martes, 1 de mayo de 2018

Isabel de Portugal

   

Reina de España y emperatriz de Alemania (1526-1539) en virtud de su matrimonio con el emperador Carlos V.
 Isabel de Avis y Trastámara nació el 24 de octubre de 1503 en el palacio real de Lisboa. Era nieta de los Reyes Católicos e hija del rey Manuel I de Portugal y de su segunda esposa, María. En 1526, Isabel de Portugal fue llevada a la frontera hispano-lusa, donde cambió su séquito por uno español que se dirigió a Sevilla, donde se celebró el matrimonio (11 de marzo de 1526) con su primo hermano, Carlos I de España y V de Alemania, nieto también de los Reyes Católicos. La nobleza de Castilla aprobó este matrimonio dada su condición de castellana. La boda supuso la continuación de las relaciones matrimoniales entre las coronas portuguesa y española.
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Debido a las múltiples ocupaciones de Carlos V, desde 1529 hasta la fecha de su muerte en Toledo el 1 de mayo de 1539, se hizo cargo con éxito del gobierno de los reinos de la Península Ibérica durante las ausencias del emperador. Isabel de Portugal, en efecto, ejerció como regente de Castilla y de Aragón en dos periodos: 1529-1533 y 1535-1536. Intervino en el tratado con Portugal sobre las Molucas (1529) e influyó en la firma de la paz de Cambray.
Isabel de Portugal, la reina de los claveles. . 1/5/20
En 1527 nació su primer hijo, el futuro Felipe II (1556-1598), en cuya persona la Corona de España se uniría a la de Portugal, donde reinaría como Felipe I (1580-1598), hecho pretendido desde el reinado de los Reyes Católicos. Su segundo hijo, Juan (1528), falleció en el mismo año de su nacimiento. Su hija María (1529) contrajo matrimonio con el emperador Maximiliano II (1564-1576), y Juana (1537) fue esposa del príncipe Juan de Portugal y madre del futuro Sebastián I de Portugal (1557-1578).

Carlos V & Isabel de Portugal - All Kisses in 'Carlos, Rey Emperador' 11/3/20

 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/isabel_de_portugal.htm

La emperatriz Isabel de Portugal y el caballero que se convirtió en santo


¡La Reina Isabel había muerto! La dulce amada de Carlos V, Regente de España en su ausencia, emperatriz –la única nacida en Portugal- por hallarse con él desposado, con sólo 36 años y ejemplo de reina, de esposa y de madre, había fallecido: en Toledo, y cuando tanto el emperador como el príncipe Felipe II se hallaban en Madrid. Un dolor sordo dejó exhausto a Carlos V, que apenas si era capaz de pronunciar palabra. Un dolor laceró el corazón de sus súbditos y de todo el pueblo, pues todos amaban con ternura a esta infanta de Portugal, considerada  unánimemente como una de las mujeres más bellas de su tiempo Trece años, desde el 1526 al 1539 había vivido doña Isabel en España como Emperatriz y Reina consorte. Dieciséis ciudades se habían disputado durante este tiempo el albergarla entre sus muros y ser sede de su Casa y Corte.

El triste deceso fue el día 1 de mayo al mediodía, y después de las honras fúnebres, las de una Reina, se puso en marcha por orden del Emperador la comitiva que iba a acompañar sus restos mortales hasta Granada, para ser depositados en la Capilla Real, al pie del sepulcro de la Reina Católica, su egregia abuela. El Emperador, desolado no iría a seguir esta procesión. No iba a escandalizar al cielo y a la tierra con su dolor como había hecho su madre Juana de Castilla, siguiendo, enloquecida, el cadáver de su marido durante un año. Carlos V se refugió en el Monasterio Jerónimo de la Sisla, aislándose en él durante más de un mes.
   La conversión del caballero Francisco de Borja (Moreno Carbonero, Museo del Prado)
La conversión del caballero Francisco de Borja (Moreno Carbonero, Museo del Prado)

Quien sí estaba presente era don Francisco de Borja, Duque de Gandía y Marqués de Lombay, que tuvo que descubrir y reconocer el cadáver de su Reina. Después de tantos días de viaje por la estepa castellana y Andalucía, casi en verano, y como consecuencia, seguro, del tipo de enfermedad padecida, el cuerpo se debía hallar en un avanzado estado de descomposición. Francisco de Borja quedó conmocionado: la belleza y dulzuras de su Señora y Dama, ¿en qué se habían convertido? en una masa infecta de hedor y de ponzoña. Él debía estar ya preparado psicológicamente en sus meditaciones con lo que iba a encontrar, pero desearía quizás contemplar, una vez más, una última vez la imagen corpórea de sus devociones y cortesías… y estaba obligado a ello, pues ésta era una de sus misiones ante el Emperador: certificar que se entregaban a sepultura, en la Capilla Real de Granada, los restos mortales de la Reina.

Muerte de Isabel de Portugal

Y aun así, quedó vivamente impresionado, hasta el punto de jurar abandonar el mundo y su vanagloria para entregarse del todo a Dios, si sobrevivía a su esposa. No poco tuvo que ver en esta decisión, además del escenario y la pujanza de su propia alma, el discurso fúnebre que pronunció el beato Juan de Ávila, uno de los oradores sagrados más elocuentes de la historia de España. Así, el caballero renunciaba al mundo, con esta máxima que convertiría en lema de vida: “no servir a señor que se me pueda morir”. Y el celo que aplicó en servir a su Rey, sería dedicado ahora en servir a Dios, Rey de Reyes. Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús, en la que llegó a ser superior general, distinguiéndose, ante todo, por su profunda humildad, dando un gran impulso a las misiones. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572 y fue canonizado en 1671, celebrándose su fiesta el 3 de Octubre.

Mas informacion . . .https://josecarlosfernandezromero.com/2013/02/22/la-emperatriz-isabel-de-portugal-y-el-caballero-que-se-convirtio-en-santo/

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