El templo de Artemisa
se construyó en un lugar en el que, según los historiadores, se había
utilizado como espacio de devoción a la diosa tierra o madre al menos
desde la Edad de Bronce. De hecho, antes de la construcción del templo
que se convertiría en digno de admiración para sus contemporáneos, en
ese mismo emplazamiento, había habido otro gran templo dedicado a esta
diosa que quedó destruido tras unas inundaciones. Se decidió
reconstruirlo con gran esplendor y, alrededor del año 550 a. C. comenzó
la construcción de un nuevo templo, considerado generalmente el primer
templo griego construido íntegramente por mármol.
No solo su construcción en mármol, que se popularizaría posteriormente, supuso una novedad para este templo. Sus enormes dimensiones también dejaron con la boca abierta a sus contemporáneos: estaba compuesto por 127 columnas de orden jónico de aproximadamente 13 metros de alto.
Las columnas eran el aspecto más destacado de este templo en el que la
estatua dedicada a Artemisa y el lugar de devoción propiamente dicho
ocupaba un espacio relativamente pequeño entre este auténtico bosque de
columnas que servían de pasaje que llevaba hasta ella. Según Plinio,
decenas de estas columnas estaban decoradas con relieves de distinto
tipo y en este templo se encontraban también los ricos regalos que se
dejaban a la diosa, desde monedas hasta ricas joyas, pasando por todo
tipo de objetos de gran valor en la época.
Templo de Artemisa 21/7/19
Delante de este templo, cuya fachada ya transmitía la magnificencia que se dejaba ver en su interior, se encontraba un cuidado jardín que
se relacionaba con el ámbito de protección de esta diosa. Este templo,
además, no era el único que se hallaba en la misma zona, pues había
diversos edificios a su alrededor que los investigadores aún tratan de
dilucidar. Su construcción tardó ciento veinte años en terminarse
y, como no podía ser de otra manera dada su duración, participaron en
ella varios arquitectos, entre los que destacan Quesifronte y Metágenes.
Su magnificencia enseguida llamó la atención de sus contemporáneos y se
convirtió en uno de los grandes monumentos del mundo griego.
Sin embargo, en el 21 de julio de 356 a. C., este magnífico templo quedó reducido a cenizas. El incendio que
lo destrozó no fue accidental. Al parecer, un hombre llamado Eróstrato
lo incendió para conseguir fama inmortal. Ciertamente, lo consiguió. Si
bien las autoridades de la ciudad prohibieron que su nombre se volviera a
mencionar para que el delincuente no consiguiera su objetivo, su
identidad pasó a la posteridad, pues el historiador griego Teopompo lo
menciona cuando describe lo ocurrido. De hecho, su nombre se hizo tan
popular que acabó dando lugar a varios términos, como el llamado
“complejo de Eróstrato” o el término “fama erostrática”, entre otros.
Dice la leyenda que, al mismo tiempo que ardía el templo, nacía Alejandro Magno
y que Artemisa estaba tan ocupada velando por ese nacimiento que no
pudo salvar su propio templo. El mismo Alejandro se preocupó por su
reconstrucción y se ofreció a pagar por ella, aunque dicha
reconstrucción no empezó hasta el mismo año de su muerte, en el 323 a.
C. Este templo siguió el diseño del anterior, pero contaba con unas
dimensiones aún mayores. Tenía 137 de largo, 69 metros de ancho y 18
metros de alto, con otras 127 columnas de esta última longitud
soportando su estructura.
El Templo de Artemisa 21/7/20
La reconstrucción de esta maravilla,
que es la que podemos considerar que fue el edificio propiamente dicho
que entró en esta peculiar lista, sobrevivió aproximadamente 600 años a
su construcción. Existen variados testimonios de su apariencia e,
incluso, durante la primera expansión del Cristianismo, diversos
predicadores llegaron a Éfeso y fijaron sus vistas en el templo como
forma de apoyar sus prédicas. De hecho, existía un testimonio apócrifo,
que prácticamente se convirtió en una leyenda, que decía que el apóstol
Juan predicó en el templo de Éfeso, sacralizando el lugar y provocando
así que su altar explotara y el monumento se derrumbara. Pero esto dista
mucho de ser cierto y no fue hasta el año 268 d. C. que el templo fue
destruido durante un asalto de los godos a la ciudad de Éfeso.
Posteriormente, sus restos se diseminaron y se usaron para construir
otros edificios. El ejemplo más conocido es el de la Basílica de Santa
Sofía, hoy mezquita, construida con columnas de este gran templo.
Poco se conserva hoy de esta maravilla del mundo. Varias expediciones
arqueológicas llevadas a cabo durante la segunda mitad del siglo XIX se
dedicaron a recuperar su memoria. Los restos más importantes del templo
se conservan hoy en día en el British Museum de Londres,
dado que las mencionadas expediciones estuvieron lideradas y
financiadas por personas e instituciones británicas. Actualmente, en el
sitio original donde se erigió el templo no quedan demasiados restos
pero, solo con los pequeños fragmentos que nos quedan hoy en día, ya
podemos imaginar la magnificencia de este edificio que conquistó la
imaginación de sus contemporáneos.
Vídeo sobre el Templo de Artemisa en Éfeso
Si quieres saber más sobre este gran templo, te recomendamos que veas el siguiente vídeo:https://sobrehistoria.com/maravillas-del-mundo-antiguo-templo-de-artemisa-en-efeso/
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