Astrónomo polaco.esta considerado el padre de la astronomía moderna. La importancia de Copérnico no se reduce a su
condición de primer formulador de una teoría heliocéntrica coherente:
Copérnico fue, ante todo, el iniciador de la revolución científica que
acompañó al Renacimiento europeo y que, pasando por Galileo, llevaría un
siglo después, por obra de Newton, a la sistematización de la física y a
un profundo cambio en las convicciones filosóficas y religiosas. Con
toda justicia, pues, se ha llamado revolución copernicana a esta
ruptura, de tanta trascendencia que alcanzó más allá del ámbito de la
astronomía y la ciencia para marcar un hito en la historia de las ideas y
de la cultura.
Nacido en Toruń, Prusia, Polonia el 19 de febrero de 1473, en el seno de una rica familia de
comerciantes, Nicolás Copérnico quedó huérfano a los diez años y se hizo
cargo de él su tío materno, canónigo de la catedral de Frauenburg y
luego obispo de Warmia. En 1491 Copérnico ingresó en la Universidad de
Cracovia, siguiendo las indicaciones de su tío y tutor. En 1496 pasó a
Italia para completar su formación en Bolonia, donde cursó derecho
canónico y recibió la influencia del humanismo italiano; el estudio de
los clásicos, revivido por este movimiento cultural, resultó más tarde
decisivo en la elaboración de la obra astronómica de Copérnico.
Nicolás Copérnico |
No hay constancia, sin embargo, de que por entonces se
sintiera especialmente interesado por la astronomía; de hecho, tras
estudiar medicina en Padua, Nicolás Copérnico se doctoró en derecho
canónico por la Universidad de Ferrara en 1503. Ese mismo año regresó a
su país, donde se le había concedido entre tanto una canonjía por
influencia de su tío, y se incorporó a la corte episcopal de éste en el
castillo de Lidzbark, en calidad de su consejero de confianza.
Nicolás Copérnico . 24/5/20
Fallecido el obispo en 1512, Copérnico fijó su
residencia en Frauenburg y se dedicó a la administración de los bienes
del cabildo durante el resto de sus días; mantuvo siempre el empleo
eclesiástico de canónigo, pero sin recibir las órdenes sagradas. Se
interesó por la teoría económica, ocupándose en particular de la reforma
monetaria, tema sobre el que publicó un tratado en 1528. Practicó
asimismo la medicina y cultivó sus intereses humanistas.
Hacia 1507, Copérnico elaboró su primera exposición de
un sistema astronómico heliocéntrico en el cual la Tierra orbitaba en
torno al Sol, en oposición con el tradicional sistema tolemaico, en el
que los movimientos de todos los cuerpos celestes tenían como centro
nuestro planeta. Una serie limitada de copias manuscritas del esquema
circuló entre los estudiosos de la astronomía, y a raíz de ello
Copérnico empezó a ser considerado como un astrónomo notable; con todo,
sus investigaciones se basaron principalmente en el estudio de los
textos y de los datos establecidos por sus predecesores, ya que apenas
superan el medio centenar las observaciones de que se tiene constancia
que realizó a lo largo de su vida.
La Teoría Heliocéntrica y Nicolás Copérnico 5/3/21
En 1513 Copérnico fue invitado a participar en
la reforma del calendario juliano, y en 1533 sus enseñanzas fueron
expuestas al papa Clemente VII
por su secretario; en 1536, el cardenal Schönberg escribió a Copérnico
desde Roma urgiéndole a que hiciera públicos sus descubrimientos. Por
entonces Copérnico había ya completado la redacción de su gran obra, Sobre las revoluciones de los orbes celestes, un tratado astronómico que defendía la hipótesis heliocéntrica.
El texto se articulaba de acuerdo con el modelo formal del Almagesto
de Tolomeo, del que conservó la idea tradicional de un universo finito y
esférico, así como el principio de que los movimientos circulares eran
los únicos adecuados a la naturaleza de los cuerpos celestes; pero
contenía una serie de tesis que entraban en contradicción con la antigua
concepción del universo, cuyo centro, para Copérnico, dejaba de ser
coincidente con el de la Tierra, así como tampoco existía, en su
sistema, un único centro común a todos los movimientos celestes.
Biografía - Nicolás Copérnico 19/2/21
Consciente de la novedad de sus ideas y temeroso
de las críticas que podían suscitar al hacerse públicas, Copérnico no
llegó a dar la obra a la imprenta. Su publicación se produjo gracias a
la intervención de un astrónomo protestante, Georg Joachim von Lauchen,
conocido como Rheticus, quien visitó a Copérnico de 1539 a 1541 y
lo convenció de la necesidad de imprimir el tratado, de lo cual se
ocupó él mismo. La obra apareció pocas semanas antes del fallecimiento
de su autor en Frombork, Prusia, Polonia, el 24 de mayo de 1543, iba precedida de un prefacio anónimo, obra del editor
Andreas Osiander, en el que el sistema copernicano se presentaba como
una hipótesis, a título de medida precautoria y en contra de lo que fue
el convencimiento de Copérnico.
La teoría heliocéntrica
El modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico fue
una aportación decisiva a la ciencia del Renacimiento. La concepción
geocéntrica del universo, teorizada por Tolomeo, había imperado durante catorce siglos: el Almagesto
de Tolomeo era un desarrollo detallado y sistemático de los métodos de
la astronomía griega, que establecía un cosmos geocéntrico con la Luna,
el Sol y los planetas fijos en esferas girando alrededor de la Tierra.
Con Copérnico, el Sol se convertía en el centro inmóvil del universo, y
la Tierra quedaba sometida a dos movimientos: el de rotación sobre sí
misma y el de traslación alrededor del Sol. No obstante, el universo
copernicano seguía siendo finito y limitado por la esfera de las
estrellas fijas de la astronomía tradicional.
Ilustración del modelo heliocéntrico en Sobre las revoluciones de los orbes celestes (1543)
Si bien le cabe a Copérnico el mérito de iniciar
la obra de destrucción de la astronomía tolemaica, en realidad su
objetivo fue muy limitado y tendía sólo a una simplificación del sistema
tradicional, que había llegado ya a un estado de insoportable
complejidad. En la evolución del sistema tolemaico, el progreso de las
observaciones había hecho necesarios unos ochenta círculos (epiciclos,
excéntricos y ecuantes) para explicar el movimiento de siete planetas
errantes, sin aportar, pese a ello, previsiones lo suficientemente
exactas. Dada esta situación, Copérnico intuyó que la hipótesis
heliocéntrica eliminaría muchas dificultades y haría más económico el
sistema; bastaba con sustituir la Tierra por el Sol como centro del
universo, manteniendo intacto el resto del esquema.
Nicolás Copérnico 5/3/20
No todo era original en la obra de Copérnico. En la Antigüedad, seguidores de la escuela de Pitágoras como Aristarco de Samos habían realizado sobre bases metafísicas una primera formulación heliocéntrica. A lo largo del siglo XIV, Nicolás de Oresme
(1325-1382), Jean Buridan (muerto en 1366) o Alberto de Sajonia
(1316-1390) plantearon la posibilidad de que la Tierra se moviera. En
cualquier caso, Copérnico elaboró por primera vez un sistema
heliocéntrico de forma coherente, aunque su teoría fue menos el
resultado de la observación de datos empíricos que la formulación de
nuevas hipótesis a partir de una cosmovisión previa que tenía un
fundamento metafísico.
Aforismo de Nicolas Copernico . 18/4/20
Este componente metafísico se manifiesta en al
menos tres aspectos. En primer lugar, Copérnico conectó con la tradición
neoplatónica de raíz pitagórica, tan querida por la escuela de Marsilio Ficino,
al otorgar al Sol una posición inmóvil en el centro del cosmos. Éste
era el lugar que realmente le correspondía por su naturaleza e
importancia como fuente suprema de luz y vida.
En segundo lugar, el movimiento copernicano de
planetas se asentaba sobre un imperativo geométrico. Copérnico seguía
pensando que los planetas, al moverse alrededor del Sol, describían
órbitas circulares uniformes. Este movimiento circular resultaba
naturalmente de la esfericidad de los planetas, pues la forma geométrica
más simple y perfecta era en sí misma causa suficiente para
engendrarlo.
Por último, el paradigma metafísico copernicano
se basaba en la íntima convicción de que la verdad ontológica de su
sistema expresaba a la perfección la verdadera armonía del universo. Es
notable que Copérnico justificase su revolucionario heliocentrismo con
la necesidad de salvaguardar la perfección divina (y la belleza) del
movimiento de los astros. Por ningún otro camino, afirmó, "he podido
encontrar una simetría tan admirable, una unión armoniosa entre los
cuerpos celestes". En el centro del cosmos, en el exacto punto medio de
las esferas cristalinas (cuya existencia jamás puso en duda Copérnico),
debe encontrarse necesariamente el Sol, porque él es la lucerna mundi,
la fuente de luz que gobierna e ilumina a toda la gran familia de los
astros. Y así como una lámpara debe colocarse en el centro de una
habitación, "en este espléndido templo, el universo, no se podría haber
colocado esa lámpara [el Sol] en un punto mejor ni mas indicado".
La revolución copernicana
Después de Copérnico, el danés Tycho Brahe
(1546-1601) propuso una tercera vía que combinaba los sistemas de
Tolomeo y Copérnico: hizo girar los planetas alrededor del Sol y éste
alrededor de la Tierra, con lo que ésta seguía ocupando el centro del
universo. Aunque Brahe no adoptó una cosmología heliocéntrica, legó sus
datos observacionales a Johannes Kepler
(1571-1630), un astrónomo alemán entregado por entero a la creencia de
que el sistema cosmológico copernicano revelaba la simplicidad y armonía
del universo.
Kepler, que expuso sus teorías en su libro La nueva astronomía
(1609), concebía la estructura y las relaciones de las órbitas
planetarias en términos de relaciones matemáticas y armonías musicales.
Asimismo, calculó que el movimiento planetario no era circular sino
elíptico, y que su velocidad variaba en relación con su proximidad al
Sol.
Paralelamente, las observaciones telescópicas de Galileo (1564-1642) conducían al descubrimiento de las fases de Venus, que confirmaban que este planeta giraba alrededor del sol; la defensa del sistema copernicano llevaría a Galileo ante el Santo Oficio. Y antes de terminar el siglo, Isaac Newton (1642-1727) publicaba los Principios matemáticos de la filosofía natural (1687), con sus tres «axiomas o leyes del movimiento» (las Leyes de Newton) y la ley de la gravitación universal: el heliocentrismo copernicano había llevado a la fundación de la física clásica, que daba cumplida explicación de los fenómenos terrestres y celestes.
Pero la importancia de la aportación de
Copérnico no se agota en una contribución más o menos acertada a la
ciencia astronómica. La estructura del cosmos propuesta por Copérnico,
al homologar la Tierra con el resto de los planetas en movimiento
alrededor del Sol, chocaba frontalmente con los postulados escolásticos y
filosóficos de la época, que defendían la tradicional oposición entre
un mundo celeste inmutable y un mundo sublunar sujeto al cambio y al
movimiento. De este modo, las tesis de Copérnico fueron el primer paso
en la secularización progresiva de las concepciones renacentistas, que
empezaron a buscar una interpretación natural y racional de las
relaciones entre el universo, la Tierra y el hombre. Se abría la primera
brecha entre ciencia y magia, astronomía y astrología, matemática y
mística de los números.
Las profundas implicaciones del nuevo sistema
alcanzaban así a la metodología científica en su conjunto, y también a
la mentalidad y a las convicciones religiosas y filosóficas de toda una
época.
Tal y como lo resume el moderno historiador de la ciencia Thomas Kuhn (La revolución copernicana,
1957), al final de este proceso, los hombres, "convencidos de que su
residencia terrestre no era más que un planeta girando ciegamente
alrededor de una entre miles de millones de estrellas, valoraban su
posición en el esquema cósmico de manera muy diferente a la de sus
predecesores, quienes en cambio consideraban a la Tierra como el único
centro focal de la creación divina". De ahí que, cinco siglos después,
la lengua siga reteniendo la expresión giro copernicano para designar un cambio de magnitudes drásticas en una situación o modo de pensar.
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