Escritora británica se hizo
célebre con Harry
Potter, una serie de novelas dedicadas a las aventuras de Harry
Potter, uno de los mayores fenómenos literarios de la historia. Las
peripecias de un niño huérfano con poderes mágicos capaz de evadirse a
voluntad a un mundo de fantasía consiguieron batir todos los récords de
ventas en la literatura del género, aunque muchos críticos se mostraron
reacios a encasillar los libros de Rowling como cuentos para niños, como
ocurriera con el famoso Tom Sawyer de Mark Twain.
La persona que hizo posible que muchos niños y
adolescentes prefiriesen leer un libro a pasar las horas muertas delante
del televisor es una tímida británica que se propuso escribir siete
entregas de la serie, que equivalen a los cursos que el protagonista
debe superar en la escuela de magia y hechicería a la que asiste cuando
se escapa de la horrible realidad cotidiana en casa de sus mezquinos
tíos.
Magic Beyond Words 31 JULIO 19
Según algunos críticos literarios, la autora logró crear
en sus novelas una inquietante atmósfera atractiva a los ojos de
lectores de muy diversa condición y edad, a partir de influencias
reconocibles en los libros de escritores británicos como Enid Blyton, Richmal Crompton o Roald Dahl.
Pero, paradójicamente, ella misma afirmaba que nunca pretendió escribir
fantasía y que la idea le surgió a partir de sus propios recuerdos de
la infancia. Prácticamente desconocida y con problemas económicos en la
primera mitad de la década de los noventa, cuando vivía de una modesta
pensión como desempleada, J. K. Rowling se convirtió en una mujer rica y
popular en Europa y sobre todo en Estados Unidos, donde multitudes de
niños acompañados por sus padres soportarían largas colas en las
librerías para hacerse con las últimas aventuras del pequeño mago.
La infancia que nutrió a Potter
Joanne
Kathleen Rowling nació el 31 de julio de 1965 en la pequeña localidad
británica de Chipping Sodbury, cerca de Bristol, en el suroeste de la
isla. Debido al trabajo de su padre, Peter, ingeniero de la compañía
Rolls-Royce casado con Anne, una escocesa con raíces francesas, su
familia tuvo que cambiar de residencia en varias ocasiones durante la
infancia de las pequeñas Jo y Di, cariñosos apelativos familiares de la
futura novelista y su hermana menor, Dianne.
J. K. Rowling - Harry Potter and Me (BBC, 2001) 11/1/21
Tras
una breve estancia en Yate, se mudaron a Winterbourne, siempre sin
alejarse de los suburbios de Bristol, entorno en el que se forjaron los
primeros recuerdos de la imaginativa niña, que pasaba horas compartiendo
sueños y fantasías con su hermana. Lectora y escritora precoz,
entusiasta aficionada a devorar novelas para adultos, a los seis años
ideó un conejo que tuvo el honor de ser su primer héroe en un cuento que
tituló Rabbit.
Daniel Radcliffe interpretó el papel de Harry Potter en todas las películas, creciendo con el personaje |
En Winterbourne las niñas hicieron amigos entre el
vecindario; uno de ellos se llamaba Ian Potter. Aficionada a adoptar
nombres extraños para los protagonistas y lugares de sus novelas, muchos
años después Joanne tomó prestado ese apellido para dar vida a su
famoso personaje. Cuando Jo tenía nueve años, los Rowling hicieron
realidad su sueño y se mudaron a un área rural del condado de Gwent
llamada Forest of Dean, núcleo de población cercano a Chepstow, donde
las dos hermanas descubrieron el placer de jugar en los verdes campos
británicos próximos al río Wye.
Pero el feliz cambio tuvo su contrapartida en los
problemas en la nueva escuela a la que asistieron las Rowling y que
acabó por convertirse en un tormento para la mayor de las hermanas,
quien recordaría durante años a su odiada profesora Mrs. Morgan, hasta
el punto de trasladarla a sus novelas y hacer que encarnara a uno de sus
malévolos personajes.
Un año en la vida de J.K.Rowling Subtitulado al castellano 31/7/20
La pecosa, estudiosa y
bastante insegura «gafotas» Joanne, según su propia definición, creció y
dejó la escuela primaria de Tutshill para entrar en la de Wyedean,
donde empezó a interesarse por los idiomas. Alumna aplicada, pronto
destacó también por su afición a contar historias a un reducido círculo
de amigos, quienes escuchaban con atención la narración de largos
relatos en los tiempos del recreo. Durante su adolescencia escribió
mucho, pero, con la excepción de algunos divertidos cuentos, nunca se
atrevió a mostrar sus manuscritos a nadie.
Años difíciles
Una
vez graduada en Wyedean, Joanne K. Rowling se matriculó en la
Universidad de Exeter, donde, siguiendo el consejo paterno, estudió
francés con el propósito de encontrar después un buen trabajo como
secretaria bilingüe. Con los títulos de lengua y literatura francesas
todavía relucientes, se trasladó a la sede de Amnistía Internacional en
Londres para realizar un trabajo de investigación sobre las violaciones a
los derechos humanos en el África francófona.
Harry Potter y la piedra filosofal, primera entrega de la serie, fue llevada al cine en 2001 |
Tras este breve período de formación empezó a trabajar
como secretaria, pero pronto descubrió que el orden y la rutina no iban
con ella. Varias experiencias frustrantes en diferentes empresas, unidas
a la triste desaparición de su madre, enferma de esclerosis múltiple,
la llevaron a dejarlo todo a los veintiséis años y a abandonar el país
con la intención de enseñar inglés en el extranjero.
En
Lisboa disfrutó enseñando su lengua materna a alumnos portugueses y
tuvo bastante tiempo para escribir, su verdadera vocación. Allí conoció y
se enamoró de Jorge Arantes, un periodista de la televisión portuguesa
con el que contrajo matrimonio en octubre de 1992 y con quien, un año
más tarde, tuvo una hija a la que llamó Jessica «en honor a una
brigadista británica que había luchado en la guerra civil española»,
según afirmó en una entrevista. Pese al feliz acontecimiento, el
matrimonio no prosperó y pronto acabó en divorcio.
Madre
de una niña pequeña y sola en un país extranjero, en 1996 Joanne
decidió regresar a Gran Bretaña y se instaló en la ciudad escocesa de
Edimburgo, cerca de su hermana Dianne, donde llegó con la firme
intención de acabar y publicar una novela sobre un tal Harry Potter,
personaje infantil con poderes mágicos, cuyas andanzas había imaginado
bastante tiempo atrás durante un interminable viaje en tren entre
Manchester y Londres.
La tenaz profesora de francés pasó muchas tardes de su vida escribiendo «para sí misma» en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija. Finalmente, la infatigable novelista logró una beca del Scottish Arts Council que le permitió concluir, cinco años después de empezada, la que entonces era la obra de su vida: Harry Potter y la piedra filosofal.
El éxito
Recorrió
sin éxito con la copia mecanografiada por ella misma editoriales del
prestigio de Penguin y Harper Collins, hasta que en 1997 consiguió por
fin que la prestigiosa firma británica Bloomsbury publicara el libro.
Pocos meses después, Scholastic Press compró los derechos de la novela
para Estados Unidos, por una suma superior a los 14,5 millones de
pesetas, una cifra muy importante para un libro infantil. Rowling empezó
a ser popular en su propio país, y durante los primeros meses se vio
ampliamente superada por la situación, sin poder escribir ni una sola
línea.
A punto de acabar el segundo libro de la
serie, entró en una fase crítica y llegó a pensar que estaba escribiendo
«basura», según confesaría tiempo después en una entrevista. Nada
acostumbrada a manejar semejantes sumas de dinero ni a la presión de los
medios de comunicación, Joanne se bloqueó y tardó en adaptarse a la
nueva situación, hasta el punto de verse obligada a modificar su
sencillo estilo de vida. Tuvo que dejar de escribir en el mismo café
debido al acoso de admiradores y curiosos, que convirtieron el local en
lugar de peregrinación, y adoptó una postura defensiva frente a las
intromisiones en su vida privada. Después decidió dejar las clases
definitivamente para dedicarse por entero a lo que siempre había
anhelado: escribir.
Con Neil Murray, su segundo marido |
La publicación de su primer libro -firmado con las
iniciales J. K. por consejo de los editores, recelosos de que los niños
no quisieran leer un libro sobre un chico escrito por una mujer- supuso
un giro mágico en su vida. La realidad del extraordinario éxito superó
ampliamente todas las expectativas de las editoriales británica y
estadounidense que lo habían publicado. Las posteriores ediciones de los
siguientes libros de la serie (Harry Potter y la cámara secreta y El prisionero de Azkabán) reafirmaron el éxito inicial y dieron lugar a un fenómeno literario, al que la prensa denominó «pottermanía».
Condecorada con el título de Oficial del Imperio
Británico y convertida en la persona que ocupa el tercer lugar por
volumen de ganancias en su país, según un listado de la prestigiosa
revista Forbes, Joanne trató de mantener contra viento y marea su
discreto estilo de vida. Todas las mañanas siguió llevando a su hija al
colegio siempre que las giras promocionales de sus novelas se lo
permitían, y procuró escribir los restantes libros de Harry Potter en
otros cafés de Edimburgo, lejos del acoso de los periodistas.
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