,
la señora Manté de Fleurville, quien intuyó la vocación del muchacho e
indujo a sus familiares a cultivarla. De esta forma, Debussy ingresó en
1873 en el Conservatorio de París; allí tuvo por maestros, entre otros, a
Lavignac, a Marmontel y, en composición, a Ernest Guiraud.
Grato paréntesis en sus estudios fue, en el
verano de 1880, su empleo de acompañante como pianista de cámara y
profesor de piano de los hijos de una rica dama rusa, Nadesda von Meck,
protectora de Chaikovski y fanática de su música, en sus viajes a través
de la Francia meridional, Suiza e Italia. Esto le permitió conocer a Wagner.
Debussy vio renovado el empleo en los veranos siguientes, posiblemente
hasta 1884, y entonces visitó Moscú, donde pudo establecer cierto
contacto con la música del "grupo de los Cinco".
" LO MEJOR DE DEBUSSY " 22/8/20
De Roma se trajo la cantata La Demoiselle élue (1887-88, La damisela bienaventurada), sobre un texto de Dante Gabriel Rossetti
y de un gusto prerafaelista muy propio de la época; todavía arrastrado
por un sentimentalismo hijo del siglo XIX, y musicalmente situado entre Massenet y Chaikovski,
Debussy buscaba a tientas la salida hacia una nueva concepción
artística y cayó, como era natural, en el wagnerismo. Más bien que de
experiencias musicales (entre ellas contaron singularmente las llevadas a
cabo en Rusia y el descubrimiento del canto gregoriano y de melodías
exóticas africanas y javanesas, presentadas en la Exposición Universal
de París), la liberación le vino de literatos y pintores: la amistad de
poetas simbolistas y parnasianos, dominados por la figura de Mallarmé,
y el ejemplo de renovación de la pintura impresionista fueron las
fuerzas determinantes que impulsaron al compositor hacia un camino
artístico original.
Clair De Lune - Claude Debussy 22/8/19
Las obras líricas para canto y piano son las
composiciones que permiten seguir mejor la evolución lógica del artista
desde un formalismo melódico de gusto un tanto aburguesado hasta la
creación de una prosa poética intensamente evocadora; así, Arietas olvidadas (1888), Cinco poemas de Baudelaire (1890), Fêtes galantes (1892 y 1904), Prosas líricas (1893) y Tres canciones de Bilitis
(1898). De tal forma se forjó el nuevo lenguaje musical y dramático que
le permitió aportar una solución personal al problema de la ópera con Pelléas et Mélisande, sobre texto de Maurice Maeterlinck
y representada en la Opéra-Comique el 30 de abril de 1902 (su
composición había durado diez años); el éxito fue muy discutido y sólo
con gran lentitud la ópera llegó a conquistar el puesto que le
correspondía en la historia de la música, como etapa básica en el
desarrollo del teatro musical.
Arabesque nº 1 pinturas Claude Monet 22/8/21
En una segunda etapa, alcanza el primer plano de
la producción de Debussy la música instrumental. De las posiciones de
elegancia un tanto formalista propias de los dos Arabesque (1888) y de la Suite bergamasque (1890), para piano, así como del Cuarteto (1893) y del Preludio a la "Siesta de un fauno",
de 1892, el compositor llegó, sobre todo en el ámbito pianístico, a la
creación de un impresionismo musical que llevó a las últimas
consecuencias la disolución de las formas clásicas realizada por el
romanticismo y, al mismo tiempo, abrió las puertas al futuro. Con ello
se produjo el tránsito del momentáneo clasicismo de Para el piano (1901) a la libertad impresionista de Estampas (1903), de L'isle joyeuse (1904) y de las dos colecciones de Imágenes (1905 y 1907).
Claude Debussy - Prelude to the Afternoon of a Faun 25/3/20
A la engañosa facilidad de El rincón de los niños (1908), obra abierta a sugerencias y temas de la vida actual, a pesar de su tema infantil, siguió, con los dos tomos de los Preludios
(1910 y 1913), el equilibrio definitivo de la composición moderna para
piano. La devolución a la música del sentido de la precisión fónica, o
sea la conversión de la pieza instrumental en un consistente objeto
sonoro donde se cobijan los eventuales valores expresivos sin menoscabo
de su solidez, permite considerar realmente a Debussy como el iniciador
de las tendencias musicales de la actualidad: en la estela de Estampas se desarrolla el florecimiento de las modernas obras de piano, con Ravel, Bartók, Schoenberg y Prokofiev.
En oposición a la perfección alcanzada en el lenguaje pianístico hay que reconocer, posiblemente, una menor seguridad en la evolución comunicada por el compositor al impresionismo orquestal, y ello a pesar del pomposo interés por la fantasía en el timbre y por la sensualidad sonora manifestados en los poemas sinfónicos; en realidad, ni El mar (1905) ni Imágenes (1909), para orquesta, renuevan por completo la equilibrada concisión de los tres Nocturnos (1899).
Hacia 1910 cabe situar la aparición en el arte del
músico de una nueva orientación clasicista y arcaizante que tiende a
reaccionar contra la dispersión impalpable del impresionismo en el
ambiente, manifestada en la restauración de una necesidad de precisión
fónica e incluso formal cada vez más consciente. En un decidido salto
por encima de los últimos siglos, Debussy buscó en el XVI y en el XVII
los orígenes culturales del arte y del gusto franceses; la Primera
Guerra Mundial acabaría de fortalecer en el músico un proceso ya
iniciado de enlace con las tradiciones de la civilización nacional.
En el segundo cuaderno de las Fêtes galantes
habían aparecido ya formas melódicas arcaizantes; asimismo, algunos
textos de antiguos poetas franceses pasan a ocupar el lugar de los
versos de los simbolistas y parnasianos predilectos en Tres canciones de Francia (1904), Tres baladas de François Villon (1910) y Tres canciones de Charles d'Orléans
(1908), para coro polifónico y abiertamente inspiradas en los modos de
la antigua canción típica de Francia. La renacida voluntad de clasicismo
y de reconstitución formal se manifestó claramente en el proyecto de
seis Sonatas para varios instrumentos diversamente agrupados,
idea surgida en el curso de la Guerra Mundial y que el artista sólo pudo
llevar a cabo en su mitad, con la audaz Sonata para violoncelo y piano (1915), la Sonata para flauta, arpa y viola (1915), y la Sonata para violín y piano, que ha alcanzado gran popularidad.
Sin embargo, el principal monumento de esta última fase
del arte de Debussy, tan abierta hacia las perspectivas artísticas del
futuro, sigue siendo una obra maestra todavía mal apreciada, la
partitura de El martirio de San Sebastián (1911), donde la elevación de los valores musicales aparece algo menoscabada por el artificioso rebuscamiento del texto de Gabriele D'Annunzio
y, sobre todo, por el carácter híbrido del espectáculo escénico, ni
ópera ni ballet, sino mescolanza de recitación y canto destinada a la
interpretación de Rubinstein.
Debussy con su primera esposa, Rosalie Texier |
La existencia del compositor se desenvolvió en un plano
retirado y careció de acontecimientos sensacionales externos, salvo la
dolorosa crisis sentimental que indujo al artista a separarse de su
esposa Rosalie Texier, compañera fiel y valerosa de los años difíciles,
para unirse a Emma Bardac Moyse (1905). Raramente y con desgana se
alejaba de París. En 1893 fue a Gante para pedir a Maeterlinck que le
permitiera poner música a su drama; el literato le dio su asentimiento,
si no su comprensión. En 1909 estuvo en Londres con motivo de la
presentación de Pelléas en aquel país.
Luego, la fama creciente le obliga a estancias en Viena y
Budapest (1910), Turín (1911), Rusia (1913-14), Holanda y Roma (1914)
para la dirección de sus propias composiciones. No ocupó cargos ni buscó
jamás puestos estables; careció de discípulos y sí tuvo únicamente
amigos, con quienes gustaba de hacer música, conversar y discutir sobre
arte y poesía. Actuó frecuentemente como colaborador musical en diversas
revistas, generalmente literarias, y reunió los principales frutos de
tal colaboración en el volumen Monsieur Croche, antidilettante
(1917). Operado en 1915 de un cáncer intestinal, no pudo recobrar ya la
plenitud de sus fuerzas físicas, y moría en París el 25 de marzo de 1918, amargado y conmovido
profundamente por los desastres de la Primera Guerra Mundial.
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