martes, 17 de julio de 2018

Adam Smith

 Economista y filósofo escocés, considerado uno de los mayores exponentes de la economía clásica. La afirmación de que la economía incide en nuestras vidas y en la marcha del mundo parece tan obvia en nuestros días que resulta sorprendente, en cambio, constatar la escasa atención teórica que ha recibido a lo largo de la historia: la ausencia de una reflexión rigurosa caracteriza el pensamiento económico hasta prácticamente la segunda mitad del siglo XVIII. Sólo entonces, de la mano de los fisiócratas, se superaron las simplistas ideas del mercantilismo; y también en esa misma época publicó Adam Smith la obra inaugural de la llamada «escuela clásica» del pensamiento económico: el Ensayo sobre la riqueza de las naciones (1776). Con ella adquirió finalmente la economía el rango de ciencia independiente de la filosofía y la política.
Adam Smith vino al mundo en Kirkcaldy, pequeño pueblo escocés de pescadores, cercano a Edimburgo, en un día primaveral de fecha desconocida del año 1723, y fue bautizado el 5 de junio del mismo año. Hijo único del segundo matrimonio de Adam Smith, inspector de aduanas, quedó huérfano de padre a los tres meses. El pequeño Adam creció bajo la tutela de su madre, Margaret Douglas (hija de un rico propietario de la comarca), a quien siempre permaneció muy unido.

A los cuatro años vivió lo que parece haber sido la única aventura de su vida: fue raptado por unos gitanos. Tras una desesperada búsqueda por parte de la familia, el niño fue hallado en un bosque en el que había sido abandonado por sus raptores. Luego, sin trauma alguno, continuó siendo un niño bueno, aunque débil y enfermizo, de carácter dulce, prodigiosa memoria y amor al estudio, excelente alumno de la escuela elemental de Kirkcaldy.
ADAM SMITH El padre de la economia 1 - 17/7/20
A los catorce años abandonó su pueblo natal para ingresar en la Universidad de Glasgow. En este centro se apasionó por las matemáticas y recibió la influencia de Francis Autcheson, afamado profesor de filosofía moral y hombre de fuerte personalidad, cuyas ideas económicas y filosóficas fueron decisivas en la formación de Smith, aunque sólo fuese por su posterior y profunda discrepancia respecto de ellas. Tres años después se graduaba, obteniendo una beca para estudiar en el Balliol College de Oxford. A los veintitrés años de edad concluyó brillantemente los estudios haciendo gala de un profundo dominio de la filosofía clásica y de la de la época. A continuación regresó a Kirkcaldy con su madre para empezar a buscar trabajo.

En 1748, gracias a un amigo de su familia, el filósofo y jurista lord Henry Kames, se le presentó la oportunidad de dar una serie de conferencias en Edimburgo. Lejos de desaprovecharla, durante los dos años siguientes disertó sobre diferentes temas, desde la retórica a la economía y la historia, y se dio a conocer con éxito como escritor con la publicación de algún artículo en la Edimburgh Review. En esta época conoció al filósofo David Hume, quien se convertiría en su amigo más íntimo.
Adam Smith
Con las conferencias cosechó un éxito tal que en 1751 le ofrecieron un puesto de profesor de lógica en la Universidad de Glasgow. Tras un año en este empleo, cambió las clases de lógica por las de filosofía moral, que además de resultarle más interesantes estaban mejor remuneradas. Para Adam Smith fue de una etapa de gran creatividad, que él mismo definiría luego como el período más feliz de su vida. Parecía decidido a seguir la carrera docente (en 1758 fue nombrado decano de la facultad), se reveló como un profesor excelente cuya fama traspasaba las fronteras, y se decía que Voltaire, desde Francia, le enviaba alumnos deseosos de asistir a sus clases y embeberse en su sabiduría.

En Glasgow formaba parte de un selecto grupo integrado por intelectuales, científicos y, sobre todo, por destacados hombres de negocios dedicados al comercio colonial, que desde 1707 había quedado abierto para Escocia a raíz de su unión con Inglaterra. Las ideas y opiniones sobre el comercio y los negocios de este círculo elitista representaron una información de primera mano para Adam Smith, y, en contacto con dicho círculo, el futuro economista conformó las tesis que cristalizarían más adelante en su obra.

La moral y la economía

El primer libro de Adam Smith, The Theory of Moral Sentiment (Teoría de los sentimientos morales), su obra maestra desde el punto de vista filosófico, se publicó en 1759. En ella exponía los principios de la naturaleza humana que guiaban el comportamiento social del hombre, y hablaba por vez primera de «la mano invisible» que sin saberlo y sin proponérselo orientaba el egoísmo humano hacia el bien de la sociedad.

En 1763 recibió una nueva oferta de trabajo que le había de resultar mucho más lucrativa que cualquiera de las tareas que había realizado hasta el momento: ejercer de preceptor del joven duque de Buccleuch. Renunció a la docencia y en 1764 partió hacia Francia en compañía de su pupilo. En Toulouse pasaron dieciocho meses, en cuyo transcurso Smith combatió el aburrimiento provinciano con la redacción de una nueva obra.

Los viajeros se dirigieron después a Ginebra, ciudad en la que pasaron dos meses; Smith aprovechó dicha estancia para conocer personalmente a Voltaire, por quien siempre sintió una gran admiración. Siguió luego una breve pero provechosa estancia en París; su amigo Hume, secretario de la embajada británica, le introdujo en los más selectos salones de la capital; entre otros, conoció a François Quesnay, médico y economista, fundador de la escuela fisiocrática, que fue la primera que atribuyó de forma coherente a la naturaleza el origen de la riqueza.

Los fisiócratas eran acérrimos seguidores de la máxima de Le Mercier de la Rivière, «Laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même», que hicieron suya. Parece que influyeron en Adam Smith lo suficiente como para que pensara dedicar a Quesnay el libro que estaba escribiendo, pero la muerte del francés antes de que fuera publicado le hizo cambiar de idea. En 1767, el repentino fallecimiento del hermano menor del duque de Buccleuch, que se había reunido con ellos en Toulouse, les obligó a un precipitado regreso a Londres.

El Ensayo sobre la riqueza de las naciones

En la primavera de ese mismo año, Smith se instaló en Kirkcaldy, donde, sin perder contacto con sus amigos de Glasgow, se entregó en cuerpo y alma a la redacción de la obra comenzada en Toulouse, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (Ensayo sobre la riqueza de las naciones), que lo ocuparía aún seis años y publicó finalmente en Londres en 1776. 

Adam Smith y La riqueza de las naciones | Liberty Fund 17/7/19

La obra, síntesis original de gran número de elementos preexistentes en el pensamiento económico anterior, fue pionera en muchos campos y pronto se convirtió en su trabajo más difundido. 
Representaba el primer gran trabajo de economía política clásica y liberal. En ella se aplicaban a la economía, por vez primera, los principios de investigación científica, en un intento de construir una ciencia independiente. Continuando el tema iniciado en su obra filosófica y basándose en la misma, Smith mostraba cómo el juego espontáneo del egoísmo humano bastaría para aumentar la riqueza de las naciones, si los gobiernos dejasen hacer y no interviniesen con medidas reflexivas.

Busto de Adam Smith
El libro alcanzó de inmediato un éxito extraordinario, y a partir de entonces, como si hubiera puesto punto final a una obra casi perfecta, en 1778 se retiró a Edimburgo, de donde apenas salía, salvo para algún viaje ocasional a Londres o a Glasgow, sus únicos contactos con el mundo. Llevaba una vida plácida y tranquila mientras revisaba y corregía sus dos obras capitales. 

En 1784 la pérdida de su madre, de noventa años de edad, le resultó un golpe tan duro que su propia salud comenzó a declinar, de tal manera que, cuando en 1787 fue nombrado rector de la Universidad de Glasgow, ni siquiera pudo pronunciar el discurso de apertura. En lo sucesivo su vida transcurrió en una soledad asistida por la enfermedad y, pese a ser objeto de honores y del reconocimiento general, sus últimos años no fueron más que una larga espera del fin inexorable. El 17 de julio de 1790, a los setenta y siete años de edad, fallecía en Edimburgo, en cuyo cementerio de Canongate fue enterrado.


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